El Papa, el cardenal y la polic¨ªa
El llamamiento del cardenal Ortega a la polic¨ªa para que desalojase a 13 personas de una iglesia habanera conculca un derecho consuetudinario, el de usar los templos como lugares de asilo
La visita del papa Benedicto XVI a Cuba empezar¨¢ en medio de un clima enrarecido: los grupos de derechos humanos est¨¢n consternados por la reciente decisi¨®n del cardenal cubano Jaime Ortega de llamar a la polic¨ªa para desalojar a 13 disidentes que hab¨ªan ocupado pac¨ªficamente una iglesia.
Seg¨²n un comunicado oficial de la Iglesia cat¨®lica de Cuba, publicado en el diario del r¨¦gimen cubano, Granma, el 14 de marzo, el cardenal Ortega le pidi¨® a la polic¨ªa que desalojara a los 13 disidentes que se hab¨ªan refugiado en la iglesia Nuestra Se?ora de la Caridad de La Habana.
Tras su desalojo forzoso por polic¨ªas antimotines en uniformes negros y armados con lanzagases, los disidentes, incluido un hombre de 82 a?os, dijeron que fueron golpeados y llevados a una comisar¨ªa, donde fueron interrogados durante cinco horas antes de que se les concediera libertad condicional. Seg¨²n dijeron a los periodistas, hab¨ªan querido entregarle una petici¨®n al Papa, y expresar sus demandas de democracia y derechos humanos.
?Qu¨¦ tan usual que un cardenal llame a la polic¨ªa para desalojar a manifestantes pac¨ªficos de una iglesia?, les pregunt¨¦ a algunos de los principales grupos internacionales de derechos humanos y a varios expertos en derecho internacional.
Los disidentes quer¨ªan entregar una carta al Papa y expresar su demanda de democracia y derechos humanos
Por lo que recuerdo de mi ¨¦poca como corresponsal extranjero durante las dictaduras militares de Sudam¨¦rica y Am¨¦rica Central, y por lo que he le¨ªdo sobre lo ocurrido en Polonia y en otras exdictaduras comunistas de Europa, no se trata de algo muy usual. Mis entrevistados me lo confirmaron.
"Nunca he visto algo parecido", me dijo Jos¨¦ Miguel Vivanco, director del departamento de las Am¨¦ricas del grupo Human Rights Watch, refiri¨¦ndose al pedido del cardenal a la polic¨ªa. "Es resultado de una obvia subordinaci¨®n de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica al Gobierno cubano".
Vivanco record¨® que en 1977 y 1978, durante el r¨¦gimen del dictador militar Augusto Pinochet en Chile, cientos de familiares de personas desaparecidas buscaban regularmente refugio en las iglesias para concitar la atenci¨®n internacional sobre sus demandas. Muchos pasaban largos per¨ªodos all¨ª, y jam¨¢s fueron desalojados.
"A ning¨²n obispo chileno se le hubiera cruzado por la cabeza llamar a la polic¨ªa para desalojarlos", me dijo Vivanco. "El cardenal chileno Ra¨²l Silva Henr¨ªquez sol¨ªa decir que la Iglesia est¨¢ all¨ª para dar voz a los que no tienen voz. La Iglesia jam¨¢s permiti¨® que los servicios de seguridad estatales siquiera se acercaran a las iglesias".
Javier Z¨²?iga, de la organizaci¨®n Amnist¨ªa Internacional en Londres, me dijo que el pedido del cardenal Ortega a la polic¨ªa cubana "no es un hecho muy frecuente".
En el Chile del dictador Pinochet, cientos de personas pasaban largos periodos en iglesias para llamar la atenci¨®n internacional. Jam¨¢s fueron desalojadas
"La Iglesia cat¨®lica ha desempe?ado un rol muy importante en defensa de las personas que sufrieron dictaduras en Chile, en El Salvador y en otros pa¨ªses", dijo Z¨²?iga. "En esos casos, la Iglesia se convirti¨® en el defensor, y acogi¨® en las iglesias a las asociaciones de familiares de presos pol¨ªticos, detenidos y desaparecidos, que no pod¨ªan expresarse en otra parte. Eso fue respetado".
Claudio Grossman, decano de la Escuela de Leyes de American University y exdirector de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos, me dijo que "el uso de los lugares religiosos como asilo es una antigua costumbre, y puede considerarse parte del derecho consuetudinario. Desde esa perspectiva, esta actitud causa consternaci¨®n. Contradice el rol que la Iglesia ha desempe?ado tradicionalmente".
Los grupos de defensa de los derechos humanos de Cuba est¨¢n igualmente consternados. Elizardo S¨¢nchez Santa Cruz, director de uno de los principales grupos de derechos humanos de la isla, dijo a Associated Press poco despu¨¦s del incidente: "No puedo salir de mi asombro" por lo ocurrido.
?Qu¨¦ ha dicho el cardenal cubano a todo esto? El arzobispado de La Habana respondi¨® a sus cr¨ªticos con un comunicado el 14 de marzo se?alando que "la Iglesia escucha y acoge a todos, e igualmente intercede por todos'', pero que "nadie tiene derecho a convertir los templos en trincheras pol¨ªticas".
El comunicado agreg¨®: "Nadie tiene derecho a perturbar el esp¨ªritu celebrativo de los fieles cubanos, y de muchos otros ciudadanos, que aguardan con j¨²bilo y esperanza la visita del Santo Padre Benedicto XVI a Cuba".
Mi opini¨®n: La jerarqu¨ªa de Ia Iglesia cubana ha cometido un gran error. Una cosa es no antagonizar abiertamente al r¨¦gimen para poder seguir abriendo gradualmente espacios para la Iglesia en un sistema totalitario, y otra cosa muy diferente es llamar a la polic¨ªa para desalojar a disidentes pac¨ªficos.
Cuanto menos, el cardenal Ortega podr¨ªa haberse quedado quieto, y decirle a la polic¨ªa: "Si ustedes quieren desalojarlos, es una decisi¨®n suya''.
A menos que haya una sorpresa durante la visita del papa Benedicto XVI --y a diferencia de lo que ocurri¨® en Chile, El Salvador y Polonia-, este episodio contribuir¨¢ a que el cardenal cubano pase a la historia como c¨®mplice de los represores, en lugar de como defensor de los oprimidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.