Benedicto XVI, el cocodrilo y Cuba
Ra¨²l Castro intentar¨¢ presentar el viaje papal como un gesto de validaci¨®n del r¨¦gimen
Tres d¨ªas antes de que aterrizara la comitiva papal en nuestra isla, lleg¨® un curioso embajador de la defensa del medio ambiente, la paz y la solidaridad. Un hermoso cocodrilo cubano ¡ªque hab¨ªa sido exportado ilegalmente a Italia¡ª era devuelto y recib¨ªa una entusiasta bienvenida en nuestro Zool¨®gico Nacional. El ya famoso reptil le fue donado a Benedicto XVI en enero y este decidi¨® retornarlo al medio donde naci¨®. Quiz¨¢s como s¨ªmbolo de que Cuba puede recuperar su lugar en el h¨¢bitat mundial, su sitio en el entorno de las naciones democr¨¢ticas.
Para cuando el propio Papa arrib¨® a Santiago de Cuba, el animal se acostumbraba poco a poco a su nueva dieta y al inclemente sol del tr¨®pico. El cocodrilo estaba de vuelta, Joseph Ratzinger solo de paso.
Los cat¨®licos cubanos han esperado 14 largos a?os para acoger nuevamente a un sucesor de Pedro. La visita de Juan Pablo II en enero de 1998 dej¨® una honda impresi¨®n entre los fieles y logr¨® que las autoridades decretaran desde entonces el 25 de diciembre como d¨ªa feriado.
Dif¨ªcil igualar el impacto causado por aquel Papa polaco en una sociedad que intentaba despertar de la oscura noche del Per¨ªodo Especial. Sin embargo, a sabiendas de que la corriente afectiva dejada por Karol Wojtyla resulta insuperable, ahora Su Santidad ha querido trascender con estilo propio. En el avi¨®n que lo trasladaba a M¨¦xico adelant¨® que ¡°el comunismo ya no funciona en Cuba¡±, frase mucho m¨¢s directa que cualquiera de las pronunciadas por su predecesor sobre el sistema cubano. Al decir de un simp¨¢tico habanero en una pe?a deportiva, ¡°este Papa se parece a los futbolistas alemanes¡ porque no juega con tanta gracia y belleza como los brasile?os, pero meter¨¢ un gol¡±.
A lo largo de las ¨²ltimas semanas, en todos los centros laborales y docentes se han sucedido reuniones para convocar a trabajadores y estudiantes a las misas en la plaza Antonio Maceo y en la capitalina Plaza de la Revoluci¨®n. ¡°Nadie puede faltar¡±, han dicho las autoridades y, como casi siempre ocurre, estas citaciones tienen algo de imperiosa asistencia, de obligatorio cumplimiento.
El Gobierno quiere dar una imagen de control y para ello ha practicado una meticulosa ¡°limpieza ideol¨®gica¡± a lo largo de toda la isla. Los m¨¦todos empleados para lograrlo van desde los arrestos domiciliarios, el corte de servicio telef¨®nico, las amenazas, las deportaciones de una provincia a otra y las detenciones de los disidentes m¨¢s activos. Esta oleada represiva ya ha sido bautizada popularmente como la operaci¨®n ¡°Voto de silencio¡±. Incluso los mendigos y limosneros que merodeaban por las calles de Santiago de Cuba y de La Habana est¨¢n recluidos hasta que pase la visita papal. Todo tiene que ajustarse a un gui¨®n escrito con anterioridad, y no precisamente en los salones del Vaticano.
Pero los imprevistos no han parado de sucederse. El 13 de marzo un grupo de trece personas se introdujo en el templo dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre en La Habana y exigi¨® hacerle llegar un pliego de demandas a Benedicto XVI. Dos d¨ªas despu¨¦s y cerca de la medianoche, la jerarqu¨ªa religiosa autoriz¨® la entrada al recinto de un comando ¡ªno armado¡ª que sac¨® por la fuerza a los ocupantes. Aunque varios disidentes hab¨ªan mostrado su desacuerdo con la ocupaci¨®n de la parroquia con fines pol¨ªticos, el desenlace final recibi¨® un repudio abrumador. Hasta el punto que muchos aseguran que en ese acto se jug¨® ¡ªy se perdi¨®¡ª el futuro papel de la alta jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica en nuestra transici¨®n. Las Damas de Blanco, por su parte, le han solicitado al Papa que les d¨¦ al menos un minuto de su tiempo para narrarle esa otra Cuba que la versi¨®n oficial nunca le ense?ar¨¢. Hasta ahora no hay ninguna se?al de que Su Santidad las reciba. Ni a ellas ni a otros activistas de la sociedad civil.
De no ocurrir encuentro alguno con ese sector social, el Gobierno de Ra¨²l Castro tratar¨¢ de presentar el viaje del inquilino del Vaticano como un gesto de validaci¨®n a su administraci¨®n. La jerarqu¨ªa eclesial, por su parte, intentar¨¢ recuperar algo del terreno social y educativo que le fue arrebatado a partir de 1959. Ya ha logrado que le permitan construir un nuevo seminario y transmitir las m¨¢s importantes misas a trav¨¦s de la televisi¨®n nacional. Atr¨¢s han quedado los a?os de fanatismo antirreligioso en los que la gente era expulsada de su trabajo o de su centro de estudios por tener un cuadro del sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s en la sala de su casa.
Sin embargo, todav¨ªa la Iglesia est¨¢ muy lejos de poder disponer aqu¨ª de los espacios p¨²blicos, escolares y pol¨ªticos que ostenta en otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica. La visita de Benedicto XVI puede ser definitoria para alcanzar ese objetivo. Pero solo podr¨¢ lograrlo si el Papa trasciende la escena pastoral y extiende su manto protector sobre la pluralidad que emerge en Cuba, en esta isla con forma de cocodrilo dormido, sedado.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y.
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