¡°Tomar¨¦ pastillas para matarme¡±
El abandono del hogar o el sexo fuera del matrimonio son algunos de los ¡®delitos morales¡¯ que mantienen recluidas a unas 400 mujeres en las c¨¢rceles afganas
Yasm¨ªn ya sabe lo que har¨¢ cuando salga de la c¨¢rcel de mujeres Badam Bagh, en Kabul (Afganist¨¢n): ¡°Ir¨¦ a casa de mis padres, coger¨¦ un bote de pastillas y me matar¨¦¡±. Es una de las cerca de 70 reclusas condenadas en esta c¨¢rcel por los denominados ¡°delitos morales¡±, que incluyen la huida del domicilio ¡ªen muchos casos, huyendo del maltrato¡ª y el delito de zina, o sexo fuera del matrimonio.
Su historia suena casi con las mismas palabras que la de la mayor¨ªa de condenadas por estos delitos: matrimonio forzado, maltrato, abusos, huida y condena. En algunas ocasiones, tambi¨¦n hay un novio de por medio. Es la historia de unas 400 j¨®venes y ni?as en todo el pa¨ªs, seg¨²n Human Rights Watch. Solo cambian la cara y el nombre.
Mamem Bahara, de 18 a?os, atraviesa con parsimonia el patio de la c¨¢rcel, en el que gotean unas camisolas de manga larga y unos cuantos ni?os descalzos que lloran al un¨ªsono se esconden tras sus madres.
Es la mayor c¨¢rcel de mujeres de Afganist¨¢n, pero por las edades de las reclusas parece un instituto. ¡°Y es la mejor equipada¡±, explica Tariq Sonnan, de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en sus siglas inglesas), que trabaja con mujeres reclusas desde 2008. ¡°La mayor¨ªa de las presas est¨¢n en la c¨¢rcel por ¡®delitos morales¡¯, y algunas de ellas son v¨ªctimas de abusos¡±, a?ade. Badam Bagh significa ¡°jard¨ªn de almendras¡±. Amargas.
A Mamem la sacaron del colegio para casarla con un hombre de 40 a?os. Dice que quer¨ªa estudiar Periodismo y que era buena en la escuela. Cuando se comprometieron, no sab¨ªa que su marido ten¨ªa hijos. Fue un matrimonio forzado, en el que aguant¨® dos meses.
¡ª?Por qu¨¦ est¨¢s en prisi¨®n, Mamem?
¡ªPor huir.
¡ª?De tu casa?
¡ªDe mi marido.
¡ª?C¨®mo era?
Pone cara de asco.
¡ªViejo, feo... horrible ¡ªse r¨ªe.
¡ª?Te pegaba?
Duda un momento y responde.
¡ªMe pegaba siempre.
Mamem est¨¢ en contacto con su madre, no con sus hermanos, que creen que sigue casada. ¡°Si se enteran de que estoy en la c¨¢rcel me matar¨¢n¡±, asegura. El rechazo social es la segunda parte de la condena.
¡°Ni sus propias familias aceptan a una mujer que ha pasado por prisi¨®n¡±, afirma Huma Safi, de Women for Afghan Women, una ONG que en colaboraci¨®n con el Gobierno afgano y UNODC gestiona viviendas para las mujeres que tras salir de la c¨¢rcel no tienen ad¨®nde ir. Se las conoce como ¡°casas de la esperanza¡±. En Afganist¨¢n tienen dos, en Kabul y en Mazar-i-Sharif.
Lalsat es una de las 14 chicas que viven en la casa de Kabul. Todas, excepto dos, fueron condenadas por ¡°delitos morales¡±. Se arremanga la camiseta con mal gesto y ense?a una cicatriz larga y fea que atraviesa la mano hasta casi el antebrazo. ¡°Ves, por esto me escap¨¦¡±, masculla. Ten¨ªa 15 a?os cuando sus padres la casaron con un hombre de 50, con dos esposas y 12 hijos. ¡°Me pegaba por todo. Dec¨ªa que le quitaba dinero. Un d¨ªa me hizo esto con el cuchillo¡±, admite. Ese d¨ªa se escap¨®.
Los casos se repiten en todo el pa¨ªs hasta el absurdo. En febrero de 2012, Human Rights Watch public¨® el informe I had to run away (Tuve que huir), con 58 entrevistas a condenadas por ¡°delitos morales¡± en 24 c¨¢rceles y centros de rehabilitaci¨®n de menores de Afganist¨¢n. Su autora, Heather Barr, explica en un caf¨¦ de Kabul que m¨¢s de la mitad de las mujeres (52%) que entrevist¨® reconoci¨® sufrir violencia f¨ªsica en casa, el 39% en el ¨²ltimo a?o. Y que, pese a algunos cambios aparentes ¡ªen el Parlamento afgano hay un 29% de mujeres, gracias a una cuota aprobada en 2005¡ª, casi 11 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n, Afganist¨¢n es uno de los peores pa¨ªses del mundo para las mujeres.
Ha pasado m¨¢s de una d¨¦cada de la invasi¨®n estadounidense del pa¨ªs y desde que 30 representantes de los cuatro grupos mayoritarios del pa¨ªs ¡ªpastunes, tayikos, uzbekos y hazaras¡ª firmaran el llamado Acuerdo de Bonn, con el que nac¨ªa un nuevo Afganist¨¢n, en teor¨ªa tambi¨¦n para las mujeres.
En teor¨ªa han mejorado algunas cosas: la creaci¨®n de un Ministerio de Asuntos de la Mujer, en 2004; una nueva Constituci¨®n, que garantiza la igualdad de derechos, y la adopci¨®n, en 2009, de la Ley para la Eliminaci¨®n de la Violencia contra las Mujeres. Pero ni un millar de mujeres polic¨ªas ni el 20% de funcionarias con las que cuenta hoy el pa¨ªs disimulan la general amputaci¨®n de los derechos de las afganas.
Desde 2008, entre el 70% y el 80% de los matrimonios en Afganist¨¢n fueron forzados, seg¨²n la ONU, en muchos casos con contrayentes menores; pese a la apertura de escuelas de ni?as, menos del 15% de las afganas sabe leer y escribir; la esperanza de vida femenina no alcanza los 45 a?os (la de las espa?olas es de m¨¢s de 84); el maltrato sigue estando generalizado, seg¨²n el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y las c¨¢rceles est¨¢n llenas de v¨ªctimas de maltrato que huyen de sus verdugos.
El abandono del hogar es una figura recurrente en la historia de estas mujeres. ¡°En el c¨®digo penal de Afganist¨¢n, huir no es un delito como tal¡±, asegura Heather Barr. Sin embargo, en respuesta a las numerosas condenas por este motivo, en 2010 el Tribunal Supremo afgano aleg¨® la vulnerabilidad de las mujeres que al abandonar el hogar ¡°podr¨ªan cometer delitos como el adulterio y la prostituci¨®n, en contra de los principios de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica)¡±.
El mul¨¢ Abdul Hadi Hemat, de 30 a?os, se esmera en explicar que la shar¨ªa no permite a una mujer el abandono del hogar sin el permiso del marido, ¡°en ninguno de los casos¡±. ¡°En los casos de huida, el sagrado Cor¨¢n sugiere tres opciones: los consejos del marido a su mujer para que no se escape; que interceda la familia para solucionarlo o, en ¨²ltimo caso, el divorcio¡±. ?Y si le pega? ¡°El islam dice que seamos pacientes¡±, responde.
Mientras, en la c¨¢rcel, la reclusa Yasm¨ªn sigue determinada a rematar su condena.
¡ªYasm¨ªn, ?has dicho que te matar¨¢s?
¡ªS¨ª, me matar¨¦. He defraudado a mi familia y para ellos he perdido el honor. No merezco vivir.
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