La primera cumbre con Merkel y Hollande ahonda la divisi¨®n en la UE
La cumbre informal sobre el crecimiento muestra las divisiones dentro de la UE Van Rompuy: "Hoy podemos abrir una perspectiva de esperanza. Para los ciudadanos de toda Europa es esencial"
La extra?a combinaci¨®n europea de unidad (en la moneda, en el banco central) y desuni¨®n (en casi todo lo dem¨¢s) ha cristalizado en Bruselas en una batalla campal ¨Cmetaf¨®rica¡ªsobre el proyecto del euro, carente de un impulso claro hacia ninguna parte desde que estall¨® la crisis continental, y van ya 30 largos meses. La escalada de tensi¨®n entre Francia y Alemania ha subido enteros en las horas previas a la cumbre informal, incluso en la inevitable alfombra roja que ha recibido a los l¨ªderes a la entrada del Consejo Europeo.
Francia y su nuevo presidente, Fran?ois Hollande, han cumplido con el gui¨®n previsto y desde primer¨ªsima hora ha puesto sobre la mesa toda la artiller¨ªa: un ambicioso c¨®ctel de ideas diversas que incluyen pol¨ªticas de crecimiento, tasa de transacciones financieras, un nuevo papel del Banco Central Europeo (BCE), la recapitalizaci¨®n del sistema financiero a trav¨¦s del fondo de rescate y una guinda indigesta para el Norte de Europa, los eurobonos. Una nueva ret¨®rica, en fin, aire fresco para sacudir los cimientos de la respuesta europea a una crisis que mantiene entre la espada y la pared a Grecia y Espa?a. La respuesta alemana se resume en una sola palabra: nein. No. No a casi todo. Mil veces no.
Ante esa previsible negativa, los mercados dictaminaron el fracaso de la cumbre horas antes de que los l¨ªderes europeos probaran el primer bocado en la cena informal que sirvi¨® como puesta de largo de Hollande. Esa querencia por el fracaso es antigua. Y en cierta manera arbitraria: hoy no es d¨ªa de acuerdos, a pesar de las tensiones en los mercados, sino de que los pa¨ªses expongan sus ideas de cara a la reuni¨®n de finales de junio y ante las consecuencias de la austeridad a rajatabla con denominaci¨®n de origen alemana. La peculiar trampa que Europa se ha impuesto a s¨ª misma se deja sentir sobre la econom¨ªa (doble recesi¨®n, paro en niveles de depresi¨®n, desasosiego en los mercados) e incluso sobre la pol¨ªtica (ascenso de los extremismos, peligro de fractura del euro). La cumbre tiene que servir para explorar los l¨ªmites sin tab¨²es: no para aprobar medidas. Y los l¨ªmites, en medio de una crisis desmesurada, los impone el m¨¢s fuerte.
Bajo la creciente presi¨®n internacional del G-8, del G-20, de la OCDE, del FMI y ahora de una Francia resucitada que aspira a arrastrar a los socios europeos, la canciller Angela Merkel ha respondido endureciendo su postura. Se ha enrocado con un rosario de negativas: no tajante a los eurobonos, no a las pol¨ªticas de crecimiento que supongan m¨¢s endeudamiento, no al manguerazo a los bancos a trav¨¦s del fondo de rescate, no a un cambio de rumbo en el BCE y, en definitiva, el habitual no, no, no, no y no. Y sin embargo Alemania ha ido variando su posici¨®n a lo largo de la crisis, introduciendo matices a la ortodoxia, y esta vez no iba a ser una excepci¨®n. Merkel se resiste a hablar de eurobonos, pero Hollande ha incluido en el debate referencias a la mutualizaci¨®n de la deuda, aunque es consciente de que esa es una opci¨®n a muy largo plazo. Y Merkel ha hablado a las claras de crecimiento por primera vez en Bruselas, donde su diktat ha conseguido luz verde a un tratado que consagra la austeridad por encima de todas las cosas. Eso s¨ª, crecimiento a su manera: ¡°Para Alemania, esto consiste en profundizar por la v¨ªa del mercado interno, de las reformas laborales, de las reformas estructurales¡±. ¡°Tambi¨¦n por la v¨ªa del Banco Europeo de Inversiones¡±, ha a?adido, el camino que explora Bruselas para tratar de levantar inversi¨®n privada en proyectos de infraestructuras, energ¨ªa e I+D en los pa¨ªses que m¨¢s lo necesiten.
La dureza de Merkel contrasta con el mensaje de Hollande, que ante los medios europeos se ha anticipado a la negativa alemana con una declaraci¨®n de principios: ¡°De entrada, nada deber¨ªa descartarse¡±.
Merkel se resiste a hablar de eurobonos y Hollande habla de la mutualizaci¨®n de la deuda
La divisi¨®n entre Francia y Alemania es profunda en todo lo referente a la filosof¨ªa, a las salidas a medio y largo plazo. Pero menos evidente en cuanto a las dos ¨²ltimas mutaciones de la crisis del euro: la crisis bancaria espa?ola y el ¨²ltimo cap¨ªtulo del incendio griego requieren nuevas medidas excepcionales, y ah¨ª no hay nada claro, pero a la vez nada puede descartarse.
Grecia y Espa?a protagonizan buena parte de la reuni¨®n. La incertidumbre en el desenlace de las elecciones griegas ¨Ccon algunos de los grandes partidos dispuestos a desobedecer las medidas asociadas a los planes de rescate¡ªgener¨® un ruido insoportable durante todo el d¨ªa acerca de la necesidad de disponer de un plan de contingencia, de un plan B, para el hipot¨¦tico caso de que Grecia salga del euro. Atenas quiere renegociar su plan de ajuste, unas condiciones m¨¢s favorables para los cr¨¦ditos que debe devolver, planes de est¨ªmulo para su deprimida econom¨ªa y plazos m¨¢s holgados para recortar el d¨¦ficit. Europa se niega, en principio, a ceder.
El caso espa?ol es bien distinto. Cada vez m¨¢s espinoso, pero sin alcanzar los niveles de tensi¨®n insoportables de Grecia. El presidente espa?ol, Mariano Rajoy, ha llegado a la cumbre informal de Bruselas con una demanda imperiosa: que se garantice ¡°la liquidez, la financiaci¨®n y la sostenibilidad de la deuda¡±, para aliviar la presi¨®n que mantiene la prima de riesgo espa?ola en cotas pr¨®ximas a los 500 puntos. En su opini¨®n, ello puede lograrse, como ya dijo en Chicago, ¡°en 24 horas¡±; basta con que el BCE vuelva a comprar deuda en el mercado secundario o riegue de nuevo con dinero barato a la banca europea.
La demanda espa?ola rompe con el tab¨² de la independencia del BCE, al que los gobiernos europeos no pueden en teor¨ªa dar indicaciones, pero Rajoy considera que ya ha hecho los deberes con la dura reforma laboral, el recorte del gasto p¨²blico o la reestructuraci¨®n del sistema bancario y que Draghi no puede seguir limit¨¢ndose a vigilar la inflaci¨®n, como determinan sus estatutos.
Alemania y Francia solo est¨¢n de acuerdo mutaciones de la crisis del euro: Grecia y Espa?a
Rajoy obtuvo el apoyo de Hollande, con quien almorz¨® en El El¨ªseo camino de Bruselas, y tambi¨¦n cuenta con el respaldo del l¨ªder de la oposici¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, quien asisti¨® en la capital belga a la cumbre de los socialistas europeos. Pero falta el apoyo de Merkel, m¨¢s dif¨ªcil de conseguir. Y tanto Hollande como Rubalcaba creen que la terapia de choque debe completarse con la creaci¨®n de eurobonos o la imposici¨®n de una tasa sobre las transacciones financieras para estimular el crecimiento, algo a lo que se opone Rajoy precisamente para ganarse el apoyo de Alemania con el BCE. Cortes¨ªas de la nov¨ªsima geometr¨ªa variable de alianzas europeas.
Lo que tambi¨¦n rechaza Rajoy, al menos ¡°a d¨ªa de hoy¡± es que la banca espa?ola tenga que acudir al fondo europeo de rescate para recapitalizarse, como ha sugerido Hollande. Admitirlo supondr¨ªa reconocer que su agujero es mayor de lo que parec¨ªa. Rajoy ha encargado a dos auditores externos un examen de la situaci¨®n del sistema financiero espa?ol precisamente para despejar las dudas sobre su solvencia. Pero Europa no se f¨ªa. Cada vez m¨¢s voces en Bruselas instan a Espa?a pedir el dinero, pero por una v¨ªa alternativa: permitir al fondo de rescate que inyecte dinero en los bancos directamente, sin que Madrid lo solicite, permitir¨ªa al Gobierno espa?ol salvar la cara. Una vez m¨¢s, Alemania se niega. Hace falta un acuerdo pol¨ªtico para desencallar la situaci¨®n. Para cuando llegue, quiz¨¢ sea tarde: la pol¨ªtica, una vez m¨¢s, como coche escoba de las ideas econ¨®micas.
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