La condena a Thomas Lubanga; un aviso, ?para qui¨¦n?
La primera sentencia de la Corte Penal Internacional supone un rayo de esperanza
La condena a Thomas Lubanga, se?or de la guerra en la regi¨®n de Ituri, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), a 14 a?os de prisi¨®n, representa un hito hist¨®rico en el camino por conseguir la prevalencia de la justicia internacional, sin embargo, se queda corta con respecto a las muchas expectativas que hab¨ªa levantado.
Es significativo que la primera condena dictada por el Corte Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya, tras diez a?os de funcionamiento, haya sido por el uso de ni?os y ni?as menores de 15 a?os en conflictos armados. Esto pone un rayo de esperanza en la lucha con el uso de menores soldado, pero para nada m¨¢s. No ayuda, realmente, a terminar con el fen¨®meno.
En marzo pasado, el CPI declar¨® a Thomas Lubanga culpable al demostrar, sin lugar a dudas, que el acusado era responsable del delito que se le atribu¨ªan.
A mediados de junio, la oficina del fiscal declar¨® que la pena m¨¢xima de 30 a?os de prisi¨®n deber¨ªa ser aplicada en este caso dada la gravedad de las ofensas, ya que el reclutamiento de menores como soldados es uno de los cr¨ªmenes contra la humanidad m¨¢s serios, como bien recoge el Estatuto de Roma por el que se rige el CPI.
El presidente del Tribunal, el juez Adrian Fulford, ha declarado que a la hora de dictar la sentencia los jueces han considerado como atenuante la continua colaboraci¨®n del acusado con la sala a pesar de la enorme presi¨®n a la que fue sometido por el ministerio fiscal. Personalmente, me parece inadmisible que los jueces hagan este tipo de afirmaciones y ponga en duda el papel de la fiscal¨ªa. Si realmente consideran que el anterior fiscal jefe del CPI, Luis Moreno-Ocampo, se extralimit¨® en sus funciones, ten¨ªan la potestad para hac¨¦rselo saber durante el juicio
Lubanga, que siempre se declar¨® inocente de los cargos imputados, se encuentra en prisi¨®n desde 2006, por lo que solo cumplir¨¢ ocho a?os de reclusi¨®n. Existe el miedo a que se le apliquen reducciones de condena por buena conducta y otros beneficios penitenciarios, por lo que en poco tiempo pueda quedar libre. Seis pa¨ªses se han ofrecido a acoger al condenado: Austria, B¨¦lgica, Finlandia, Mal¨ª, Serbia y Reino Unido.
Desde que abri¨® sus puertas en 2003, el CPI, el ¨²nico tribunal permanente que puede juzgar cr¨ªmenes de genocidio, de guerra o contra la humanidad, ha producido cuatro ¨®rdenes de arresto contra se?ores de la guerra de la RDC. Despu¨¦s de Lubanga, dos l¨ªderes militares, que lucharon contra ¨¦l, est¨¢n siendo juzgados por cr¨ªmenes similares. Se trata de Germain Katanga y Mathieu Ngudjolo. Sin embargo, todav¨ªa no se ha detenido al cuarto, Bosco Ntaganda. O ninguno de los que siguen reclutando menores soldado en otros pa¨ªses, como es el caso del ahora famoso, gracias a la campa?a de la ONG norteamericana Invisible Child, Joseph Kony.
Hace unos meses, cuando el Tribunal Especial para Sierra Leona, conden¨® al ex presidente de Liberia Charles Taylor, entre otros cargos por el uso de menores soldado, escribimos que aquella sentencia era una advertencia para dictadores y se?ores de la guerra, los cuales se lo pensar¨ªan dos veces antes de cometer este tipo de cr¨ªmenes o reclutar a ni?os y ni?as como soldados y esclavas sexuales.
Nada m¨¢s lejos de la realidad. Estos d¨ªas estamos recibiendo noticias que hacen pensar que otra vez est¨¢ aumentando el reclutamiento de menores para ser utilizados como soldados, mensajeros, esp¨ªas, guardias, cocineros, servicios sexuales¡
Normalmente, identificamos al menor soldado con un var¨®n empu?ando un arma, sin embargo, este concepto engloba todas las funciones a que son obligados los menores utilizados por grupos armados y que son necesarias para que este pueda operar. Adem¨¢s existen casi tantas ni?as como ni?os, por eso no debemos olvidar a estas.
De lugares como Siria o Somalia llegan testimonio de reclutamiento de menores, en el noreste de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo las tropas rebeldes de Laurent Nkunda est¨¢n avanzando y en sus filas llevan muchos menores¡, por citar solo alguno de los ¨²ltimos ejemplos.
Asumiendo que la condena de un se?or de la guerra por el uso de menores soldados sea una buena noticia y que sirva de advertencia a otros individuos de su misma cala?a, no podemos creer que el fen¨®meno del reclutamiento de ni?os y ni?as por grupos armados no se va a resolver a base de juicios. Estos son largos, costosos y solo juzgan a los principales responsables, dejando impunes los cr¨ªmenes cometidos por muchos mandos intermedios. Adem¨¢s, la Corte Penal Internacional, que no es reconocida por tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ¨CEstados Unidos, Rusia y China-, ha sido acusada de ser un instrumento pol¨ªtico a favor de los poderosos y de no tener el valor de llegar hasta los verdaderos responsables de los cr¨ªmenes contra la humanidad.
Este tribunal lleva casi diez a?os funcionando y, curiosamente, los casos que tiene abiertos son, exclusivamente, relacionados con ?frica. Hasta el d¨ªa de hoy, han sido imputados 25 individuos, todos ellos, sospechosamente, nacionales de pa¨ªses africanos: Libia, Kenia, Sud¨¢n, Uganda, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y Rep¨²blica Centroafricana.
Por eso, esta sentencia no puede hacernos olvidar que siguen existiendo muchos ni?os y ni?as, en muchas partes del mundo, que todav¨ªa son reclutados y forzados a convertirse en soldados y esclavas sexuales. En realidad no sabemos cu¨¢ntos son (?300.000?). En los ¨²ltimos a?os su n¨²mero ha disminuido, debido m¨¢s al fin de algunos conflictos que a las acciones tomadas por la comunidad internacional. Y muchos de ellos no encuentran los medios que les ayuden a rehabilitarse e iniciar una vida nueva fuera de la violencia. Cada d¨ªa son menos los fondos que los gobiernos y las organizaciones internacionales destinan a estos programas. Se castiga a alguno de los culpables, pero no se ayuda a sus v¨ªctimas, ni se les hace aut¨¦ntica justicia.
El verdadero problema es que no hay voluntad pol¨ªtica para poner fin a la utilizaci¨®n de ni?os y ni?as como soldados y esclavas sexuales. Los instrumentos jur¨ªdicos internacionales existen y los pasos a seguir se conocen. Pero aquellos que pueden hacer algo, los pa¨ªses occidentales que se benefician de las guerras africanas aprovech¨¢ndose de los recursos naturales del continente y vendiendo las armas que matan, no quieren terminar con esta realidad de la que se sirven para hacer negocios de sangre.
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