Un capo rodeado de cardenales
La fiscal¨ªa de Roma autoriza la apertura de la cripta donde est¨¢ enterrado un jefe mafioso para investigar el secuestro de una joven, hija de un empleado del Vaticano, en 1983
Enrico De Pedis muri¨® como vivi¨®, a tiros, en un callej¨®n del Campo de' Fiori, el 2 de febrero de 1990, a los 35 a?os, despu¨¦s de haber sido uno de los ¨²ltimos capos de la banda de la Magliana, un atajo de malhechores que desde mediados de los setenta controlaba los bajos fondos de la ciudad de Roma. Nadie se acordar¨ªa de Renatino ¡ªsu nombre de guerra¡ª si no fuera porque, en el a?o 2005, durante la emisi¨®n de un programa de la televisi¨®n italiana dedicado a buscar a personas desaparecidas, se recibi¨® una misteriosa llamada:
¡ªSi quer¨¦is saber m¨¢s sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis¡
Aquella noche, el programa Chi l'ha visto, una especie de Qui¨¦n sabe d¨®nde a la italiana, repasaba por en¨¦sima vez los detalles de la desaparici¨®n de Emanuela Orlandi, de 15 a?os, hija de un empleado del Vaticano. La ¨²ltima vez que la vieron fue a las siete de la tarde del mi¨¦rcoles 22 de junio de 1983, tras salir de clase de m¨²sica, junto a la romana bas¨ªlica de San Apolinar, a solo unos metros de la plaza Navona. Su familia empapel¨® la ciudad con su retrato en blanco y negro: ¡°Pelo negro, largo y lacio. Pantal¨®n vaquero y camisa blanca. Zapatillas de gimnasia. 1,60 de estatura¡¡±. Unas horas despu¨¦s, en la ciudad del Vaticano se empezaron a recibir llamadas de los supuestos secuestradores. Un var¨®n que hablaba italiano con acento anglosaj¨®n ped¨ªa la liberaci¨®n del turco Al¨ª Agca, quien dos a?os hab¨ªa atentado contra el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. Las extra?as y muy escurridizas llamadas telef¨®nicas ¡ªhubo hasta 16 y ninguna pudo ser grabada por la polic¨ªa¡ª desaparecieron un d¨ªa y jam¨¢s se supo si detr¨¢s de su secuestro estaba realmente el terrorismo internacional o las siempre turbias cuentas del Vaticano. Justo un a?o antes hab¨ªa estallado el esc¨¢ndalo del Banco Ambrosiano, una de cuyas habilidades consist¨ªa en lavar el dinero de la Mafia o de la logia mas¨®nica P-2. ?Qu¨¦ viejas y sucias cuentas se estaban tratando de ajustar a trav¨¦s del sufrimiento de la muchacha Orlandi? En 2005, nada m¨¢s y nada menos que 22 a?os despu¨¦s, el programa de televisi¨®n segu¨ªa buceando en la oscuridad m¨¢s absoluta cuando una llamada entr¨® en antena:
¡ªSi quer¨¦is saber m¨¢s sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis¡
¡°Si quer¨¦is saber m¨¢s sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis¡¡±, dijo una voz misteriosa en televisi¨®n
Pero, ?d¨®nde estaba enterrado De Pedis? Tras algunas investigaciones, salt¨® el esc¨¢ndalo. Si bien el criminal hab¨ªa muerto como hab¨ªa vivido, a sangre y fuego, su ¨²ltimo reposo lo hab¨ªa encontrado en la exquisita paz de la bas¨ªlica de San Apolinar. La conmoci¨®n fue general: el capo De Pedis compart¨ªa cripta con cardenales de la Iglesia. Su sepultura fue autorizada por el entonces rector de la bas¨ªlica, monse?or Piero Vergari, con un texto que no tiene desperdicio: ¡°Se certifica que el se?or Enrico De Pedis, nacido en Roma-Trastevere el 15/05/1954 y fallecido en Roma el 2/2/1990, ha sido un gran benefactor de los pobres que frecuentaban la bas¨ªlica y ha ayudado concretamente a muchas iniciativas de bien patrocinadas en estos ¨²ltimos tiempos, tanto de car¨¢cter religioso como social. Ha dado contribuciones particulares para ayudar a los j¨®venes, interes¨¢ndose sobre todo por su formaci¨®n cristiana y humana¡¡±.
No parece que los j¨®venes de la banda de la Magliana ¡ªretratados por Giancarlo de Cataldo en su obra Una novela criminal (publicada en Espa?a por Roca)¡ª lograran a trav¨¦s de su formaci¨®n ¡°cristiana y humana¡± hacerse con el control de la delincuencia de Roma y colaborar, a ratos, con la Mafia y con las cloacas del Estado, pero a pesar de eso ¡ªo tal vez por ello¡ª el entonces presidente de la Conferencia Episcopal italiana, cardenal Ugo Poletti, dio el pl¨¢cet. Ahora se ha sabido ¡ªseg¨²n declaraciones de una fuente del Vaticano a la agencia de noticias Ansa¡ª que la viuda del capo pag¨® mil millones de liras (unos 450.000 euros) al cardenal Poletti por una tumba para su santo. El caso es que De Pedis sigue enterrado a San Apolinar, a solo unos metros del lugar donde la joven Orlandi fue vista por ¨²ltima vez¡
Desde hace a?os, la familia de la muchacha pide ayuda al Papa para que la Iglesia cuente todo lo que sabe. Ha reunido m¨¢s de 80.000 firmas y, por fin, ha logrado que la fiscal¨ªa de Roma autorice la apertura de la tumba del capo, para comprobar si junto a sus restos est¨¢n tambi¨¦n escondidos los de la muchacha. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, insiste una y otra vez en que no dispone de datos ocultos e intenta defender la actuaci¨®n de Juan Pablo II que ¡°hasta en ocho ocasiones hizo llamamientos p¨²blicos a favor de la liberaci¨®n de Emanuela¡±. Sin embargo, las huellas, aunque cada vez m¨¢s d¨¦biles, siguen aproxim¨¢ndose al otro lado del T¨ªber. En junio de 2008, una antigua novia de Enrico De Pedis recuper¨® extra?amente la memoria y cont¨® algunos de los pasajes de su vida con el capo. Muchas de las cosas que dijo no ten¨ªan ni pies ni cabeza, y as¨ª se demostr¨®, pero otras resultaron muy llamativas. Cont¨®, por ejemplo, que ella acompa?¨® a De Pedis a deshacerse del cad¨¢ver de la muchacha a las afueras de Roma. No solo aport¨® la marca y el color del veh¨ªculo presuntamente utilizado en el secuestro ¡ªun BMW 745i gris oscuro¡ª, sino que asegur¨® que se encontraba en un garaje subterr¨¢neo cercano a Villa Borghese. Los polic¨ªas ¡ªseguramente sin mucha convicci¨®n¡ª se acercaron y¡ all¨ª estaba, 18 a?os despu¨¦s de la muerte del capo. Al indagar sobre el veh¨ªculo se descubri¨® que el primer due?o fue un empresario relacionado con el Banco Ambrosiano¡.
¡ªSi quer¨¦is saber m¨¢s sobre Emanuela, mirad en la tumba de De Pedis¡
Desde hace a?os, la familia de la muchacha pide ayuda al Papa para que la Iglesia cuente todo lo que sabe del caso
La voz an¨®nima que aquella noche de 2005, en un programa de televisi¨®n, volvi¨® a resucitar el caso Orlandi ten¨ªa acento italiano. Pero la que, en 1983, llam¨® 16 veces al Vaticano atribuy¨¦ndose la autor¨ªa del secuestro luc¨ªa un deje anglosaj¨®n. Nunca pudo ser analizada porque su due?o logr¨® siempre burlar las grabadoras policiales. Aquella voz se conoci¨® como ¡°la del americano¡± y se especul¨® con que fuera la del poderoso cardenal Paul Marcinkus, el banquero de Dios, fallecido en 2006 en Arizona, tan lejos de Roma. Una ciudad misteriosa donde un capo cabalga hacia el infierno escoltado por cardenales.
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