"Todo es muy duro, sobre todo para los ocho padres sin noticias de sus hijos"
La localidad de Heverlee queda conmocionada por el suceso De esa ciudad proced¨ªan 24 ni?os del grupo que sufri¨® el accidente
La tapia y la verja de acceso al colegio de primaria Sint-Lambertus en Heverlee, localidad vecina y absorbida por la ciudad de Lovaina, a una treintena de kil¨®metros de Bruselas, estaban ya a media ma?ana cubiertas con dibujos de escolares que deseaban a sus compa?eros mayores (los de sexto, nacidos en 2000) una pronta recuperaci¨®n y un inmediato regreso a casa, tras el siniestro de la noche del martes en Suiza, donde todos, con profesores y acompa?antes adultos, hab¨ªan pasado la tradicional semana de vacaciones en la nieve. Los colores alegres de los cr¨ªos contrastaban con el ¨¢nimo sombr¨ªo de vecinos y padres de otros chicos, que comentaban c¨®mo ocho de las familias de los viajeros no sab¨ªan nada de los suyos. ¡°Todo es muy duro, pero sobre todo para los ocho padres que no han recibido noticias de sus hijos, que se temen los peor¡±, comentaba Micke Van Hecke, directora general de ense?anza cat¨®lica en Flandes.
Anne de Roo, acompa?ada de sus tres hijos, el mayor ya de 17 a?os y los tres exalumnos del Sint-Lambertus, explica que su hermano ha podido hablar con su sobrina Marilyn. ¡°Solo s¨¦ que le ha dicho que est¨¢ bien, aunque con heridas en el hombro y en la espalda¡±, dice. ¡°Mi hermano ha salido de inmediato con el coche para Suiza, sin esperar a ir con los dem¨¢s padres en el avi¨®n¡±.
El avi¨®n es uno de los que ha dispuesto el Gobierno belga para trasladar a Suiza a todos los padres que han querido hacerlo. Un equipo de psic¨®logos viajaba tambi¨¦n en el aparato, donde los padres, con un equipaje b¨¢sico preparado a la carrera, llevaban como un tesoro las fotos de sus hijos para ser usadas ante las autoridades suizas como medio de identificaci¨®n de las v¨ªctimas.
De esa escuela privada salieron 24 de los ni?os accidentados, acompa?ados de un profesor, Frank, y de una voluntaria ya jubilada, Monique, ambos fallecidos. ¡°Los ni?os que han hablado con sus padres estaban contentos, de muy buen ¨¢nimo, con heridas y fracturas, pero muy bien¡±, dice Van Hecke. ¡°Probablemente no sab¨ªan el alcance de lo ocurrido¡±.
El viaje a las monta?as suizas eres el momento culminante de los seis a?os de primaria del colegio Sint-Lambertus
El colegio es una peque?a comunidad de unos 200 escolares, en el que para todos, padres e hijos, el viaje de sexto es el momento culminante de los seis a?os de primaria: viajaban lejos, estaban varios d¨ªas fuera de casa e iban a ver las monta?as, inexistentes en B¨¦lgica. El coste del viaje por cr¨ªo est¨¢ limitado por el Gobierno a 360 euros, pagaderos a raz¨®n de 60 euros anuales durante los seis a?os. Como la cantidad no cubre todos los gastos, se compensa la diferencia con rifas y otros actos. ¡°Somos una comunidad peque?a y con una relaci¨®n muy estrecha entre todos¡±, se?ala De Roo, para dar cuenta de c¨®mo todos guardan en el coraz¨®n su parte de dolor por la tragedia.
En los folios dibujados por los alumnos ¡ªuno de ellos con monta?as y vacas; otro, con hospital y ni?os encamados; un tercero, con un sol espl¨¦ndido¡ª junto a los nombre de los colegiales a quienes van dirigidos y de quienes los firman (Stella, Saara, Amy¡) , domina el nombre de Frank, el profesor de unos 40 a?os y padre de tres hijos que viajaba como responsable del grupo. ¡°Era una persona muy querida por todos, tanto por los padres como por los chicos¡±, le recuerda una mujer, muy afectada por el suceso. ¡°Era el que resolv¨ªa siempre los problemas de inform¨¢tica y el ¨²nico var¨®n entre los profesores del colegio¡±. Monique, la voluntaria, hac¨ªa este viaje todos los a?os, acompa?ada siempre por su marido, Jeff, que en esta ocasi¨®n se qued¨® en Heverlee.
Ante la puerta del Sint-Lambertus, donde sobre una columna triunfa el perfil de un pulpo violeta, Laurent, a punto ya de entrar en la universidad y antiguo colegial, recuerda perfectamente c¨®mo eran estas vacaciones: ¡°Eran unos d¨ªas magn¨ªficos. Esqui¨¢bamos como pod¨ªamos por las tardes, hac¨ªamos batallas con bolas de nieve, alguna que otra excursi¨®n¡ y luego estaba la noche del Casino, cuando jug¨¢bamos con dinero de mentira. Era muy divertido¡±. Nadie sabe si la tragedia de ahora se habr¨¢ llevado tambi¨¦n para siempre junto a las vidas queridas el tan deseado viaje a la nieve de los chicos de sexto de la escuela de Sint-Lambertus, un sue?o convertido en pesadilla.
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