A un clavo ardiendo
Hasta Draghi es consciente de la miop¨ªa fundamentalista y habla de introducir crecimiento
El estado de necesidad que impera en Europa, agudizado en Espa?a por la hemorragia del paro y la desconfianza exterior en nuestros bancos y en nuestras cuentas ¡ª¡°Vuelve la gripe espa?ola¡±, pronostica el semanario Der Spiegel desde Berl¨ªn¡ª, nos hace agarrarnos a un clavo ardiendo. Enarbolado por un hombre normal, dif¨ªcil de detestar pero poco inclinado a hacer so?ar; con aspecto de director de sucursal bancaria. Hombre de aparato, sin una gran biograf¨ªa pol¨ªtica, del que su mujer lleg¨® a decir que la inacci¨®n era su principal virtud poniendo como ejemplo que ning¨²n compatriota podr¨ªa recordar qu¨¦ ha hecho en los ¨²ltimos 30 a?os. Fran?ois Hollande tiene sin embargo una alta probabilidad de convertirse el 6 de mayo en presidente de Francia. Probablemente m¨¢s por defecto del agitado Sarkozy que por sus m¨¦ritos. Pero esta es una constante fija en todas las elecciones. Casi un presidente por accidente. El debate electoral en el pa¨ªs vecino se ha enredado m¨¢s en la crisis de identidad de Francia, en un ejercicio de ombliguismo de campanario, la Francia fuerte de Sarkozy y la derecha frente a la Francia tranquila y el cambio sin riesgo de los socialistas, que en la suerte de Europa.
La idea de que ninguno de los considerados poderosos, sean Alemania, Francia o Reino Unido, son nada en el siglo XXI sin sumar en una Europa grande no ha calado a¨²n en los cerebros pol¨ªticos. Trabajan a contracorriente, favoreciendo lo intergubernamental y renacionalizando las pol¨ªticas, diluyendo la masa cr¨ªtica de una Europa de 500 millones de habitantes en un mundo que sufre unos cambios revolucionarios. Hollande ha tenido la habilidad, temeridad para algunos, de sugerir que el pacto fiscal de rigor mortis que mantiene congelada a Europa, por dictado de la poderosa Alemania, ser¨¢ renegociado si llega a la presidencia para a?adirle est¨ªmulos al crecimiento. Sin aspavientos, abre la posibilidad de hacer saltar la ecuaci¨®n 3/2013, el compromiso, inalcanzable sin destrozos sociales, de llegar a un d¨¦ficit presupuestario del 3% del PIB en los pa¨ªses de la eurozona antes de la medianoche del 31 de diciembre del a?o pr¨®ximo. El mayor reto sufrido por frau Merkel, la canciller de hierro, que orden¨® la austeridad inflexible, caiga quien caiga, a cambio de ayudar a los d¨¦biles sure?os incapaces de cuadrar sus cuentas. Ocurre sin embargo que la crisis que se cre¨ªa controlada ha metastizado en el mismo coraz¨®n de la virtuosa Europa del norte, que no vive por encima de sus posibilidades, haciendo sangre en la estable Holanda, socio clave en el n¨²cleo duro europeo, con la ca¨ªda del Gobierno de coalici¨®n del liberal Mark Rutte, incapaz de hacer aceptar un presupuesto de recortes. Si los holandeses, con nota de triple A, no aceptan la medicina del 3%, por qu¨¦ deben hacerlo los espa?oles, italianos, griegos o portugueses.
Las cigarras tambi¨¦n lloran al igual que las perezosas hormigas meridionales. Grecia podr¨ªa seguir el rumbo de Holanda tras las elecciones del 6 de mayo. Como dice el diario ateniense Ta Nea, ¡°la moneda no puede definir el destino de un pa¨ªs, es el pa¨ªs el que define el destino de la moneda¡±. Al tiempo conocemos la entrada en recesi¨®n de la isla brit¨¢nica, a pesar de la dureza del ajuste aplicado por el Gobierno conservador liberal. Los Gobiernos que han aplicado la ortodoxia del traje ¨²nico del sastre alem¨¢n van cayendo uno tras otro, como los 10 negritos de Agatha Christie; desde Grecia a Dinamarca pasando por Italia, ya van nueve; los Gobiernos t¨¦cnicos tienen sus d¨ªas contados y el profesor Monti se suma al bloque de los que piden pol¨ªticas de crecimiento.
La ¨²ltima negrita resiste en Berl¨ªn insistiendo en la intangibilidad de la austeridad y lo har¨¢ mientras no peligre su mayor¨ªa electoral, que, de momento, tambi¨¦n es social. Pero siete pa¨ªses europeos ya en recesi¨®n amenazan la econom¨ªa alemana, que vive de sus exportaciones. Merkel se est¨¢ quedando sin socios, los ciudadanos rechazan el modelo alem¨¢n, el cintur¨®n europeo ha llegado al l¨ªmite de estrechamiento; por encima de la pol¨ªtica, crece la percepci¨®n de la inmoralidad de la situaci¨®n por la falta de equidad en el reparto de las cargas de la crisis; prende la irritaci¨®n por la ausencia de explicaciones y la obligaci¨®n de creer en el pensamiento m¨¢gico de la curaci¨®n por el ajuste inflexible. Hasta Draghi, el banquero europeo, es consciente de la miop¨ªa fundamentalista y habla de la necesidad de introducir crecimiento. Aunque lo haga con este extraordinario eufemismo: ¡°La austeridad comienza a enviarnos el eco de sus efectos contradictorios¡±. Hasta los dominantes mercados se han dado cuenta y requieren pol¨ªticas que devuelvan el crecimiento, sin el cual no hay negocio. Al final es una cuesti¨®n de sentido com¨²n: cur¨¦monos, no nos suicidemos.
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