?Con qu¨¦ sue?an los banqueros centrales?
En su delirio Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, olvida que la moneda de Alemania es el euro y no el marco
Un androide es quien bajo forma humana cumple funciones t¨¦cnicas. Viendo el cat¨¢logo de poderes y los requerimientos del cargo de banquero central, un novelista de ciencia-ficci¨®n no dudar¨ªa en asimilarlo a un androide. Y tendr¨ªa sentido que lo hiciera pues, al fin y al cabo, los banqueros centrales existen porque hace tiempo que se decidi¨® situar la pol¨ªtica monetaria m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica, ponerla en manos de t¨¦cnicos y conceder a estos unos poderes incre¨ªblemente extensos: controlar el precio del dinero, supervisar el sistema bancario, actuar sobre el tipo de cambio, determinar los niveles de inflaci¨®n e influir decisivamente sobre el crecimiento econ¨®mico y los niveles de empleo de un pa¨ªs. La existencia de un banquero central gira en torno al cumplimiento de un mandato. Para poder cumplir ese mandato debe despojarse de todas sus preferencias ideol¨®gicas, dejar a un lado cualquier tipo de afinidad pol¨ªtica y utilizar solo sus conocimientos t¨¦cnicos. ?Pero qu¨¦ ocurre cuando un androide desarrolla sentimientos propios, comienza a basar sus decisiones en las emociones antes que en la raz¨®n, persigue objetivos distintos a aquellos para los que fue programado y deja de servir a sus dise?adores? El tema de los androides rebeldes es un cl¨¢sico de la ciencia-ficci¨®n desde que Philip K. Dick lo formulara en 1968 en una novela titulada ?Sue?an los androides con ovejas el¨¦ctricas? que posteriormente inspirar¨ªa la pel¨ªcula Blade runner. Es el camino que parece que ha tomado Jens Weidmann, presidente del Banco Central alem¨¢n (Bundesbank). Hace dos semanas, vot¨® en contra y en solitario contra la propuesta del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de aprobar el programa de compra de deuda en el mercado secundario. Ese programa, llamado OMT (Outright Monetary Transactions) es el que ha salvado al euro de su colapso ya que, al anunciar que el BCE est¨¢ dispuesto a comprar deuda sin l¨ªmite, ha dejado claro a los mercados, por fin, que no podr¨¢n especular contra el euro. Pero Weidmann, en lugar de aceptar la decisi¨®n del BCE, respaldada por todos los gobernadores de los bancos centrales de la zona euro menos ¨¦l, se ha dedicado a sabotear esa decisi¨®n y a lanzar a la opini¨®n p¨²blica alemana contra Mario Draghi.
Primero hizo p¨²blico su voto discrepante, lo que ya constituye un acto de soberbia, pues niega la posibilidad de estar equivocado; una irresponsabilidad, pues conociendo c¨®mo funcionan los mercados, sabe que su comportamiento socavar¨¢ la efectividad de la decisi¨®n aprobada por sus colegas; y una violaci¨®n de las reglas del juego, pues las actas de las reuniones del BCE est¨¢n protegidas por el secreto para garantizar que los gobernadores de los bancos centrales nacionales se comporten como t¨¦cnicos y no como pol¨ªticos nacionales. M¨¢s grave a¨²n es que Weidmann haya agitado las emociones nacionales comparando en varias conferencias y actos p¨²blicos la decisi¨®n de Draghi con el consejo que en Fausto da Mefist¨®feles (el diablo) al emperador de imprimir dinero como medio de poner fin a los males del imperio, lo que acaba desembocando en una inflaci¨®n desbocada y el empobrecimiento general. Recurrir en Alemania a la autoridad que proporciona Goethe y comparar al presidente del BCE con el diablo va m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de lo aceptable, especialmente cuando por lo bajo sus seguidores atizan a¨²n m¨¢s los prejuicios afirmando que el euro ha quedado en manos de un italiano. Aunque el androide Weidmann dice estar preocupado por la inflaci¨®n, lo que est¨¢ claro es que ha comenzado a so?ar, no con ovejas mec¨¢nicas, sino con el marco alem¨¢n, al que parece desear una r¨¢pida vuelta. En su delirio, Weidmann olvida que la moneda de Alemania es el euro, no el marco, y que su papel es defender esa moneda del colapso, no sembrar dudas.
?Qu¨¦ hacer? En Blade runner, los replicantes eran ¡°terminados¡± ya que, seg¨²n Philip Dick, el problema no es que llegaran a so?ar como los humanos, sino que tuvieran sus propios sue?os, lo que les convertir¨ªa en una forma de vida distinta y, quiz¨¢, en una amenaza. Pero no es necesario ser tan dr¨¢stico: Weidmann podr¨ªa pasar por el taller y ser reprogramado con el mismo software que lleva incorporado Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, que acaba de lanzar una tercera ronda de medidas de est¨ªmulo y lo ha justificado con el argumento de que ¡°el estancamiento del mercado de trabajo no solo resulta preocupante por el enorme sufrimiento y desperdicio de talento que significa sino porque supone una amenaza estructural a nuestra econom¨ªa que la debilitar¨¢ durante a?os¡±. Eso s¨ª que es so?ar con ovejas el¨¦ctricas.
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