Vuelve la pol¨ªtica
El retorno de los debates de pol¨ªtica econ¨®mica puede ser precisamente lo que devuelva a los ciudadanos la confianza en Europa
La crisis de la deuda es una amenaza sin precedentes a los mayores logros de la integraci¨®n europea, pero a la vez est¨¢ generando el debate pol¨ªtico m¨¢s sustancial y relevante para los ciudadanos de cuantos han tenido lugar a escala comunitaria. Adem¨¢s del debate sustantivo sobre alternativas econ¨®micas, se est¨¢ abriendo el camino a cambios hasta ahora impensables en las instituciones y en las pol¨ªticas europeas. ?stos ciertamente podr¨ªan ir en una direcci¨®n desintegradora, si se pierden logros como la moneda ¨²nica o la libre circulaci¨®n de personas, pero tambi¨¦n podr¨ªan empujarnos hacia una UE m¨¢s eficaz, m¨¢s transparente y m¨¢s directamente responsable ante los ciudadanos.
A la espera del resultado de la segunda vuelta, las presidenciales en Francia han contribuido a marcar una inflexi¨®n en los debates p¨²blicos sobre la crisis de la Eurozona. Las pol¨¦micas ya no versan tanto sobre la capacidad de los europeos de actuar de modo decisivo y de dotarse de los instrumentos para gobernar su econom¨ªa como sobre el acierto de la f¨®rmula aplicada: austeridad inmediata y sin l¨ªmite hasta restablecer la confianza de los mercados. El fracaso de esta estrategia es patente en los pa¨ªses intervenidos (Grecia, Irlanda y Portugal) y en Espa?a, pero tambi¨¦n en otros pa¨ªses crece el paro, se generaliza la recesi¨®n y los ataques a la deuda se recrudecen. El cuestionamiento de la pol¨ªtica de austeridad incondicional, que hab¨ªa sido relegado en los debates pol¨ªticos nacionales y europeos en pos de la unidad de acci¨®n, cobra m¨¢s fuerza. Esta vez los que pueden perder el poder no son ya los gobernantes d¨ªscolos o displicentes en su aplicaci¨®n, como Berlusconi y Papandreu, sino justamente los que la defendieron en Francia, Holanda o la Rep¨²blica Checa.
El retorno del debate puede ser lo que devuelva a los ciudadanos, y quiz¨¢ a los mercados, la confianza
En medio de la tormenta econ¨®mica, la Uni¨®n Europea est¨¢ metida de lleno en la transformaci¨®n de su gobernanza. Se est¨¢n rompiendo barreras que antes parec¨ªan insalvables y forjando acuerdos que podr¨ªan adentrarnos en una UE sensiblemente distinta a la que conocemos. Ante el acuerdo sobre el pacto fiscal, Reino Unido hizo por primera vez uso expl¨ªcito de su veto; sus socios decidieron simplemente pasar de largo, y as¨ª qued¨® devaluado este recurso de ¨²ltima instancia. Con el pacto fiscal se ha investido a la Comisi¨®n de poderes sin precedentes en materia econ¨®mica y los Estados avanzan en un terreno hasta ahora altamente sensible. Un grupo de 11 Estados est¨¢ considerando fusionar las funciones de presidente de la Comisi¨®n (Barroso), y del Consejo, (Van Rompuy), en una sola persona elegida por el Parlamento Europeo seg¨²n su proporci¨®n de fuerzas. Quiz¨¢s parad¨®jicamente, la impotencia de las instituciones comunitarias ante la crisis, que ha debilitado enormemente a Europa y ha castigado a millones de ciudadanos, hace posible ahora avanzar en integraci¨®n.
El reequilibrio en el debate entre los partidarios de aplicar inmediatamente el pacto fiscal al pie de la letra y los que piden antes medidas para reestablecer el crecimiento puede abrir la puerta a compromisos no s¨®lo en pol¨ªtica econ¨®mica, sino tambi¨¦n para la formaci¨®n de un gobierno europeo m¨¢s fuerte. Si no les une la voluntad de superar la crisis construyendo una Europa m¨¢s fuerte, tal vez lo haga la amenaza de quedar en manos de populistas irresponsables que aprovechan sus contradicciones y sus fracasos, que condicionan el discurso pol¨ªtico y obtienen cada vez mejores resultados electorales. La idea de Europa de Merkel y la de Hollande no solo son compatibles: se necesitan una a otra. Sin debate de ideas, sin alternativas en pol¨ªtica econ¨®mica, lo que le queda al espacio p¨²blico es la pelea entre identidades. Y en este debate identitario sacan r¨¦dito una amalgama de xen¨®fobos, antieuropeos, nost¨¢lgicos, desencantados con el sistema y c¨ªnicos oportunistas a los que, como pasa con el Frente Nacional franc¨¦s, ya no se puede simplemente calificar de extrema derecha.
En cuatro a?os de crisis, los l¨ªderes de la UE se han empe?ado en tratar de minimizar su alcance y en esquivar los debates sobre alternativas a la estrategia de austeridad como ¨²nica v¨ªa para restablecer la confianza. A la vez que fracasaban en devolver la calma a los mercados, han perdido la confianza de muchos ciudadanos y han alimentado un irresponsable juego de estereotipos nacionales en el que la culpa siempre cae en el otro y en Bruselas. En su hora m¨¢s cr¨ªtica, el retorno de los debates de pol¨ªtica econ¨®mica, de los equilibrios entre Estados y de los compromisos entre ideolog¨ªas, puede ser precisamente lo que devuelva a los ciudadanos, y probablemente tambi¨¦n a los mercados, la confianza en Europa.
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