Fracasos colectivos
Como en el caso del tsunami de Jap¨®n, la crisis espa?ola tambi¨¦n se debe a pr¨¢cticas culturales y dise?os institucionales que hay que revisar en profundidad
Formalmente, Espa?a no est¨¢ intervenida pues el Gobierno sigue tomando las decisiones y encarg¨¢ndose de su aplicaci¨®n. Pero es evidente que, tras la bater¨ªa de medidas hechas p¨²blicas el mi¨¦rcoles por Mariano Rajoy, el Gobierno ha perdido todo su margen de autonom¨ªa para dise?ar y ejecutar su propia pol¨ªtica anticrisis. En su comparecencia, el presidente no s¨®lo evit¨® ocultar que este paquete de medidas viene impuesto desde el exterior sino que se distanci¨® deliberadamente de ellas dejando bien claro que un buen n¨²mero son contrarias a sus principios y creencias. S¨®lo le falt¨® al presidente completar su arranque de sinceridad dici¨¦ndonos lo que todo el mundo anticipa: que estas medidas no generar¨¢n crecimiento ni crear¨¢n empleo por lo que en lugar de acercarnos al cumplimiento del objetivo del d¨¦ficit nos alejar¨¢n de ¨¦l y nos obligar¨¢n a llevar a cabo una nueva ronda de recortes. Y as¨ª sucesivamente.
Se imprime as¨ª un giro importante en el discurso gubernamental sobre la crisis pues hasta ahora el presidente del Gobierno hab¨ªa venido sosteniendo que la aplicaci¨®n de pol¨ªticas de austeridad no ven¨ªa impuesta desde el exterior sino que formaba parte del ideario propio. ¡°No es Merkel quien nos impone la austeridad, somos nosotros quienes la aplicamos porque creemos en ella¡±, lleg¨® a decir el presidente. Pero ahora, Rajoy mimetiza la actitud adoptada por Zapatero, que tambi¨¦n quiso dejar claro su disgusto y distanciamiento con las medidas adoptadas. Se trata de un curioso y contradictorio proceder por parte de los dos presidentes que han estado a cargo de conducir el pa¨ªs durante esta crisis: a costa de pretender salvar la legitimidad del que gobierna se socava la legitimidad de las medidas con las que se quiere gobernar y, por tanto, la credibilidad del que gobierna. Otro c¨ªrculo vicioso.
En pol¨ªtica, a la hora de elegir entre varias alternativas, se suele utilizar un criterio de eficacia. En la situaci¨®n presente, por el contrario, las pol¨ªticas se adoptan a sabiendas de que no ser¨¢n eficaces y contando con una ¨²nica justificaci¨®n: la de que no hay alternativa si lo que se quiere evitar es la quiebra e intervenci¨®n completa del pa¨ªs. Cuando no hay elecci¨®n, no hay pol¨ªtica, ni tampoco, en el fondo, democracia. En consecuencia, aunque no estamos intervenidos, s¨ª que estamos en una situaci¨®n de excepci¨®n democr¨¢tica.
?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? ?Qu¨¦ errores se han cometido? En el informe encargado por el Parlamento japon¨¦s sobre el desastre de la central nuclear de Fukushima, que hemos conocido esta semana, se hac¨ªa un planteamiento que, salvando las distancias, tiene much¨ªsima relevancia para el caso espa?ol. El terremoto y el posterior tsunami, dice el informe, fueron los accidentes que generaron las condiciones para el desastre. Pero, advierte con toda crudeza, no busquen en un fen¨®meno natural externo las causas de la crisis y, sobre todo, no busquen en los aspectos accidentales la exoneraci¨®n de sus responsabilidades, colectivas e individuales. El accidente, concluye el informe, lo causaron acciones concretas y decisiones concretas, de individuos e instituciones, y como tales pod¨ªan haberse evitado. En concreto, el informe se refiere a la colusi¨®n de intereses, a costa de la seguridad y de los intereses de la ciudadan¨ªa, entre los reguladores y los regulados, m¨¢s preocupados de protegerse mutuamente que de cumplir su papel. Pero sobre todo, el informe incide con particular dureza en los que denomina ¡°aspectos culturales¡±. Con ello se refiere a aquellos elementos de la cultura japonesa (especialmente el sentido de la jerarqu¨ªa, la deferencia hacia la autoridad o la incapacidad para la cr¨ªtica y el desaf¨ªo a las normas establecidas) que hicieron que la respuesta al terremoto fuera tan tard¨ªa e inadecuada que, en la pr¨¢ctica, fuera la responsable ¨²ltima del accidente.
En un sentido parecido, el informe independiente sobre el 11-S identific¨® muy claramente y con suma dureza los fallos institucionales que llevaron a EE UU a uno de los momentos m¨¢s cr¨ªticos de su historia. Algo parecido podemos decir de la situaci¨®n espa?ola. Es cierto que el euro ha demostrado no estar bien preparado para resistir crisis como la generada por la ca¨ªda de Lehman Brothers y que ha generado desequilibrios important¨ªsimos entre sus miembros. Pero como en el caso del tsunami de Jap¨®n, esos choques no son los causantes de nuestra situaci¨®n actual ni podemos por tanto escudarnos f¨¢cilmente tras ellos: en Espa?a tenemos pr¨¢cticas culturales y dise?os institucionales que debemos revisar en profundidad si queremos entender c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª. Por eso, ahora que toda la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola se hace en Bruselas, las Cortes Generales disponen de abundante tiempo para encargar un informe similar donde se explique a la ciudadan¨ªa, sin partidismos ni pasiones, las razones de esto que indudablemente es un fracaso colectivo.
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