La igualdad
Obama opta por la batalla de los derechos civiles para ganar unas elecciones complejas
?Un refer¨¦ndum sobre Sarkozy ha enviado al presidente franc¨¦s al desv¨¢n de la historia de la Quinta Rep¨²blica. Las fichas del domin¨® de la crisis contin¨²an aplastando a todos aquellos que estaban de guardia durante la Gran Recesi¨®n. ?Le podr¨ªa ocurrir lo mismo el 6 de noviembre a Obama en EE UU donde la esperanza ha dejado paso a la desilusi¨®n? Monsieur Normal, con el aspecto tranquilizador de un primer ministro escandinavo, sin ser Bambi, ?otro Zapatero?, ha resucitado las esperanzas de una desvanecida socialdemocracia que cree estar delante del espejismo del fin de la sequ¨ªa socialista en Europa. ?El gris Romney puede ser la fuerza tranquila que consiga que Obama no sea reelegido? Le ha bastado a Hollande la promesa de un cambio de estilo en la manera de gobernar y la visi¨®n de un nuevo realismo europeo, para conformar un frente de rechazo a una Europa que solo hable alem¨¢n. El nuevo presidente, al igual que hizo Rajoy, orill¨® la profundidad del declive econ¨®mico del pa¨ªs describiendo un nebuloso crecimiento, sin sacrificios mayores, para una Francia todav¨ªa satisfecha de s¨ª misma. ?Les suena? Una socialdemocracia correctora del mercado a la que le toca demostrar que puede ir m¨¢s all¨¢ de gestionar el rigor presupuestario con alguna dosis de sentido social, para poder desmentir aquello tan desvergonzado de izquierda y derecha unidas jam¨¢s ser¨¢n vencidas.
El 12 de julio de 1789, dos d¨ªas antes de la toma de la Bastilla, Luis XVI le preguntaba al duque de La Rochefoucauld: ¡°?Es una revuelta? No, sire, es una revoluci¨®n¡±. Lo ocurrido en Francia el 6 de mayo no es revolucionario, aunque la ciudadan¨ªa que lo ha producido pueda sentirse como tal, herencia hist¨®rica bipolar arraigada en el ADN de los franceses. Es solo una alternancia. Nada parecido a la llegada al poder en Francia del Frente Popular en 1936, o de Mitterrand en 1981. Un cambio que, junto a las elecciones en Grecia, aumenta sin embargo las incertidumbres europeas y pone m¨¢s cerca a la cuna de la democracia de la salida del euro. Europa est¨¢ bajo la presi¨®n de los extremos, como explica un editorial de Le Monde, con ecos de la Rep¨²blica alemana de Weimar con el ascenso de la ultraderecha populista. Si fracasan los partidos tradicionales, el ¨²ltimo cortafuegos, o estos asumen las tesis de los extremistas, como hizo Sarkozy, ?qu¨¦ queda?
Con la sugerencia de emplear la manguera p¨²blica keynesiana aunque sea en dosis homeop¨¢ticas, forzando a una Alemania al¨¦rgica y al Banco Central Europeo, Francia y la UE se alinean de alguna manera con Estados Unidos. Para evitarlo est¨¢ Merkel. No se trata en Europa de un New Deal, el programa de inversiones p¨²blicas masivas utilizado por Franklin Roosevelt para vencer la Gran Depresi¨®n. Barack Obama intent¨® una p¨¢lida r¨¦plica al comienzo de su mandato y podr¨¢ defender en campa?a que evit¨® que la Recesi¨®n acabara en enorme Depresi¨®n, rescatando a los bancos y a la industria del autom¨®vil.
Una recuperaci¨®n econ¨®mica bajo par en EE UU y un paro que no cede pueden complicar la reelecci¨®n de Obama, que debe impedir que el voto se convierta en un plebiscito sobre su hoja de servicios; Romney, que ya ha concitado la reuni¨®n de todo el espectro conservador, Tea Party incluido, movido por el rechazo visceral al primer presidente negro, insistir¨¢ en forzar ese refer¨¦ndum que hoy dif¨ªcilmente ganar¨ªa el presidente, que asume un d¨¦ficit de 1,3 trillones de d¨®lares. Los d¨¦ficits importan, incluso una superpotencia no puede vivir por encima de sus posibilidades. Y Estados Unidos, en palabras de David Rothkopf, editor de Foreign Policy, ¡°Es un poco como un hombre de mediana edad de 169 kilos, con problemas de coraz¨®n, caminando por el centro de una ciudad de noche comi¨¦ndose una hamburguesa Big Mac¡±. Obama conf¨ªa en atraerse al centro que abandonar¨ªan los republicanos, present¨¢ndose como campe¨®n de las clases medias frente al ¡°escasamente velado Darwinismo social¡± de sus adversarios. Dirigidos por un empresario de una empresa de capital riesgo que confunde al pa¨ªs con una sociedad an¨®nima, decidido a anular al estado como ¨²ltimo nivelador social, y de seguir permitiendo que las secretarias paguen m¨¢s impuestos que los ejecutivos por sus capitales.
En la b¨²squeda de opciones claras para una elecci¨®n que se presume compleja, Obama ha tocado el clar¨ªn. ?Es la igualdad, est¨²pido! Con nueve palabras: ¡°Creo que las parejas del mismo sexo deben poder casarse¡±. Provoca inmediatamente la respuesta de Romney que quiere una enmienda constitucional que consagre la intolerancia. Los estadounidenses mayoritariamente, aunque por escaso margen, apoyan el matrimonio de los homosexuales. Obama, acusado de falta de audacia pol¨ªtica por sus propias bases, se atreve y sale del armario de los prejuicios. ¡°Es la mayor batalla de los derechos civiles de nuestra ¨¦poca¡±, afirma The New York Times en un editorial.
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