Doce horas de batalla en Bengasi
El consulado de EE UU se convirti¨® en una ratonera tras el ataque de la turba que sirvi¨® de escudo para los atacantes armados con lanzagranadas y morteros
Estaba anocheciendo, eran alrededor de las siete de la tarde del und¨¦cimo aniversario del 11-S en Bengasi, cuando una turba de hombres empez¨® a congregarse frente al Consulado de Estados Unidos gritando contra el hasta ese momento ignoto v¨ªdeo Inocencia de los musulmanes. Lo que derivar¨ªa en un brutal y a¨²n confuso ataque, solo terminar¨ªa a las siete de la ma?ana del d¨ªa siguiente, y caus¨® la muerte del embajador de EE UU en Libia, Christopher Stevens, y la de tres militares de ¨¦lite estadounidenses.
A esa turba, en principio espont¨¢nea, se le hab¨ªa unido una hora antes del asalto un grupo de 50 hombres armados hasta los dientes que, seg¨²n un testigo citado por The Washington Post, ni coreaban lemas ni llevaban pancartas. ¡°Tan solo dijeron que eran musulmanes, que defend¨ªan al profeta y al islam¡±, declar¨® el periodista Firas Abdelhakim.
La manifestaci¨®n continuaba, y en alg¨²n momento se escucharon tiros que varios congregados, desde la calle, interpretaron como un ataque desde dentro del Consulado. Los hombres armados, confundidos con la multitud, fueron los que empezaron a disparar enseguida, seg¨²n la versi¨®n de The Washington Post. Entre las nueve y media y las diez de la noche, la multitud logr¨® penetrar en el recinto, en el que hay un edificio de una planta rodeado de un jard¨ªn vallado y una piscina en un barrio acomodado de la ciudad. Se ve¨ªan hombres trepando por los muros del consulado al grito de ¡°?Dios es grande!¡±, describe Associated Press (AP). Entonces comenz¨® el caos: Volaron los tiros y las granadas, seg¨²n el relato de la agencia Reuters.
Hamam, un chico de 17 a?os que formaba parte de la protesta, asegur¨® a Reuters que ¡°los manifestantes corr¨ªan alrededor del recinto buscando estadounidenses, lo ¨²nico que quer¨ªan era encontrar a uno para atraparlo¡±. Tambi¨¦n afirma que ¡°hab¨ªa fuerzas de seguridad libias, pero en cuanto estallaron las bombas caseras, huyeron¡± y que la multitud empez¨® a incendiar el edificio. Hamam asegur¨® que vio a un estadounidense, cuyo cuerpo estaba cubierto de cenizas, morir frente a ¨¦l.
Aunque algunos datos sugieren que fue un ataque planeado, no se sabe con certeza, ni si est¨¢ vinculado al aniversario del 11-S
El viceministro del Interior libio, Wanis el Sharef, est¨¢ convencido de que fue un ataque planeado con precisi¨®n, y de que el grupo armado se sirvi¨® de los manifestantes para enmascarar su objetivo de atacar a EE UU en el aniversario del 11-S. El Sharef dijo a AP que la turba se form¨® por etapas: primero un peque?o grupo de hombres armados, despu¨¦s el gent¨ªo furioso y luego m¨¢s hombres fuertemente armados con coches blindados y lanzagranadas. Hab¨ªa unos 200 atacantes. De acuerdo con su reconstrucci¨®n, poco despu¨¦s empez¨® el asalto.
A partir de aqu¨ª, se produce un cortocircuito en la sucesi¨®n de los hechos. Aunque algunos datos sugieren que fue un ataque planeado, no se sabe con certeza, ni si est¨¢ vinculado al aniversario del 11-S. ¡°No hay indicios de que haya sido as¨ª¡±, apunt¨® una fuente an¨®nima del Gobierno de EE UU a The New York Times. El otro punto ciego de esta historia es qu¨¦ le ocurri¨® exactamente al embajador de EE UU, que se encontraba de visita en Bengasi para reunirse con ejecutivos de la empresa estatal de petr¨®leo. Tambi¨¦n se investiga c¨®mo falleci¨® Sean Smith, militar especializado en el servicio de comunicaciones, igualmente muerto en el consulado.
El descontrol se hab¨ªa apoderado del recinto diplom¨¢tico durante el asalto, con zonas incendiadas y abundante humo. Miembros de seguridad sin uniforme trataban de evacuar del consulado al personal diplom¨¢tico en medio del p¨¢nico. El embajador hab¨ªa sido separado del grupo principal durante la confusi¨®n. Su guardaespaldas intent¨® ponerle a salvo a ¨¦l y a Smith, pero se separaron en medio del humo, narra The Washington Post. El guardaespaldas logr¨® salir y regres¨® con refuerzos para buscarlos entre las llamas. Encontraron a Smith, que ya estaba muerto, pero no lograron dar con el embajador Stevens en medio de un intenso fuego cruzado que se prolong¨® durante horas, de acuerdo con la versi¨®n de Reuters.
Un guardia de seguridad libia asegura que vio c¨®mo conduc¨ªan a Stevens escoltado hasta un ala del recinto fuera del edificio principal dotada de una puerta de hierro camuflada por otra de madera, informa The New York Times. El guarda del recinto, citado tambi¨¦n por el peri¨®dico estadounidense, dijo haber visto a un grupo de personas entrar por una ventana rota y salir despu¨¦s llevando consigo al embajador. ¡°No sabemos qu¨¦ pas¨® con Chris Stevens¡±, reconoci¨® la portavoz del Departamento de Estado.
Ziad Abu Zaid, un m¨¦dico que estaba de guardia en urgencias en el Centro M¨¦dico de Bengasi, dijo a Reuters que, sobre la una de la madrugada, un grupo de civiles libios llev¨® al hospital a un hombre que, seg¨²n le dijeron, era estadounidense. ¡°Entr¨® en un estado de parada cardiaca¡±, explica el doctor. ¡°Le practiqu¨¦ una reanimaci¨®n durante 45 minutos, pero muri¨® de asfixia debido a la inhalaci¨®n de humo¡±. El m¨¦dico no reconoci¨® inmediatamente a Stevens. Ni siquiera quienes le trasladaron parec¨ªan saber que era el embajador de EE UU.
El grupo de estadounidenses evacuados, 37 personas, fue conducido a una casa de emergencia, un sitio seguro situado, seg¨²n AP, a 1,5 kil¨®metros del consulado. ¡°Se supone que era un lugar secreto y nos sorprendi¨® que los grupos armados lo conocieran. Hubo un tiroteo¡±, dijo a Reuters El Sharif, el viceministro del Interior, quien aventur¨® a AP que el hecho de que los atacantes supieran de este lugar apunta a la existencia de un topo entre las fuerzas de seguridad. Sin embargo, como sostiene Reuters, tambi¨¦n es posible que los atacantes hubieran seguido al convoy con los evacuados hasta su refugio para tenderles una emboscada. De hecho, la llegada de las fuerzas de seguridad coincidi¨® con la de los hombres armados.
El capit¨¢n Fathi el Obeidi, comandante de una fuerza especial de operaciones de la Brigada 17 de Febrero, detall¨® a Reuters que recibi¨® una llamada desde Tr¨ªpoli a la una y media de la madrugada, en la que se le informaba de que un helic¨®ptero iba de camino desde el aeropuerto de la capital con un grupo de rescate de marines. ?l se encontr¨® con ellos en el aeropuerto de Bengasi con un convoy de diez veh¨ªculos, uno de ellos dotado de una bater¨ªa antia¨¦rea. Los marines condujeron a El Obeidi y a sus hombres hasta la casa fortificada donde estaba el personal diplom¨¢tico que hab¨ªa sobrevivido al primer ataque.
Cuando llegaron, seg¨²n la narraci¨®n del capit¨¢n, se encontraron con que hab¨ªa 37 personas que rescatar, y no 10 como ellos esperaban, con lo cual no hab¨ªa coches suficientes para todos. Justo entonces comenz¨® un ataque brutal contra la casa. ¡°La precisi¨®n con la que nos alcanzaron los morteros era demasiado buena como para que procediera de revolucionarios comunes¡±, dijo El Obeidi a Reuters, y a?adi¨® que varias bombas de mortero cayeron directamente en el camino hacia la casa y que otro proyectil impact¨® directamente en el edificio y lanz¨® al suelo a un estadounidense que estaba apostado all¨ª. La situaci¨®n era desesperada: ¡°Me bombardearon a llamadas de todas partes de Libia para que los sacara de all¨ª r¨¢pidamente¡±, cuenta El Obeidi, ¡°pero necesitaba m¨¢s hombres y m¨¢s coches¡±.
En la escaramuza murieron Glen A. Doherty y Tyrone S. Woods, ambos militares de ¨¦lite, y hubo heridos. Libia envi¨® los coches que faltaban y se logr¨® repeler el ataque, informa Reuters. Cuando la imagen de Stevens malherido y trasladado en volandas por civiles se vio en todo el mundo, part¨ªan desde Rota a la ciudad libia 50 marines de refuerzo.
Amanec¨ªa en Bengasi, eran las siete de la ma?ana, cuando los supervivientes llegaron al aeropuerto y abandonaron, junto a los ca¨ªdos, la ciudad.
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