El presidente se confiesa
Patricio Aylwin fue enemigo de la izquierda a comienzos de los 70, opositor clave de Pinochet y l¨ªder de la transici¨®n m¨¢s compleja y exitosa de Latinoam¨¦rica. Ahora, a los 93 a?os, en una entrevista exclusiva para EL PA?S rememora a Pinochet y Allende
Junto al socialista Salvador Allende y al dictador Augusto Pinochet, Patricio Aylwin Az¨®car es probablemente uno de los tres personajes m¨¢s trascendentes del pasado reciente chileno. Pero, a diferencia del m¨¦dico y del militar, c¨¦lebres para bien y para mal en el mundo entero, este abogado de la Democracia Cristiana (DC) es un pol¨ªtico parad¨®jico que resulta dif¨ªcil de encasillar en un mundo de blanco y negro. Entre 1970 y 1973 fue enemigo de la izquierda: era uno de los l¨ªderes de la oposici¨®n al Gobierno de la Unidad Popular de Allende. El papel que desempe?¨® su partido en el golpe de Pinochet es, de hecho, una discusi¨®n que renace cada cierto tiempo en Chile. Durante la dictadura, entre 1973 y 1989, fue enemigo de la derecha: convertido en uno de los l¨ªderes clave de la oposici¨®n a Pinochet, fue uno de los art¨ªfices de la peculiar alianza entre el centro y la izquierda que permiti¨® derrotar al dictador tras un plebiscito. Fue la g¨¦nesis de la Concertaci¨®n.
En 1990, cuando Chile era una naci¨®n de enemigos, la mayor¨ªa de los chilenos le encomend¨® a Aylwin la tarea de ser el primer presidente democr¨¢tico despu¨¦s de 17 a?os. Y desde La Moneda, con Pinochet todav¨ªa al mando del Ej¨¦rcito, lider¨® la transici¨®n m¨¢s compleja y exitosa de Latinoam¨¦rica, cuyo principal m¨¦rito fue ¡°restablecer una sociedad abierta y superar la pelea excluyente de unos y otros¡±. ¡°Porque es evidente que los chilenos se reconciliaron¡±, afirma. Sin esa administraci¨®n fundacional, Chile ser¨ªa distinto del pa¨ªs que es hoy.
No es posible una transici¨®n exitosa sin la reconstituci¨®n de la verdad¡±
Es oto?o en Santiago. El atardecer se deja sentir en el comedor de la casa de Aylwin en Providencia, un barrio tradicional donde las construcciones de mitad del siglo pasado poco a poco son reemplazadas por edificios. Junto aqu¨ª desde 1956 con su esposa, Leonor Oyarz¨²n, con quien comparte 5 hijos, 17 nietos y 5 bisnietos.
Ten¨ªa 54 a?os cuando Allende se quit¨® la vida en La Moneda; 71 cuando ¨¦l mismo lleg¨® a presidente y 88 cuando Pinochet muri¨® en una cl¨ªnica de Santiago en 2006. Aylwin naci¨® en 1918. En noviembre pasado cumpli¨® 93 a?os.
Pregunta. ?Hubiese sido posible esa transici¨®n exitosa sin la verdad sobre los muertos y desaparecidos?
Respuesta. No es posible una transici¨®n exitosa sin la reconstituci¨®n de la verdad. Y por eso, un mes despu¨¦s del inicio de mi Gobierno, anunci¨¦ la formaci¨®n de la Comisi¨®n Rettig para investigar las violaciones a los derechos humanos.
Lo hizo pese a los consejos de sus asesores, que le recomendaban prudencia. Tras nueve meses de trabajo, el equipo concluy¨® que 2.296 personas hab¨ªan muerto durante el r¨¦gimen militar. Luego Aylwin pidi¨® perd¨®n en nombre del Estado de Chile, con la voz quebrada, en un discurso por televisi¨®n que es parte de la memoria colectiva del pa¨ªs. Eso no le gust¨® a Pinochet, que desconoci¨® la verdad jur¨ªdica e hist¨®rica del informe.
P. Usted tambi¨¦n fue cauto y siempre habl¨® de ¡°buscar la justicia en la medida de lo posible¡±.
R. Us¨¦ esa frase, y la puse en pr¨¢ctica, con el fin de crearle conciencia a la gente de que no era cuesti¨®n de que nosotros lleg¨¢semos y que al d¨ªa siguiente hubiese democracia para todos, sino que era un proceso. Y que este proceso segu¨ªa con el exdictador de comandante en jefe del Ej¨¦rcito.
A comienzos de los a?os noventa, la justicia comenz¨® a abrir las primeras causas contra militares y agentes de la dictadura. Sin embargo, dice: ¡°No habr¨ªa sido viable juzgar a Pinochet. Habr¨ªa dividido terriblemente al pa¨ªs e, incluso, puesto en peligro la continuidad del Gobierno¡±. ?Pero era posible que lo llevara al banquillo la justicia internacional, como pretendi¨® el juez Baltasar Garz¨®n a?os despu¨¦s? ¡°Los problemas de Estado se deben juzgar dentro del pa¨ªs¡±, afirma.
P. Los estudiantes chilenos que salieron a las calles en 2011, nacidos fundamentalmente despu¨¦s del retorno a la democracia, son cr¨ªticos con la transici¨®n porque aseguran que se hicieron muchas concesiones.
R. No cuesta nada decirlo despu¨¦s de que las cosas est¨¢n hechas. Las cr¨ªticas a la transici¨®n son bonitas frases, pero prueban la ignorancia de lo que realmente ocurri¨® y del proceso que vivi¨® Chile.
Pinochet no fue un hombre que obstaculizara las pol¨ªticas del Gobierno que yo encabec¨¦¡±
Aylwin sale a caminar por su barrio y, al ritmo de su paso todav¨ªa ¨¢gil, recita en silencio los poemas de Calder¨®n de la Barca, Rub¨¦n Dar¨ªo y Amado Nervo. Los aprendi¨® hace d¨¦cadas, cuando era un ni?o. Hoy los utiliza para ejercitar la memoria. ¡°Soy un viejo conservado, pero no conservador. Todav¨ªa me siento bien¡¡±.
Hoy por hoy est¨¢ retirado del mundo p¨²blico y hace a?os que no concede entrevistas. Pero es una de aquellas figuras que, incluso desde el silencio, como el expresidente espa?ol Adolfo Su¨¢rez, pareciera trascender el bien y el mal. Es la raz¨®n por la que se le invoca en tiempos de crisis. Y en Chile, aunque las cifras econ¨®micas ahora est¨¢n perfectamente, la pol¨ªtica y las instituciones democr¨¢ticas sufren graves problemas: de acuerdo con encuestas recientes, los chilenos no tienen confianza en los partidos, ni en el Congreso, ni en los tribunales ni en el Gobierno ni en la oposici¨®n. Y eso explica, en parte, el estallido social de 2011.
En medio del clima de crispaci¨®n, el actual presidente chileno, Sebasti¨¢n Pi?era, convoc¨® a Aylwin a La Moneda en diciembre. ¡°Fui amigo de sus padres, por lo que tengo una simpat¨ªa. Sin embargo, observo que no hay solidez en este Gobierno¡±, asegura el exmandatario sobre la Administraci¨®n de derechas. ¡°La UDI est¨¢ por un lado, la RN, por otro. Hay demasiadas diferencias entre los partidos oficialistas. ?Cu¨¢l es el proyecto? Me preocupa hacia d¨®nde va el pa¨ªs bajo el liderazgo de Pi?era. Es decir, cu¨¢les son las grandes l¨ªneas afirmadas por el presidente, planteadas en el Congreso y traducidas en proyectos institucionales para poner en pr¨¢ctica una nueva visi¨®n del pa¨ªs¡±. ?Le falta relato, como dicen los analistas? ¡°Yo no s¨¦ qu¨¦ ser¨¢. Pero¡?cu¨¢l es el proyecto que representa Pi?era? El pi?erismo¡±.
P. La Concertaci¨®n, la alianza de centro-izquierda que usted ayud¨® a fundar, tiene un bajo apoyo ciudadano. ?Tiene futuro ese pacto?
R. No he pensado sobre esa materia. Sin embargo, un proyecto de sociedad que busque democracia, justicia social, crecimiento econ¨®mico, y que levante al pa¨ªs, debiera tener como eje a la DC y al socialismo.
El expresidente se define como ¡°un animal pol¨ªtico¡± y se?ala que su oficio ¡°es una actividad dif¨ªcil, pero indispensable¡±. La sigue cotidianamente: se despierta a las siete y su primera actividad diaria es recoger los peri¨®dicos para leerlos mientras desayuna. Despu¨¦s realiza ejercicios en una salita (dos veces a la semana lo acompa?a un quinesi¨®logo), cruza el patio trasero, se instala en su oficina de una casa contigua y contesta correspondencia con l¨¢piz y papel. Le gusta la lectura y en el verano no se despeg¨® de Pinochet. La biograf¨ªa, obra del historiador Gonzalo Vial.
P. Usted que lo conoci¨® bien, ?c¨®mo era ¨¦l?
R. Pinochet ten¨ªa varias caras.
El dictador se qued¨® al mando de los militares durante todo el primer Gobierno democr¨¢tico (1990-1994). Y la relaci¨®n entre el presidente y su subordinado ¡ª ¡°usted es mi jefe, yo le obedezco a usted¡±, le dijo Pinochet una vez¡ª era formalmente respetuosa. ¡°Sab¨ªa hacerse el simp¨¢tico cuando quer¨ªa. Era socarr¨®n y diablito, jugaba para su propio lado. Pero Pinochet no fue un hombre que obstaculizara las pol¨ªticas del Gobierno que yo encabec¨¦¡±, dice el veterano l¨ªder democristiano.
Sin embargo, ese periodo estuvo marcado por la constante tensi¨®n y, como en el 23-F espa?ol, la incipiente democracia se vio amenazada al menos en dos ocasiones.Al comienzo de la dictadura, indica Aylwin, ¡°Pinochet representaba, por una parte, orden, seguridad, respeto, autoridad. Y, por otra, una econom¨ªa de mercado que iba a permitir la prosperidad del pa¨ªs. Esos fueron los dos factores definitorios, y por eso Pinochet fue popular. Era un dictador, pero popular¡±. En el plebiscito de 1988, de hecho, obtuvo el 44,01% de los votos.
P. ?Le sorprendi¨® cuando en 2004 revent¨® el caso Riggs y se descubrieron las cuentas millonarias de Pinochet?
Allende demostr¨® que no fue buen pol¨ªtico. Si lo hubiera sido, no habr¨ªa pasado lo que le pas¨®¡±
R. La verdad es que a m¨ª me sorprendi¨®. Primero, porque nunca tuve antecedentes. Segundo, porque, en la historia de Chile, ning¨²n presidente hab¨ªa salido m¨¢s rico al finalizar su Gobierno. Y esto, desde el libertador Bernardo O'Higgins hacia delante. El general Carlos Ib¨¢?ez fue dictador, pero no se enriqueci¨®.
?Y Allende? ?c¨®mo era Salvador Allende?La Democracia Cristiana (DC), hist¨®ricamente ha sido de centro y, fundamentalmente, antiderechista. Sin embargo, entre 1970 y 1973, durante el Gobierno socialista de la Unidad Popular, la colectividad realiz¨® una alianza t¨¢ctica con la derecha y se opuso a Allende. En esos a?os, Aylwin desempe?¨® un papel importante: ¡°Fuimos adversarios, pero adversarios bastante civilizados. Como presidente del Senado y luego del partido, me toc¨® negociar directamente con Salvador Allende. Tuvimos conversaciones dif¨ªciles¡±.
P. El expresidente Eduardo Frei Montalva, ya fallecido, se?al¨® en una oportunidad que lo consideraba fr¨ªvolo. ?Comparte ese juicio?
P. No le podr¨ªa decir que Allende no era fr¨ªvolo. Era muy simp¨¢tico, atractivo. Ten¨ªa una autoestima muy fuerte. Sab¨ªa convencer, era un muy buen argumentador. Y lo hac¨ªa con el alma, le sal¨ªa de dentro.
P. ?Usted cree que era un buen pol¨ªtico?
R. Allende termin¨® demostrando que no fue buen pol¨ªtico, porque si hubiera sido buen pol¨ªtico no habr¨ªa pasado lo que le pas¨®.
Ya han pasado casi 40 a?os del golpe de Estado de 1973. El debate sobre las causas del quiebre institucional, sin embargo, todav¨ªa son debatidas por pol¨ªticos e historiadores. Aylwin ha se?alado que el tal¨®n de Aquiles de Allende fue haberse convertido en reh¨¦n de los partidos de izquierda. Hoy en d¨ªa, al analizar el proceso, insiste en que ¡°hizo un mal gobierno y que el Gobierno cay¨® por debilidades de ¨¦l y de su gente¡±.
Hay quienes tienen otras explicaciones: el Congreso estadounidense desclasific¨® en 1975 el informe Church, que indica que, en el contexto de la guerra fr¨ªa, los norteamericanos invirtieron mucho dinero entre 1963 y 1973 para evitar que Chile siguiera los pasos de Cuba. Y lograron la desestabilizaci¨®n del Gobierno de Allende. Sin embargo, Aylwin asegura: ¡°El golpe se habr¨ªa producido sin la ayuda de Estados Unidos. Estados Unidos lo empuj¨®, pero la mayor¨ªa del pa¨ªs rechazaba la pol¨ªtica de la Unidad Popular, eso era evidente¡±.
P. Carlos Altamirano, secretario general del PS en aquella ¨¦poca, public¨® sus memorias recientemente, y en el libro se?ala que su partido, la DC, tiene una ¡°responsabilidad hist¨®rica¡± en el golpe de Estado de 1973.
R. Carlos Altamirano puede decir muchas cosas, pero, en el golpe de Estado, la DC no tuvo ninguna participaci¨®n. Eso puedo asegurarlo de manera absoluta, en conciencia. Y yo fui durante todo el Gobierno de Allende parte de la direcci¨®n del partido. Estuvimos interesados en cambiar la orientaci¨®n del Gobierno de Allende, pero no en derrocarlo. El golpe militar fue otra cosa.
Habr¨ªa habido golpe sin ayuda de Estados Unidos. El pa¨ªs rechazaba la Unidad Popular¡±
P. ¡°Nunca Frei (Montalva) o Aylwin intentaron tirarle un salvavidas a Salvador¡±, ha dicho Altamirano.
R. Creo que es una afirmaci¨®n infundada. Yo dir¨ªa que las actitudes demag¨®gicas de Carlos Altamirano hicieron m¨¢s da?o a Salvador Allende que las posiciones que pueda haber tomado la DC. ?l se esforz¨® por radicalizar el conflicto, y en eso, indudablemente, la v¨ªctima fue el Gobierno.
Aylwin explica: ¡°Allende no era el responsable de todo lo que su Gobierno hac¨ªa. Sectores de PS, empezando por Altamirano, enturbiaban la convivencia nacional, la relaci¨®n entre La Moneda y la oposici¨®n, y no ayudaban en nada al presidente. Practicaron la pol¨ªtica de choque y de hechos consumados, no cabe duda. El lema era Avanzar sin transar. Nunca nos miraron como eventuales aliados. Para que triunfara el socialismo en Chile hab¨ªa que eliminar a la DC¡±. El expresidente indica que, al reabrir la discusi¨®n, ¡°ellos buscan alguna explicaci¨®n del fracaso del Gobierno de Allende y del socialismo en Chile¡±. Y concluye: ¡°No tiene ninguna raz¨®n l¨®gica echarnos la culpa¡±.
El 4 de septiembre de 1990, Aylwin encabez¨® los funerales de Estado del expresidente Allende, cuyos restos, hasta ese momento, estaban en un cementerio de la ciudad de Vi?a del Mar. ¡°Debo decirlo con franqueza: si se repitieran las mismas circunstancias, volver¨ªa a ser decidido opositor, pero los horrores y quebrantos del drama vivido por Chile desde entonces nos han ense?ado que esas circunstancias no deben ni pueden repetirse por motivo alguno¡±, dijo Aylwin.
El quiebre de la democracia es un cap¨ªtulo dif¨ªcil para el exmandatario. En 1974, de hecho, comenz¨® a escribir un libro sobre la relaci¨®n de la DC y el Gobierno de la Unidad Popular. Aunque ya lo finaliz¨®, lo sigue revisando una y otra vez. ¡°He tenido dudas de la conveniencia de que yo haga p¨²blico ese libro¡±, confiesa.
P. ?Podr¨ªa reabrir viejas heridas?
R. Estoy indeciso sobre si debo dejar que las pr¨®ximas generaciones discutan estos temas y no ser yo el que abra el debate.
Aylwin decidi¨® no escribir memorias: "Siempre he sido contrario a los personalismos". Sin embargo, aunque no piensa demasiado en el futuro, sabe perfectamente c¨®mo le gustar¨ªa que se le recuerde: ¡°Espero que mis compatriotas y la historia me muestren como un dem¨®crata, un chileno abierto al pluralismo, impulsor de la justicia social y defensor de los derechos humanos¡±.
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