Un gringo en la corte de Ratzinger
El Vaticano contrata al periodista estadounidense Greg Burke para mejorar su imagen tras los esc¨¢ndalos desatados por las filtraciones de documentos
Un periodista norteamericano de 52 a?os, con d¨¦cadas de experiencia en la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox, subir¨¢ este lunes hasta el tercer piso de la secretar¨ªa de Estado del Vaticano, all¨ª donde se acumula todo el poder de la Iglesia, y franquear¨¢ la puerta de un despacho bajo la atenta mirada de un guardia suizo. Ya a solas, se sentar¨¢ ante varias carpetas con informaci¨®n reservada sobre las finanzas de la Santa Sede y las filtraciones de la correspondencia secreta del Papa. Las abrir¨¢, las leer¨¢. Tal vez durante un momento sienta sobre sus hombros la inercia de tantos a?os buscando historias, el impulso de volver a bajar las escaleras del Vaticano, salir a las calles de Roma y contar en horario de m¨¢xima audiencia aquello que acaban de ver sus ojos. Pero no podr¨¢. Desde el lunes, Greg Burke, nacido en Misuri, tiene un dif¨ªcil compromiso con Benedicto XVI.
"Jes¨²s no busc¨® un relaciones p¨²blicas para intentar evitar la cruz¡". A Burke le gusta la frase. Se la dijo un amigo el otro d¨ªa y, en cierto modo, le sirve para aliviar la pesada carga que se ha comprometido a llevar: mejorar la muy deteriorada imagen de la Iglesia. El ¨²ltimo esc¨¢ndalo de las filtraciones no solo ha puesto de manifiesto que en el Vaticano hay demasiados pasadizos al infierno, sino la incapacidad manifiesta de una instituci¨®n de 20 siglos para adaptarse a la transparencia que exigen los tiempos. Sin embargo, y ante la sorpresa general, los hombres de Joseph Ratzinger han reconocido que tienen un problema y han llamado a Houston ¡ªo a Nueva York, para ser exactos¡ª para pedir auxilio. All¨ª se encontraba Burke cuando una llamada desde la Santa Sede le dej¨® sin aliento: "Vuelve a Roma. El Sustituto quiere verte¡".
El Sustituto, en el lenguaje vaticano, es el arzobispo que dirige la secci¨®n para Asuntos Generales de la Secretar¨ªa de Estado. Se encarga de "los asuntos concernientes al servicio cotidiano del Sumo Pont¨ªfice", desde la redacci¨®n de los documentos a la custodia del sello de plomo y el anillo del Pescador. A Greg Burke, que a partir de ahora vivir¨¢ entre prelados, le corresponder¨¢ algo m¨¢s mundano: "Ni soy cardenal ni un gur¨² de la comunicaci¨®n, pero s¨ª un periodista y por eso s¨¦ lo que buscan los periodistas. Puedo aconsejar. Intentar influir para que haya menos espacios de oscuridad en el Vaticano. Cuando no se sabe, se fabula, se imagina lo peor. Mi idea es aportar claridad. Tengo ilusi¨®n, pero s¨¦ que no voy a poder resolverlo todo. Ir¨¦ poco a poco, no entrar¨¦ como los marines¡".
Tomando un capuchino en el barrio romano de Prati, Greg Burke ¡ªque hace solo unas semanas obtuvo la nacionalidad italiana¡ª admite que al principio dijo no a la llamada, que sinti¨® v¨¦rtigo. "Hace un mes", cuenta, "escrib¨ª que el Papa podr¨ªa dimitir. ?l mismo lo admiti¨® hace a?os. Es un hombre al que la lectura de los casos de pedofilia ¡ªtuvo que leer todos los documentos cuando estaba al frente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe¡ª golpe¨® profundamente. Fue ¨¦l quien decidi¨® reconocer y extirpar p¨²blicamente aquel c¨¢ncer. Como periodista tambi¨¦n creo que el Papa no sustituir¨¢ al cardenal Bertone [el secretario de Estado, objeto de buena parte de las cr¨ªticas], pero ahora ver¨¦ desde dentro", sonr¨ªe, "si mi idea de periodista se corresponde con la realidad".
Burke es un tipo amable, con buen encaje. Admite que su trabajo en la muy conservadora cadena Fox o su pertenencia al Opus Dei colocan sobre su perfil de reportero ¡ªtrabaj¨® en L¨ªbano, Jerusal¨¦n, Pakist¨¢n o Afganist¨¢n¡ª una serie de etiquetas o prejuicios. No parece importarle. Dice que su primer objetivo es meter la linterna en la banca vaticana y, enseguida, influir para que el proceso contra Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa, sea p¨²blico. En cualquier caso, sus ojos ver¨¢n el lunes documentos secretos que cualquier periodista quisiera ver. Y correr enseguida a contarlo¡
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