Los acusados por el 11-S no ser¨¢n juzgados hasta dentro de un a?o
La lectura de los cargos es el pistoletazo de salida de un juicio largo tiempo esperado pero que a¨²n tardar¨¢ en concretarse
El tremendo circo de este s¨¢bado en Guant¨¢namo provocar¨ªa la hilaridad si no fuera porque lo que est¨¢ en juego es la vida de cinco personas, la de Jalid Sheij Mohammed y los otro cuatro acusados de haber planificado los ataques terroristas del 11-S. Desde el primer momento, los cinco hombres han desafiado al tribunal establecido y se han negado a escuchar a trav¨¦s de los cascos que el tribunal ha dispuesto para la ocasi¨®n para la traducci¨®n simult¨¢nea. Casi una hora despu¨¦s de haber comenzado la audiencia en la que el juez deb¨ªa de comunicar los cargos a los acusados, el resultado era de tablas, no se avanzaba en ninguna direcci¨®n. As¨ª sigui¨® la ma?ana. Y tras m¨¢s de 12 horas de vista, sin fecha exacta para un juicio, la conclusi¨®n es que los cinco acusados rechazaron declarase inocentes o culpables y han postergado esa decisi¨®n para otra fecha. Con casi toda seguridad, la audiencia seguir¨¢ este domingo.
La fecha del juicio est¨¢ por cerrar pero no ser¨¢ antes del cinco de mayo del a?o que viene. Hasta entonces, Sheij Mohamed y sus supuestos c¨®mplices: Ali Abdul Aziz Ali, su sobrino; Walid bin Attash, exguardaespaldas del fallecido l¨ªder de Al Qaeda Osama bin Laden; Ramzi Bin al Shibh, entrenado para pilotar uno de los aviones que estrellaran el 11-S y miembro de la c¨¦lula de Hamburgo (Alemania), y Mustafa Ahmed Adam al Hawsawi, supuesto encargado de la financiaci¨®n de los ataques, seguir¨¢n esperando en Guant¨¢namo.
La insistencia del juez de que los acusados -uno de los cuales, Walid Bin Attash, lleg¨® atado a una silla porque se hab¨ªa resistido a abandonar su celda y tuvo que ser reducido por marines- se pusieran los cascos rayaba en lo rid¨ªculo, ya que todos ellos entienden y hablan perfecto ingl¨¦s -Mohammed, por ejemplo, estudi¨® ingenier¨ªa en la Universidad de Carolina del Norte-. Pero, en este caso, para el juez las reglas cuentan y ten¨ªa que quedar claro que los acusados - Walid Bin Attash; Ramzi Binalshibh; Ali Abdul Aziz Ali; Mustaf¨¢ Ahmed Al Hawsawi y Mohammed- entend¨ªan lo que estaba sucediendo.
Este s¨¢bado se ha vuelto a ver la imagen del hombre que se define a s¨ª mismo como el autor ¡°de la A a la Z¡± de los ataques terroristas del 11-S. La ¨²ltima instant¨¢nea de Mohammed era de 2008, cuando compareci¨® ante una corte similar pero durante la Administraci¨®n de George W. Bush -tan poco han cambiado las cosas con respecto a Guant¨¢namo en la era Obama-. Anterior a esa, la imagen que el mundo tiene del hombre acusado de acabar con la vida de 2.976 personas el 11 de septiembre de 2001 es la de su captura por la CIA en 2003. Mohammed ya no es el hombre rudo y de mirada desafiante que era antes de vivir confinado seis a?os en Guant¨¢namo. El autor intelectual de los atentados de Nueva York, Washington y Pensilvania luc¨ªa ayer una largu¨ªsima barba cana que hab¨ªa sido te?ida de pelirrojo y t¨²nica y turbante blancos.
La puesta en escena de la lectura de cargos no ha defraudado y ha estado a la altura del paroxismo que es la invenci¨®n de Guant¨¢namo. Se tem¨ªa que los acusados aprovecharan la oportunidad de ser escuchados por el mundo -o al menos por un grupo reducido de periodistas- para expresar su odio a EE UU -como en anteriores ocasiones- e invocar la muerte para los norteamericanos. No ha sucedido. Solo Ramzi Binal Shibh se puso de pie en una ocasi¨®n y se arrodill¨® para rezar; Bin Al Shibh rompi¨® su sepulcral silencio para decir que el coronel Muamar Gadafi estaba confinado en Guant¨¢namo y no muerto. Una de las abogadas de la defensa, vestida con una abaya negra, ha solicitado que las mujeres -tres- que forman parte del equipo de la acusaci¨®n vistan de manera que los acusados no cometan ¡°un pecado visual¡±. Al menos una de ellas -dos civiles y una teniente de la Armada de EE UU- lleva falda.
El ¨²nico acusado que levant¨® la voz durante la audiencia fue Ramzi Bin Al Shibh, quien deb¨ªa de haber sido el piloto n¨²mero 20 de los vuelos pero no lleg¨® a inmolarse porque le denegaron el visado de entrada en EE UU. ¡°Tal vez no nos vuelvan a ver aqu¨ª nunca m¨¢s. Nos quieren matar en los campos [de la prisi¨®n] y har¨¢n que parezca un suicidio¡±, grit¨® el acusado en ingl¨¦s.
Once a?os despu¨¦s del 11-S y casi una d¨¦cada despu¨¦s de su captura, los cinco acusados se enfrentan a la pena capital por haber cometido conspiraci¨®n, actos de terrorismo, secuestro de aviones, homicidio premeditado en violaci¨®n de las leyes de guerra, ataques a no combatientes, destrucci¨®n de bienes civiles, da?os f¨ªsicos intencionados y destrucci¨®n de propiedades. El juicio a unos hombres recluidos en una secci¨®n de Guant¨¢namo bajo estrictas medidas de seguridad, tanto es as¨ª que la ubicaci¨®n exacta es mantenida en secreto, en una prisi¨®n dentro de la prisi¨®n que se conoce como Camp Seven, no llegar¨¢ antes de un a?o.
El proceso simult¨¢neo que los cinco hombres van a seguir levanta dudas y cr¨ªticas por parte de abogados y grupos de defensa de los derechos civiles. Para empezar, los cinco manifestaron su deseo de declararse culpables en una vista que se produjo a un mes de la toma de posesi¨®n de Barack Obama, cuando en diciembre de 2008 tres de ellos renunciaban a sus abogados, porque no confiaban en ellos, y pidieron ser condenados a muerte. Esas declaraciones llevar¨ªan a plantear la necesidad de un juicio si hay una declaraci¨®n de culpabilidad.
Posteriormente, Obama declar¨® su determinaci¨®n de cerrar Guant¨¢namo un d¨ªa despu¨¦s de asumir su cargo el 20 de enero de 2009. Como consecuencia, el presidente anunci¨® su deseo de que los presos fueran juzgados en territorio estadounidense y en juzgados civiles. A finales de ese mismo a?o, el fiscal general, Eric Holder, anunciaba que los cinco hombres se enfrentar¨ªan a un juicio civil en Nueva York, a poca distancia de donde se erig¨ªan las Torres Gemelas que fueron derribadas por los aviones pilotados por terroristas de Al Qaeda.
La medida provoc¨® un acalorado debate en Nueva York y lleg¨® hasta el Capitolio, donde los republicanos bloquearon varias medidas que prove¨ªan de los fondos necesarios al Departamento de Justicia para transportar a los detenidos desde la base naval en Cuba hasta territorio norteamericano.
Finalmente, Holder tiraba la toalla y se rend¨ªa a la evidencia de que los hombres encerrados en Guant¨¢namo afrontar¨ªan all¨ª su suerte.
Si todo lo anterior no fuera poco, adem¨¢s, la sombra de la tortura cubre todos y cada uno de los cinco casos que ser¨¢n juzgados a partir de hoy. Al autoproclamado cerebro del 11-S se le lleg¨® aplicar hasta 183 veces en 2003 la t¨¦cnica conocida como waterboarding (asfixia simulada). La gran mayor¨ªa de las confesiones de estos hombres fueron extra¨ªdas por interrogadores de la CIA bajo tortura y con m¨¦todos que la Administraci¨®n Obama declar¨® ilegales al llegar al poder.
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