Un sirviente rodeado por lobos
El Vaticano teme que Paoletto pueda revelar m¨¢s secretos
Paolo Gabriele, con su rostro impenetrable, su traje gris y su devoci¨®n a la santa polaca Faustina Kowalska, sigue siendo un peligro para el Vaticano. No solo porque durante seis largos a?os haya le¨ªdo y fotocopiado la correspondencia secreta de Joseph Ratzinger sin que el resto de los miembros de la llamada familia pontificia ¡ªmonse?or Georg G?nswein, las cuatro laicas consagradas¡¡ª se percatara. Ni siquiera porque se las ingeniara para encontrar al periodista Gianluigi Nuzzi y montar juntos el esc¨¢ndalo Vaticanleaks, que tuvo en jaque al Vaticano desde principios de 2012. Tampoco porque haya mostrado dolor por el da?o causado, pero no arrepentimiento. Gabriele es peligroso porque obtenga el perd¨®n del Papa o no ¡ªse podr¨ªa apostar una temporada en el infierno a que s¨ª y muy pronto¡ª, sigue siendo el due?o de un secreto. Un secreto que durante el juicio no ha sido desvelado. Un secreto que vale mucho dinero.
Dentro de poco, Gabriele volver¨¢ a ser un hombre libre y el Vaticano tendr¨¢ que decidir qu¨¦ hacer con ¨¦l. He aqu¨ª un problema. El antiguo mayordomo tiene la doble nacionalidad vaticana e italiana, disfruta todav¨ªa de un confortable apartamento dentro de las 40 hect¨¢reas de la Santa Sede y de todos aquellos privilegios de los s¨²bditos del Papa. Sin embargo, durante la ¨²ltima sesi¨®n del juicio, el fiscal Nicola Piccardi pidi¨® que se incluyera en la condena una inhabilitaci¨®n perpetua para ocupar un puesto de responsabilidad en el Vaticano. El tribunal, en su sentencia de 11 l¨ªneas, no recogi¨® la petici¨®n, pero la inquietud qued¨® patente. ?Qu¨¦ hacer con Paoletto? Si se le despoja del apartamento y del trabajo, se arroja tras los muros del Vaticano ¡ªa la Italia de la crisis y el desempleo¡ª a un hombre agraviado con 46 a?os y tres hijos. Tampoco parece una soluci¨®n someterlo a la verg¨¹enza de degradarlo a un puesto alejado de los documentos. Una verdadera afrenta para un hombre que se sent¨® a la mesa del Papa y se crey¨® con la capacidad de dar un escarmiento a la Iglesia.
Cuando, tras conocer la sentencia, los periodistas acreditados en el Vaticano preguntaron por este y otros asuntos espinosos al portavoz del Papa, el jesuita Federico Lombardi respondi¨® con una frase deliciosa por sincera: ¡°Naturalmente, no lo s¨¦¡±. No se sabe qu¨¦ va a pasar con Paoletto, no se sabe si la Gendarmer¨ªa va a actuar contra ¨¦l por denunciar malos tratos, no s¨¦ sabe cu¨¢ndo se juzgar¨¢ al otro imputado ¡ªel inform¨¢tico Claudio Sciarpelleti¡ª, pero sobre todo no se sabe si Gabriele se da por satisfecho con la sentencia. Seg¨²n su testimonio, filtr¨® los documentos para hacer limpieza en una Iglesia corrupta, golpeada por las luchas de poder. Si ese era su objetivo, no lo ha conseguido. La opini¨®n de L'Osservatore sigue estando vigente. Benedicto XVI es un hombre anciano, enfermo y rodeado por lobos. Gabriele, en cambio, es un hombre joven en posesi¨®n de un secreto. Su verdad completa ¡ªla suya, no la del juicio¡ª vale mucho dinero. Y ah¨ª fuera hay un ej¨¦rcito de lobos dispuesto a compr¨¢rsela.
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