Miguel de la Madrid, la renovaci¨®n moral que nunca lleg¨® a M¨¦xico
Muere de un enfisema pulmonar tras una larga enfermedad Su sexenio (1982-1988) es conocido como el periodo de las "oportunidades perdidas"
Miguel de la Madrid Hurtado, quien ha fallecido hoy a los 77 a?os, sobrellev¨® hasta el final de sus d¨ªas el talante discreto de su mandato, que dur¨® de 1982 a 1988. Esa caracter¨ªstica, que le permiti¨® no ser objeto de insultos cuando caminaba por la calle como cualquier vecino, o asistir al cine sin guardaespaldas, era tambi¨¦n s¨ªmbolo de lo que es calificado como un sexenio gris, de ¡°oportunidades perdidas¡±. La suya fue una presidencia que ofreci¨® ser de ¡°renovaci¨®n moral¡± contra la corrupci¨®n y de apertura democr¨¢tica, promesas sepultadas por el pasmo institucional ante las grandes emergencias como el terremoto que en 1985 destruy¨® parte de la ciudad de M¨¦xico, el descomunal fraude electoral al final de su sexenio y los enormes sacrificios que pag¨® una empobrecida poblaci¨®n en planes econ¨®micos que no tocaron los privilegios de las clases acomodadas.
Nacido en Colima (costa oeste mexicana) el 12 de diciembre de 1934, De la Madrid estudi¨® derecho en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) y administraci¨®n p¨²blica en la universidad de Harvard. Trabaj¨® en el Gobierno desde 1964 y despu¨¦s de ser secretario (ministro) de Programaci¨®n y Presupuesto, fue designado candidato del PRI para las elecciones de 1982, unas que se disputaron luego del desastre econ¨®mico en que sumi¨® al pa¨ªs Jos¨¦ L¨®pez Portillo (1976-1982), presidente tan sofisticado como fr¨ªvolo en el ejercicio del poder.
La promesa del candidato De la Madrid de combatir la corrupci¨®n no fue m¨¢s all¨¢ de un par de casos emblem¨¢ticos pero no ejemplares: meti¨® a la c¨¢rcel a Arturo Durazo Moreno, un jefe polic¨ªaco impresentable, con un r¨¦cord de abusos de derechos humanos y relaciones con delincuentes; y tambi¨¦n a un exdirector de Petr¨®leos Mexicanos (Pemex), Jorge D¨ªaz Serrano, cuyo caso sin embargo siempre fue visto como el de un chivo expiatorio, y como tal fue tratado en la c¨¢rcel, donde por ejemplo contaba con una cancha de tenis.
Tras ser secretario (ministro) de Programaci¨®n y Presupuesto, fue designado candidato del PRI para las elecciones de 1982
De la Madrid no reform¨® el sistema policial, ni mucho menos limpi¨® Pemex, cuyo sindicato constitu¨ªa un dispendioso e ineficiente poder paralelo. Por lo mismo, en ambos casos tuvo sendas crisis: en 1985 un agente de la DEA fue secuestrado en Guadalajara y asesinado, y en 1984 una planta de almacenamiento de la petrolera en San Juan Ixhuatepec -poblaci¨®n aleda?a a la ciudad de M¨¦xico- estall¨®, provocando la muerte de un n¨²mero nunca aclarado de v¨ªctimas, aunque algunos hablan de decenas.
Pero el ejemplo m¨¢s n¨ªtido de la incapacidad del sistema gubernamental que se vivi¨® durante el periodo de De la Madrid lleg¨® a la mitad de su sexenio. Nadie que haya vivido en ese tiempo olvidar¨¢ el colapso operativo del Gobierno cuando un terremoto de magnitud 8.1 destruy¨® buena parte de la ciudad de M¨¦xico a las 7:19 horas del 19 de septiembre de 1985. En medio de la emergencia los mexicanos descubrieron dos cosas: que su Gobierno era in¨²til y soberbio (inicialmente y envueltos en un rancio patriotismo se rechaz¨® la ayuda que otras naciones ofrecieron), pero, sobre todo, se supieron capaces de organizar de forma aut¨®noma -sin esperar instrucciones del sistema pol¨ªtico que les marc¨® la manera de vivir el siglo XX- el rescate de miles de v¨ªctimas y cuerpos. Brigadas de j¨®venes y adultos realizaron las labores de emergencia durante largas jornadas en las que el Gobierno no fue un factor por su falta de liderazgo. Esa circunstancia es vista como un hito en el surgimiento de la sociedad civil de M¨¦xico y uno de los puntos que a la postre le costar¨ªa la presidencia al pri¨ªsmo. En el temblor, seg¨²n c¨¢lculos reportados por el historiador Enrique Krauze, murieron 50 mil personas.
En el terreno econ¨®mico, a De la Madrid se le atribuye la llegada al poder de los llamados ¡°tecn¨®cratas¡±, que no es otra cosa que la sustituci¨®n de los cuadros pri¨ªstas forjados en el nacionalismo revolucionario por j¨®venes pri¨ªstas con diplomas en escuelas extranjeras que aplicaron pol¨ªticas que hoy son m¨¢s que vigentes: los dictados del Fondo Monetario Internacional. De hecho, se puede pensar en De la Madrid como el primero de los tecn¨®cratas.
Pero su periodo fue el coletazo del monumental despilfarro de dos sexenios anteriores. Citado por el historiador Alejandro Rosas, el analista Gabriel Zaid lo resume as¨ª: ¡°Termin¨® con la inflaci¨®n m¨¢s alta de la historia de M¨¦xico y otras marcas hist¨®ricas. Crecimiento cero, narcotr¨¢fico en el poder, fraudes electorales tan escandalosos que provocaron situaciones nunca vistas, mexicanos que afrontaban golpizas (palizas) por defender el voto, grandes pri¨ªstas rebeldes ante la presidencia. Circunstancias que hac¨ªan pensable el fin del PRI¡±.
El talante antidemocr¨¢tico de De la Madrid no qued¨® evidenciado solo en la noche de la elecci¨®n de 1988, cuando su secretario de Gobernaci¨®n defini¨® la suspensi¨®n del recuento de votos, que muchos advirtieron favorec¨ªa a Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas y no al oficialista Carlos Salinas de Gortari, como ¡°una ca¨ªda del sistema¡±. Al decretar tal ¡°ca¨ªda¡±, Manuel Bartlett, que as¨ª se llama el pol¨ªtico que ocupaba ese despacho y hoy es candidato al senado por la izquierda creada por C¨¢rdenas, se refer¨ªa a que el novedoso sistema de c¨®mputo electr¨®nico hab¨ªa fallado la noche misma de la elecci¨®n. Todo M¨¦xico sab¨ªa que lo que se hab¨ªa descarrilado para siempre era la poca legitimidad que le quedara al PRI.
A De la Madrid se le atribuye la llegada al poder de los llamados ¡°tecn¨®cratas¡±
Pero como rese?a Krauze en el perfil sobre De La Madrid incluido en su libro La Presidencia Imperial, en donde califica al sexenio de ese mandatario como el de las ¡°oportunidades perdidas¡±, no fue en la elecci¨®n presidencial de 1988 donde el presidente avecindado en Coyoac¨¢n mostrar¨ªa su renuncia a ampliar la democracia. Fue en Chihuahua, en 1986, y en el PRI mismo, en 1987, donde se neg¨® a aceptar el cambio de los tiempos: se detuvo el avance del PAN chihuahuense con lo que se conoce hoy como ¡°el fraude patri¨®tico¡±, y militantes pri¨ªstas tan conspicuos como Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, hijo del expresidente L¨¢zaro C¨¢rdenas, y Porfirio Mu?oz Ledo, dos veces secretario de Estado, fueron orillados a salir del partido que gobernar¨ªa M¨¦xico 70 a?os. Ellos formaron m¨¢s tarde el PRD, una fuerza de izquierda que junto con el crecimiento del PAN socavaron el poder del pri¨ªsmo, que sali¨® de Los Pinos en el 2000.
Concluido su sexenio, De la Madrid fungi¨® como director del prestigioso Fondo de Cultura Econ¨®mica, al que renunci¨® cuando lleg¨® Vicente Fox a la presidencia. Sus ¨²ltimos a?os fueron apacibles hasta que la pol¨¦mica lo envolvi¨® y sali¨® de ella de forma humillante. Realiz¨® declaraciones a la periodista Carmen Aristegui en las que se mostraba decepcionado de Carlos Salinas de Gortari, hablaba de corrupci¨®n y dejaba entrever que Ra¨²l, el hermano mayor de su sucesor, ten¨ªa tratos con criminales. Esa entrevista, dada a conocer en mayo de 2009, fue su tumba pol¨ªtica. Mientras que el desprestigio ha llevado a algunos presidentes mexicanos a vivir en el exilio o en el encierro dom¨¦stico (Luis Echeverr¨ªa ?lvarez, mandatario de 1970 a 1976, que hoy por su enfermedad pero antes por su descr¨¦dito no sale m¨¢s de su casa), De la Madrid hizo publicar una carta donde se autodescalificaba, negaba lo dicho a la periodista y se sum¨ªa a¨²n m¨¢s en la grisura de un perfil que autoinvalidado ya nunca incomod¨® a nadie m¨¢s. Muri¨® en la capital mexicana de complicaciones de enfisema pulmonar.
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