El Asad se prepara para arrasar Alepo
Helic¨®pteros del r¨¦gimen comenzaron anoche a atacar barrios de la ciudad Los rebeldes afrontan el asalto con pocas armas y mucho coraje
La de Siria, como lo fue antes la de Libia, es una guerra que se hace en chanclas, con Kal¨¢shnikov al hombro, Al¨¢ en los c¨¢nticos y grandes dosis de coraje. En esta ocasi¨®n no hay frentes claros, se lucha calle a calle y el conflicto se ha extendido por todo el pa¨ªs. Ser¨¢ en Alepo, sin embargo, donde, seg¨²n ans¨ªan los rebeldes, se libre la batalla decisiva. Al caer la noche, los helic¨®pteros del Ej¨¦rcito Sirio empezaron a sobrevolar la zona del cuartel del Ej¨¦rcito Sirio Libre (ESL). ¡°Nos est¨¢n atacando pero resistimos¡±, dijo por tel¨¦fono uno de los portavoces. Los disparos de los helic¨®pteros se oyeron muy cerca del barrio de Sajur, a tiro de piedra del colegio donde se acuartelan los rebeldes. Los vecinos que a¨²n no hab¨ªan abandonado la zona se metieron en sus casas. Se esperaba una dura noche.
Una brigada de unos 1.200 hombres al mando de Husein Assaf y Abdel Kar el Sale, dos tipos que no ten¨ªan m¨¢s conocimientos militares antes de las revueltas que los adquiridos en un a?o y medio de mili, ocuparon hace una semana un colegio en el barrio de Sajur, en los suburbios del este de Alepo. As¨ª que en el cuartel general del ESL hay murales de Mickey Mouse y Bob Esponja. El edificio es un continuo trasiego de j¨®venes soldados alimentados a base de galletas y d¨¢tiles. La mayor¨ªa est¨¢ entre los 25 y los 35 y dejaron sus pueblos, sus trabajos y sus estudios para luchar contra el r¨¦gimen de Bachar el Asad. Esta es la banda de desarrapados, sin armas pesadas pero con todo el valor en los ojos, que se va a jugar en Alepo la supervivencia de la revoluci¨®n comenzada en marzo del a?o pasado en Siria.
En el antiguo despacho del director del colegio, los dos comandantes aseguran que tienen el apoyo de los ciudadanos de Alepo y que la toma de la capital econ¨®mica del pa¨ªs servir¨¢ para ahogar al r¨¦gimen. Los dos hombres parecen sinceros al analizar la situaci¨®n. Reconocen que no pueden defenderse de los ataques a¨¦reos y que solo disponen de cinco de los siete tanques apresados a sus enemigos esta semana y algunos lanzacohetes para tratar de destruir la artiller¨ªa pesada.
La conquista de un 60% de la ciudad les ha dado la confianza suficiente para planear nuevos ataques y para desde?ar algunas de las noticias que llegan. Esas noticias, consideradas cre¨ªbles por el Departamento de Estado de Estados Unidos, hablan de grandes columnas avanzando hacia Alepo. ¡°Mi preocupaci¨®n es que se produzca una masacre¡±, dijo ayer la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland.
¡°Sabemos que hay 83 tanques dirigi¨¦ndose en este momento hacia aqu¨ª por el suroeste. Pero tenemos t¨¢cticas para enfrentarnos a ellos¡±. ?Cu¨¢les? No dan detalles, pero a tenor del ¨¦xito que tuvieron a principios de la semana cabe deducir que el asunto consiste en acercarse mucho a los tanques y lanzarles un cohete que impacte en el dep¨®sito de fuel. Eso es lo que hizo el soldado Hanzi Zoa, de 24 a?os, que destruy¨® dos tanques ¨¦l solo. A su lado, otro combatiente, Osam Gannan, de 30 a?os, se presenta como conductor de tanques. Est¨¢ impaciente por conducir uno de ellos pese a que no lo ha hecho desde que termin¨® el servicio militar, hace cinco a?os. No tienen munici¨®n pero dice que la conseguir¨¢n pronto.
La ciudad milenaria
- Con 2.983.000 habitantes, Alepo es la urbe m¨¢s poblada
- Capital econ¨®mica de Siria
- Es una de las ciudades m¨¢s antiguas de la regi¨®n, situada en la encrucijada de varias rutas comerciales que un¨ªan Oriente a Occidente
- Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986
As¨ª es la batalla de Alepo. La antigua ciudad, patrimonio de la Unesco, ha vivido mil enfrentamientos de todos los imperios. En este nuevo combate, la aparente desorganizaci¨®n y falta de armas se sustituyen por fe. En su despacho, los dos comandantes dicen actuar por su cuenta y afirman que no tienen contacto con los militares que han desertado y huido a Turqu¨ªa desde que se inici¨® la revuelta. Son ellos mismos los que toman las decisiones. Aseguran que habr¨¢ compasi¨®n con los vencidos, que se les juzgar¨¢ y no se saciar¨¢ la sed de venganza.
Horas despu¨¦s, un grupo de hombres llega en una furgoneta a las puertas del cuartel. Llevan a un tipo enorme atado con las manos a la espalda. Es un shabiha, un mat¨®n del r¨¦gimen pagado para reprimir a los disidentes. El hombre entra con la cabeza alta y gritando una frase en ¨¢rabe: ¡°?Al¨¢ es grande y Mahoma su profeta!¡±. Lo mismo ocurre minutos despu¨¦s, solo que esta vez el shabiha llega con los ojos vendados y no grita ni dice nada. Pasado un rato, se escuchan gritos y golpes que vienen de una de las habitaciones. En otro lugar, un peque?o habit¨¢culo con una puerta de acero, tambi¨¦n se oyen golpes. Esta vez es un rebelde, casi un ni?o, acusado de trabajar como esp¨ªa para el r¨¦gimen. Luego le liberan y el joven sale llorando gritando: ¡°No he hecho lo que dicen de m¨ª¡±.
La ma?ana transcurre sin m¨¢s sobresaltos hasta la una de la tarde. A esa hora, tras el rezo, centenares de hombres salen de la mezquita de Nur Asuhada (la luz de los m¨¢rtires) en cuya entrada se lee: ¡°La victoria est¨¢ llegando para los que luchan en Alepo¡±. La muchedumbre toma la calle en unos segundos y comienza una manifestaci¨®n que se prolonga durante dos horas y media en la que se gritan c¨¢nticos contra Bachar el Asad, en favor de la libertad y, por supuesto, el tradicional Alahu Akbar (Al¨¢ es grande) en todas sus formas y melod¨ªas posibles. Es un ambiente festivo al que se unen algunos padres con sus hijos. Casi no hay presencia de mujeres. La algarada acaba cuando un grupo de hombres trae el cuerpo de un m¨¢rtir envuelto en una bandera siria.
¡°Todos los comerciantes ten¨ªamos que pagar al r¨¦gimen. Si no hac¨ªamos lo que dec¨ªan nos quemaban las f¨¢bricas y los negocios. Por eso nos hemos unido al ESL¡±, afirma Mustafa Habil Shaba, un constructor asistente a la manifestaci¨®n. Cerca de all¨ª, todav¨ªa arde la comisar¨ªa de polic¨ªa que tomaron los rebeldes en sus primeros ataques. Les cost¨® cinco horas acabar con los 11 polic¨ªas que hab¨ªan resistido. Todos murieron.
Un grupo de estudiantes r¨ªe con algunas letras de canciones en las que sugieren a Bachar el Asad lo que hacer con sus proyectiles. Veinte personas murieron ayer tras las explosiones de bombas de mortero en el barrio de Al Ferdus, seg¨²n las tropas rebeldes.
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