El desplome de la socialdemocracia alemana
Con la aceptaci¨®n plena del capitalismo, la socialdemocracia renunci¨® a la hegemon¨ªa ideol¨®gica
La crisis ha expulsado a la socialdemocracia de los Gobiernos europeos y los perdedores, despu¨¦s del triunfo del socialismo franc¨¦s, que est¨¢ por ver, esperan en el 2013 el retorno del SPD al poder, que inaugurar¨ªa una nueva etapa socialdem¨®crata en Europa. Pese a haber declarado por activa y por pasiva que el mundo que salga de la crisis nada tendr¨¢ que ver con el anterior, cercenados una buena parte de los derechos sociales y sin que se divise un freno a la especulaci¨®n financiera, la socialdemocracia solo alcanza a distinguir en el horizonte el ¨²ltimo d¨ªa de un ¡°capitalismo desatado¡± y el primero de lo mismo.
La socialdemocracia alemana sigue sirviendo de modelo a los partidos socialistas de Europa, pese a la profunda decadencia por la que pasa. De los casi mill¨®n y medio de afiliados a finales de los setenta, no pasan de medio mill¨®n en la nueva Alemania unida; desde 2008 ha dejado de ser el partido con mayor n¨²mero de afiliados. En las elecciones generales de septiembre de 2009, obtuvo el 23% de los votos, la cifra m¨¢s baja de la historia de la Rep¨²blica Federal, que significa haber perdido desde 1998 diez millones, la mitad de sus votantes. En marzo de 2011, en Baden-W¨¹rttemberg los Verdes, con un 24% de los votos, superan al SPD, que entra en un Gobierno de coalici¨®n por vez primera presidido por un verde.
?C¨®mo se explica semejante debacle? En buena parte por haber perdido su antigua base social con la fragmentaci¨®n y consiguiente precarizaci¨®n de la clase trabajadora, que ha propiciado la ambig¨¹edad ideol¨®gica de un partido dividido, lo ha estado siempre, pero ahora entre una minor¨ªa que pretende perfilarse a la izquierda y una mayor¨ªa que se esconde tras un pragmatismo oportunista que en nada lo diferencia del otro gran partido de centro. Desde el hundimiento de la Tercera V¨ªa de Blair-Schr?der, pese a un intento bastante superficial en un texto de Jon Crudas y Andrea Nahles, La buena sociedad, que a finales del 2009 se eleva a documento del partido, de hacer de ¡°la confianza¡± la categor¨ªa socialdem¨®crata b¨¢sica, no se ha conseguido formular una visi¨®n de un futuro distinto, algo que el antiguo secretario general, Karlheinz Blessing, llam¨® ¡°utop¨ªas concretas¡±, y que el excanciller Helmut Schmidt ridiculiza diciendo que el que necesite de una visi¨®n que vaya al oftalm¨®logo.
Con la aceptaci¨®n plena del capitalismo, sin ya la menor intenci¨®n de corregirlo m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica, la socialdemocracia ha renunciado a la hegemon¨ªa ideol¨®gica que, tal como la entend¨ªa Gramsci, consiste en convertir los intereses sociales y pol¨ªticos propios en los de la sociedad toda. La debilidad extrema de la socialdemocracia proviene de que la derecha monopoliza la hegemon¨ªa social, econ¨®mica y pol¨ªtica, pero por vez primera desde finales del siglo XIX tambi¨¦n la ideol¨®gica. Cierto que la crisis empieza a horadarla, aunque ello no revierta en favor de la socialdemocracia, empe?ada en mantener el mito que legitima a la derecha de que la ¨²nica manera de crear empleo es recuperar el crecimiento, sin cuestionar qu¨¦ tipo de crecimiento y si cabe crecimiento sin empleo.
Sin ofrecer una alternativa ideol¨®gica, el SPD se refugia en la cuesti¨®n, siempre abierta, de la organizaci¨®n interna. La ¨²nica v¨ªa que ofrece para salir del hoyo es ampliar la participaci¨®n de las bases, integrando incluso a los simpatizantes en la toma de decisiones, con lo que se remozar¨ªa el debate ideol¨®gico y aumentar¨ªa el compromiso y actividad de los militantes. De marzo a mayo de 2010 se llev¨® a cabo una encuesta en la que se inclu¨ªa como pregunta principal la posible participaci¨®n de simpatizantes. La mayor parte de los afiliados apoyaron esta propuesta con la comprensible oposici¨®n de los que hasta ahora destacan por su actividad en el partido y que son los que copan los cargos p¨²blicos, que argumentaban que, si pueden decidir los de fuera, ?para qu¨¦ afiliarse?
Desde el principio de la socialdemocracia se lucha contra la burocratizaci¨®n olig¨¢rquica que conlleva el partido de masas ¡ªla ¡°ley de hierro de las oligarqu¨ªas¡±, la llam¨® Robert Michels¡ª pero conviene tener muy presente que la sociolog¨ªa de la organizaci¨®n ense?a que sin una estructura jer¨¢rquica interna no cabe una que sea operativa.
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