Huir de Argelia
Decenas de miles de franceses, muchos de origen espa?ol, emigraron de Argelia al Levante espa?ol hace 50 a?os cuando Francia concedi¨® la independencia a su ¨²ltima colonia magreb¨ª. Mientras, los refugiados republicanos en Or¨¢n y Argel volv¨ªan a exiliarse, esta vez en Francia.
Junto a su familia, Jos¨¦ Falc¨®n corri¨® con todas sus fuerzas, hace ya 50 a?os, hasta el portaaviones La Fayette atracado en Or¨¢n. Quer¨ªa poner a salvo, en su bodega, a su mujer, H¨¦l¨¨ne, y a sus tres hijos. El barco de guerra estaba lleno hasta la bandera con refugiados como ¨¦l y cientos de harkis, los mercenarios argelinos que lucharon junto al Ej¨¦rcito franc¨¦s en la guerra de la independencia de Argelia.
¡°Los moros cortaban las cabezas de los europeos, hab¨ªa que escaparse¡±, recuerda Falc¨®n, barcelon¨¦s de 96 a?os, en su modesto chal¨¦ adosado de Toulouse. Atr¨¢s dejaba entonces 23 a?os de exilio en la Argelia francesa. Falc¨®n fue aviador republicano, el que libr¨® el ¨²ltimo combate a¨¦reo en los cielos de Catalu?a en febrero de 1939, derribando a un Messerschmitt alem¨¢n. Cruz¨® los Pirineos, pas¨® unas semanas en los campamentos de concentraci¨®n del sur de Francia y emigr¨® a Or¨¢n, donde hab¨ªa sido invitado por su t¨ªo.
Ese d¨ªa, el 5 de julio de 1962, iba a proclamarse la independencia de Argelia, pero horas antes los disparos en el transcurso de una manifestaci¨®n de alegr¨ªa de argelinos en la plaza de Armas de Or¨¢n, la segunda ciudad del pa¨ªs, desataron primero el p¨¢nico y despu¨¦s una matanza de europeos perpetrada por el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional, la resistencia armada argelina, y civiles espont¨¢neos provistos de armas blancas.
Dispararon contra las terrazas de los caf¨¦s, contra los automovilistas; hubo ejecuciones sumarias, secuestros, ahorcamientos y mutilaciones y enucleaciones en plena calle hasta que, con horas de demora, el general franc¨¦s Katz orden¨® a sus 18.000 soldados que interviniesen. El balance de v¨ªctimas oscila, seg¨²n las fuentes, entre 400 y 3.000 muertos y desaparecidos en tres horas. Aunque muchos hab¨ªan huido de Or¨¢n las semanas anteriores, a¨²n quedaban en la ciudad m¨¢s de cien mil europeos.
¡°Gentes aterrorizadas corr¨ªan por todas partes, me gritaban que me escondiera en alg¨²n portal, en alg¨²n local¡±, recuerda Sylvie Ambros, oranesa de 85 a?os. Llevaba d¨ªas recluida en el hotel Univers, que regentaba su padre en el centro de Or¨¢n, pero se hab¨ªa arriesgado a echarse a la calle para comprar comida para su beb¨¦. ¡°Pens¨¦ que el local, en vez de ser un refugio, pod¨ªa convertirse en una ratonera y opt¨¦ por regresar al hotel¡±, prosigue. ¡°En ¨¦l se hospedaban militares franceses que me inspiraban seguridad¡±, a?ade.
El d¨ªa en que se proclam¨® la independencia de Argelia cientos de europeos fueron asesinados en Or¨¢n
Cuatro semanas despu¨¦s, Sylvie Ambros tambi¨¦n se dirigi¨® al puerto con su hija y sus padres para embarcar, ¡°gracias a un enchufe, porque hab¨ªa bofetadas para subir a bordo¡±, pero no eligi¨® el mismo destino que Jos¨¦ Falc¨®n. Zarparon rumbo a Alicante, a 290 kil¨®metros de Or¨¢n. Regresaba a la tierra de sus antepasados porque, aunque hab¨ªan adquirido la nacionalidad francesa, los Ambros eran de origen valenciano. Ahora reside, junto con su hermana, en pleno centro de Alicante, que, seg¨²n Sylvie, ¡°tiene mucho en com¨²n con Or¨¢n, aunque es m¨¢s seco y algo m¨¢s caluroso¡±.
Para Jos¨¦ Falc¨®n, la independencia de Argelia supuso un segundo y doloroso exilio. Para Sylvie Ambros, la vuelta al pa¨ªs de sus ancestros, aunque perdiendo buena parte de su patrimonio. Para Espa?a, la descolonizaci¨®n de Argelia tuvo consecuencias migratorias y pol¨ªticas porque buena parte de los 1,2 millones de europeos que all¨ª resid¨ªan eran espa?oles o de origen espa?ol. En Or¨¢n eran incluso mayor¨ªa (65%), y la calle hablaba espa?ol, y en Argel eran hegem¨®nicos en el populoso barrio de Bab el Oued.
Desde que Francia inici¨® la conquista de Argelia, en 1830, valencianos, murcianos y almerienses empezaron a expatriarse en busca de trabajo y no tardaban en obtener la nacionalidad francesa que Par¨ªs les otorgaba para incrementar el peso demogr¨¢fico de los europeos frente a la mayor¨ªa de musulmanes argelinos.
La ¨²ltima gran oleada de inmigrantes espa?oles lleg¨® coincidiendo con el final de la Guerra Civil cuando el carbonero Stanbrook zarp¨® de Alicante, el 28 de marzo de 1939, atestado con 2.638 pasajeros. Mientras, los ¨²ltimos aviones de la Rep¨²blica volaban hacia el oeste de Argelia. En total, m¨¢s de 7.000 espa?oles se exiliaron en la colonia al acabar la contienda. No siempre la adaptaci¨®n fue f¨¢cil.
¡°Me produjo un choque ver a los moros preparar el t¨¦ en el barco que me traslad¨® de Marsella a Or¨¢n¡± en el verano de 1939, rememora Jos¨¦ Falc¨®n, que hab¨ªa o¨ªdo hablar de las matanzas perpetradas por los soldados rife?os a sueldo de Franco durante la Guerra Civil. ¡°Me esperaba ver all¨ª la sabana africana y sus leones, pero aquello se parec¨ªa m¨¢s bien a la calle de Pelayo de Barcelona¡±, a?ade.
Su ¨²ltimo golpe emocional se lo proporcion¨®, 25 a?os despu¨¦s, la Gendarmer¨ªa cuando, al instalarse en Francia, sac¨® la oposici¨®n de mec¨¢nico del cuerpo. ¡°Coger la plaza supon¨ªa trabajar para aquellos que custodiaron los campos [de concentraci¨®n] en los que estuve con mis compa?eros en el sur de Francia¡±, explica Falc¨®n. Super¨® sus reticencias y guarda un grato recuerdo de su ¨²ltimo empleo.
Entre abril y agosto de 1962 cerca de 50.000 emigrantes procedentes de Argelia llegaron a Espa?a, el 70% a Alicante
¡°A m¨ª me impresionaban los fantasmas de las calles de Argel¡±, recuerda Antonio Asensio, de 73 a?os, refiri¨¦ndose a las mujeres vestidas con largas t¨²nicas blancas que les cubr¨ªan la cabeza y solo dejaban su rostro al descubierto. Cuando ten¨ªa 11 a?os, Asensio vol¨® en avi¨®n de Valencia a Argel pare reunirse con su padre all¨ª exiliado. ¡°A bordo, los pasajeros se desped¨ªan de su tierra cantando El emigrante¡±, asegura.
Los exiliados republicanos se trasladaron en 1962 a la metr¨®poli, pero decenas de miles de pieds-noirs (franceses nacidos en Argelia), de espa?oles que hab¨ªan adquirido la nacionalidad francesa y otros emigrantes valencianos que a¨²n no la ten¨ªan embarcaron en transbordadores, cargueros, barcos de recreo y hasta en veleros rumbo a Santa Pola, J¨¢vea, ?guilas, Cartagena y, sobre todo, Alicante.
¡°2.200 espa?oles llegaron de Or¨¢n¡±, titulaba en portada, el 1 de julio de 1962, el diario Informaci¨®n de Alicante. La v¨ªspera fue el d¨ªa del mayor desembarco, pero entre abril y agosto de 1962 arribaron al sureste de la Pen¨ªnsula 50.000 inmigrantes procedentes de Argelia, el 70% a Alicante, seg¨²n el periodista franc¨¦s Leo Palacio, autor de un libro sobre los pieds-noirs. De ese aluvi¨®n, la prensa espa?ola apenas habl¨®. Es verdad que para algunos Espa?a solo fue un pa¨ªs de tr¨¢nsito.
Cuando en junio el goteo de pesqueros abarrotados de franceses se acentu¨®, el alcalde falangista de Alicante, Agat¨¢ngelo Soler, llam¨® al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Castiella. Le pidi¨® que Espa?a facilitara la salida de los miles de espa?oles que se agolpaban en el puerto de Or¨¢n. Le hizo esperar 20 minutos y le anunci¨® ¡°que sal¨ªan para Argelia dos transbordadores escoltados por barcos de guerra para traerse a aquella gente¡±, declar¨® el alcalde a Informaci¨®n.
La orden la dio el propio general Franco, pero otro general, Charles de Gaulle, tard¨® tres d¨ªas hasta autorizar a atracar al Virgen de ?frica y al Victoria en Or¨¢n. Cuando los buques volvieron a Espa?a, sus pasajeros desembarcaron dando vivas a Franco. No tardar¨ªan en tener a¨²n m¨¢s motivos de agradecimiento al dictador.
Las autoridades les documentaron y les ayudaron a encontrar alojamiento; la Cruz Roja atendi¨® a los enfermos y la prensa local public¨® sus nombres para ayudar a las familias separadas a encontrarse. Muchos hab¨ªan llegado con lo puesto a Alicante y ¡°los bancos les concedieron facilidades crediticias de las que nunca se beneficiaron los espa?oles¡±, sostiene Leo Palacio.
Con esos cr¨¦ditos abrieron supermercados, bares, restaurantes, discotecas, lavander¨ªas, joyer¨ªas, pasteler¨ªas, etc¨¦tera. El 20% de los locales de ocio de Alicante ¡°est¨¢n en manos de nuestros compatriotas¡±, estimaba en 1970 el c¨®nsul de Francia en la ciudad, Petiot de Laluisant, en un informe dirigido a su embajador en Madrid.
Robert Tabarot, que fue la figura m¨¢s c¨¦lebre del exilio franc¨¦s en el Levante, inaugur¨® entonces una pizzer¨ªa en Benidorm. El Ayuntamiento le concedi¨® un permiso excepcional para que permaneciese abierta hasta las seis de la madrugada ¡°mientras todos sus competidores espa?oles deb¨ªan cerrar mucho antes¡±, prosigue Palacio.
Veintitr¨¦s a?os antes, el carbonero Stanbrook hab¨ªa permanecido 72 horas ante las puertas del puerto de Or¨¢n pese al hacinamiento de sus pasajeros republicanos y a la escasez de v¨ªveres para alimentarlos. Cuando, por fin, desembarcaron, las mujeres y los ni?os fueron trasladados a una c¨¢rcel que iba a ser desmantelada y muchos hombres v¨¢lidos fueron enviados a la fuerza a construir el ferrocarril transahariano. El contraste entre la acogida que brind¨® Espa?a a los inmigrantes de Argelia y Francia a los exiliados republicanos es apabullante.
Por algo Le Courrier du Soleil, el semanario que fundaron los franceses en Alicante, describ¨ªa a Franco como el ¡°Mois¨¦s de los tiempos modernos¡± y traduc¨ªa al franc¨¦s los editoriales de Arriba, el ¨®rgano del Movimiento Nacional, ese partido ¨²nico sui generis que encabezaba el propio dictador.
El fervor franquista de los pieds-noirs les llev¨® a hacer campa?a por el s¨ª en el refer¨¦ndum de diciembre de 1966 que supuso una puesta al d¨ªa del r¨¦gimen de Franco. Caravanas de coches con pancartas pegadas al cap¨® en las que se pod¨ªa leer Oui = S¨ª o manifestantes portando r¨®tulos ensalzando a Franco recorrieron las calles de Alicante.
Agat¨¢ngelo Soler, el alcalde, contaba que un pu?ado de emigrantes procedentes de Argelia acudi¨® al Ayuntamiento ¡°a romper sus pasaportes¡± franceses. Eran los m¨¢s radicales, aquellos que renegaban de una patria que les hab¨ªa "traicionado" al conceder la independencia a la tierra en la que hab¨ªan nacido.
Buena parte de los jefes de la Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto (OAS, seg¨²n sus iniciales en franc¨¦s), que caus¨® 2.200 muertos en su lucha contra la independencia, acabaron o, al menos, pasaron por Alicante. ¡°Aqu¨ª estaban fuera del alcance de la justicia francesa y ni uno de ellos fue extraditado a Francia por las autoridades espa?olas¡±, recalca Juan David Sempere Souvannavong, profesor de la Universidad de Alicante que ha investigado a fondo el exilio de los pieds-noirs en Espa?a.
¡°Al principio deb¨ªa acudir a diario a firmar en la comisar¨ªa de El Campello (Alicante)¡±, se?ala Fran?ois Andugar, de 75 a?os, hijo de padres espa?oles emigrantes a Argel, exparacaidista franc¨¦s y despu¨¦s agente de la OAS con numerosos golpes en su historial. ¡°A los de la OAS, la polic¨ªa espa?ola no nos perd¨ªa de vista¡±, a?ade.
Aun as¨ª, ¨¦l y medio centenar de hombres de acci¨®n de la OAS se reagruparon, a finales de 1962, en Vallfogona (Lleida), en un campo de entrenamiento. ¡°Aprend¨ªamos a atracar bancos porque la prioridad era obtener fondos para reconstituir la organizaci¨®n en Francia y, alg¨²n d¨ªa, atentar contra De Gaulle¡±, prosigue. El proyecto fracas¨®.
Andugar confirma as¨ª un rumor, recogido entonces por la prensa francesa, sobre la existencia en Espa?a de campos de la OAS, pero sin aportar pruebas. ¡°Hubo otro recinto de entrenamiento, ef¨ªmero, por Vistahermosa¡±, pegado a Alicante, revela Jean Leonard Decouty, de 81 a?os, otro miembro de la OAS, pero que nunca estuvo en Argelia. ¡°Luch¨¦ desde la metr¨®poli¡±, explica, y para librarse de la justicia huy¨® a Alicante, donde abri¨® un restaurante de post¨ªn.
Decouty evoca con nostalgia el paso por Alicante de los cabecillas de la OAS como Joseph Ortiz o Pierre Lagaillarde, exdiputado de Argel, que consigui¨® un empleo en el economato del colegio franc¨¦s que abrieron los pieds-noirs, en 1962, tras hacer una colecta. La mujer de Lagaillarde impart¨ªa clases de f¨ªsica.
¡°Qu¨¦ duda cabe que al principio el colegio ten¨ªa un tufillo a OAS¡±, reconoce Manuel Garc¨ªa, de 77 a?os, hijo de emigrantes alicantinos a Argel, que fue director del establecimiento en los ochenta. ¡°El Ministerio de Educaci¨®n [franc¨¦s] lo observaba con recelo¡± y, tras su fundaci¨®n, tard¨® una d¨¦cada hasta otorgarle su reconocimiento.
Para aquellos capitanes de la OAS, Espa?a no era una tierra extra?a. Su organizaci¨®n fue fundada en Madrid, en el hotel Princesa, en diciembre de 1960, por el general Raoul Salan ayudado por Ram¨®n Serrano Su?er, el cu?ad¨ªsimo de Franco.
La impronta de la OAS a¨²n persiste, medio siglo despu¨¦s, entre la colonia francesa en Alicante. El candidato del Frente Nacional en las legislativas francesas de junio para la circunscripci¨®n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica fue un pied-nord, Alain Lavarde, de 66 a?os, hijo de un agente de aquel ej¨¦rcito secreto que tantos atentados perpetr¨®. Est¨¢ orgulloso de su resultado: ¡°Obtuve el 22,8% de los sufragios en Alicante, un porcentaje que triplica a mi media en Espa?a¡±.
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