La Iglesia, oposici¨®n en Sudam¨¦rica
La desaparici¨®n de alternativas pol¨ªticas en varios pa¨ªses debilita la democracia y abre la v¨ªa para que los sacerdotes sean la voz discordante frente a los Gobiernos
La ausencia de oposici¨®n en varios pa¨ªses sudamericanos, sea por incompetencia, descr¨¦dito o por la intimidaci¨®n del poder gobernante, ha debilitado la democracia y encumbrado a la Iglesia cat¨®lica como pr¨¢cticamente la ¨²nica voz discordante. Aunque los sacerdotes siempre han participado en la pol¨ªtica, antes y despu¨¦s de las independencias hispanoamericanas, en lo que va del nuevo milenio esa presencia se ha hecho m¨¢s notable. En Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina se producen fuertes enfrentamientos de los presidentes con la jefatura eclesi¨¢stica, mientras que en Per¨² y Brasil los sacerdotes a menudo secundan el malestar social que generan proyectos mineros o de infraestructuras.
¡°Trogloditas, cavern¨ªcolas¡ se est¨¢n atribuyendo el papel del Estado¡±, lleg¨® a gritar el presidente venezolano contras los obispos por sus cr¨ªticas al chavismo. ¡°La Iglesia cat¨®lica es un s¨ªmbolo del colonialismo europeo y debe desaparecer de Bolivia¡±, afirm¨® el presidente Evo Morales. Tambi¨¦n Rafael Correa, presidente de Ecuador y feligr¨¦s devoto, ha reaccionado a las cr¨ªticas de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, acus¨¢ndola de interferir en las pol¨ªticas p¨²blicas. Mientras, el sonado enfrentamiento entre Cristina Kirchner y el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, lleg¨® a tal punto que la mandataria opt¨® por acudir a misas oficiales lejos de la catedral porte?a para no o¨ªr los sermones del cardenal jesuita sobre la corrupci¨®n rampante y la pobreza end¨¦mica. En Per¨², Ollanta Humala tuvo que convencer al arzobispo de Lima y miembro del Opus Dei, Juan Luis Cipriani, de su tr¨¢nsito desde la izquierda nacionalista hacia el libre mercado para lograr el apoyo de los votantes conservadores en el camino a la presidencia.
Cavern¨ªcolas¡±, lleg¨® a tildar Ch¨¢vez a los cl¨¦ricgos por sus afiladas cr¨ªticas
¡°La Iglesia tiene una funci¨®n religiosa, pero la religi¨®n no se puede reducir a los l¨ªmites de la sacrist¨ªa. Como venezolanos tambi¨¦n tenemos la obligaci¨®n de participar en la marcha del pa¨ªs y opinar sobre los que consideramos que pueden ser medidas que nos apartan de una l¨ªnea de convivencia o que da?en a la sociedad, como la violencia o la corrupci¨®n. En ese sentido, tenemos que intervenir y eso no necesariamente es hacer pol¨ªtica. Si nos qued¨¢ramos callados ante los problemas tambi¨¦n ser¨ªa una pol¨ªtica¡±, dice el arzobispo Diego Padr¨®n, presidente de la conferencia episcopal venezolana.
En la memoria a corto plazo de la mayor¨ªa de los latinoamericanos hay dos iglesias: la que cerr¨® los ojos o colabor¨® con las diferentes dictaduras que asolaron la regi¨®n y la que enarbol¨® la bandera de la teor¨ªa de la liberaci¨®n para luchar junto a los pobres y oprimidos. En los primeros a?os del nuevo milenio intenta emerger una Iglesia latinoamericana que, desde la jerarqu¨ªa hasta la base, busca velar por los derechos civiles y medioambientales, y empatizar con los marginados y pobres, que siguen siendo la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. El cambio es en parte un signo de los nuevos tiempos, pero tambi¨¦n se debe al avance de las iglesias protestantes en la regi¨®n. El historiador de la Universidad de Michigan Michael Levine, experto en la evoluci¨®n de la Iglesia en Am¨¦rica Latina, insiste en que en la zona ¡°ya no se debe hablar de Iglesia, sino de iglesias, puesto que la presencia de grupos protestantes es notable y creciente, y mucho m¨¢s cercana, diversa ideol¨®gicamente y mejor organizada¡±.
¡°En Bolivia, la Iglesia ha tratado, quiz¨¢s a veces entre signos de interrogaci¨®n, de iluminar los espacios que hemos vivido en los ¨²ltimos 50 a?os. Espacios de dictaduras y de democracias¡±, asegura el arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, Julio Terrazas. ¡°Nosotros no somos un partido de la oposici¨®n, somos la voz cristiana que resuena cuando hay derechas y hay izquierdas que no respetan la dignidad de las personas y los derechos fundamentales (¡) Ojal¨¢ sean los laicos los que asuman toda la marcha de la sociedad, pero siempre ser¨¢ nuestro deber denunciar lo que da?a a la persona, porque hay un embrujo de los pol¨ªticos que cuando llegan al poder se olvidan de los problemas (¡) Desde hace tiempo viene creciendo el narcotr¨¢fico en nuestro pa¨ªs y creo que quien no admite esto no est¨¢ mirando la realidad para poder redimirla, sino dedic¨¢ndose a se?alar como enemigo a todo el que hable del problema¡±, concluye el redentorista Terrazas.
Nuestra funci¨®n no puede limitarse a la sacrist¨ªa¡±, dice el clero venezolano
El malestar de la Iglesia boliviana con Morales empez¨® cuando el presidente se?al¨® a la instituci¨®n como c¨®mplice de lo que ¨¦l ha calificado de genocidio colonialista espa?ol. Primero hubo roces con los sacerdotes de la regi¨®n oriental, enfrentada al Gobierno por los recursos energ¨¦ticos, luego ese malestar se extendi¨® a di¨®cesis del resto del pa¨ªs. La Iglesia venezolana ha sido un dolor de cabeza para Ch¨¢vez. Ha censurado la reforma constitucional que le permite al presidente perpetuarse en el poder y aumentar sus competencias, la guerra contra los medios de comunicaci¨®n, y hasta el secretismo sobre el c¨¢ncer que padece el mandatario. En Quito el choque de Correa con la Iglesia ha tenido m¨¢s que ver con el proceso de designaci¨®n de las autoridades eclesi¨¢sticas y el cruce de opiniones normal entre los valores de la Iglesia y el impulso de pol¨ªticas m¨¢s liberales por parte del presidente.
Antonio Arregui, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, explica que tanto en Ecuador como en el resto de Am¨¦rica Latina, la tendencia del poder pol¨ªtico a utilizar la Iglesia en su favor es conocida y en ocasiones muy evidente. ¡°Nosotros debemos procurar no dejarnos ganar por una u otra oferta pol¨ªtica, sino centrar la mirada en los derechos humanos. En ese sentido, alguna vez nos hemos visto clasificados como oposici¨®n al r¨¦gimen cuando hemos expresado nuestro criterio sobre temas tan conocidos como la defensa de la vida o la necesidad de proteger el medio ambiente. Si hubiera una oposici¨®n m¨¢s fuerte, la vida democr¨¢tica ser¨ªa m¨¢s saludable, siempre y cuando no se provoque inestabilidad. Aqu¨ª la oposici¨®n ha sido muchas veces solo una herramienta para acabar con el poder pol¨ªtico vigente¡±, dice Arregui.
La Iglesia debe ser el hogar y voz de los excluidos¡±, opina un dominico
Hace cinco a?os, los obispos de Am¨¦rica Latina denunciaron ¡°la situaci¨®n social marcada por la exclusi¨®n y la pobreza¡±. Fue un intento de recuperar el esp¨ªritu de la conferencia de Medell¨ªn de 1968 que dio al continente su propia teolog¨ªa, la de la liberaci¨®n, que plante¨® c¨®mo ser cristiano bajo la opresi¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica. El te¨®logo dominico espa?ol Jes¨²s Espeja cree que debe haber un serio intento de recuperar en la regi¨®n los valores cristianos de la fraternidad y la solidaridad, y que en ese camino es imposible que la Iglesia quede al margen de la pol¨ªtica. ¡°La Iglesia debe optar preferentemente por los excluidos, ser su hogar y su voz (...) El movimiento teol¨®gico de liberaci¨®n sigue vigente, pero necesita un nuevo impulso¡±, opina Espeja.
A pesar del papel de oposici¨®n que muchas di¨®cesis juegan en la regi¨®n, los religiosos insisten en que la tarea les incomoda bastante. Quiz¨¢s les viene a la mente el te¨®logo chileno Pablo Richard, que hace ya tiempo escribi¨®: ¡°Siempre que la Iglesia se ha apoyado en el poder temporal para sobrevivir, lo ha hecho en detrimento de su identidad propia y espec¨ªfica como comunidad de fe y esperanza¡±.
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