Las mantis religiosas limpian Jap¨®n

Est¨¢n por todas partes, balanceando su cuerpo quebrado, avanzando y retrocediendo sobre sus ruedas de oruga, ara?ando la destrucci¨®n con sus fauces met¨¢licas como un gigantesco Ej¨¦rcito de mantis religiosas.

Cientos de excavadoras trabajan sin descanso a lo largo de la costa nororiental de Jap¨®n para limpiar los restos que dej¨® a su paso el tsunami provocado por el terremoto de magnitud 9.0 en la escala Richter que castig¨® con gran violencia el pa¨ªs asi¨¢tico el 11 de marzo del a?o pasado.

Limpian, desescombran, separan y organizan los restos con una precisi¨®n que choca con el contenido de lo que desplazan. Cascotes, troncos, electrodom¨¦sticos, chapas met¨¢licas, hierros retorcidos, tablones, pl¨¢sticos, coches arrugados como una hoja de papel mal escrita se acumulan en monta?as, que en muchos lugares superan el centenar de metros de largo y los 10 metros de altura.

El paisaje se repite en un pueblo tras otro. Pueblos que si el a?o pasado dibujaban un paisaje apocal¨ªptico, ahora, desprovistos de viviendas, presentan la desnudez fr¨ªa de los barrios que ya no existen.

En este inmenso centro de reciclaje, resalta la presencia en grandes campas de miles de coches encogidos como garbanzos, brillantes a¨²n en las pocas superficies que no resultaron plegadas por la fuerza del mar. Campas como una que duerme entre colinas y bosques a las afueras de Minamisanriku (prefectura de Miyagi). Son el cementerio de la modernidad de un Jap¨®n sacudido a¨²n en lo m¨¢s profundo por el peor desastre que ha vivido desde la II Guerra Mundial.

El terremoto y el consiguiente tsunami generaron unos 23 millones de toneladas de restos solo en las tres prefecturas m¨¢s castigadas: Iwate, Miyagi y Fukushima. Asumiendo una densidad media de los restos similar a la de una mezcla a partes iguales de hormig¨®n, acero, madera y tierra, 23 millones de toneladas equivaldr¨ªan aproximadamente al volumen de un paralelep¨ªpedo de la superficie de un campo de f¨²tbol y un kil¨®metro de altura. Un volumen que da una idea de la tarea cicl¨®pea que han llevado a cabo las autoridades en este a?o.

De toda esta cantidad de restos, Jap¨®n solo se ha deshecho, de momento, de un 5%, debido al miedo que tienen muchos gobiernos locales a que hayan resultado contaminados por la radiaci¨®n emitida por la central nuclear de Fukushima, que result¨® gravemente da?ada por el tsunami. A pesar de los llamamientos a la solidaridad nacional, el temor a la radiactividad ha decidido a muchos gobiernos locales por todo el pa¨ªs a rechazar que sean descargados en su proximidad, debido a la oposici¨®n de los vecinos. Hasta finales del mes pasado, tan solo Tokio y Yamagata (capital de la prefectura del mismo nombre) hab¨ªan aceptado recibir parte de la pesada carga.

El Gobierno se ha fijado como objetivo haber eliminado todos los restos para marzo de 2014, pero el ministro de Medio Ambiente, Goshi Hosono, ha advertido que al ritmo actual ser¨¢ ¡°muy dif¨ªcil¡± lograr este objetivo. Limpiar el terreno de desechos es esencial para que las comunidades afectadas por la cat¨¢strofe puedan iniciar las labores de reconstrucci¨®n.

Buena parte de los edificios destruidos ¨Cmuchos de ellos de madera-, troncos, coches y otros materiales que arrastraron las aguas han acabado en el fondo del oc¨¦ano. Otra parte, sin embargo, contin¨²a flotando al capricho de las corrientes. La mayor¨ªa se dirige hacia el este, seg¨²n las simulaciones que ha efectuado el Centro Internacional de Investigaci¨®n del Pac¨ªfico, en la Universidad de Haw¨¢i. Los restos se han dispersado por una superficie de unos 3.700 kil¨®metros de largo por 1.800 de ancho. Algunas estimaciones cifran en un mill¨®n de toneladas lo que viaja a la deriva.

En septiembre pasado, un barco ruso encontr¨® un pesquero japon¨¦s, una nevera, un televisor y otros electrodom¨¦sticos balance¨¢ndose al oeste del atol¨®n de Midway, en el oc¨¦ano Pac¨ªfico central.

Se calcula que los desechos provocados por el maremoto llegar¨¢n este a?o a Haw¨¢i, y este a?o o el que viene podr¨ªan alcanzar la costa oeste de Estados Unidos, aunque ser¨ªan un peque?o porcentaje y los que lo hagan no presentar¨¢n ninguna amenaza de radiaci¨®n para entonces. Los expertos nucleares de la Universidad de Oreg¨®n aseguran que las peque?as cantidades de radiactividad depositadas en los desechos se habr¨¢n disipado mucho antes de que estos concluyan su viaje a trav¨¦s del oc¨¦ano, debido al proceso de descomposici¨®n y el lavado sufrido durante meses de vapuleo por las olas. El riesgo, sin embargo, es que algunos de los productos transportados por las corrientes sean qu¨ªmicos embotellados y otros compuestos que puedan ser t¨®xicos, ya que el maremoto da?¨® muchas instalaciones industriales.