Periodismo que cambia el mundo
Un art¨ªculo del ¡®The New York Times¡¯ sobre China revela que la impunidad no est¨¢ ya garantizada
David Barboza dirige la oficina del The New York Times en Shanghai. Acaba de publicar un art¨ªculo de enorme importancia; de hecho hasta podr¨ªa llegar a tener consecuencias directas para usted. Barboza escribe sobre la corrupci¨®n de los familiares de Wen Jiabao, el primer ministro chino. En principio, en esto no hay nada de nuevo. No pasa un d¨ªa sin que en alguna parte del mundo estalle un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n que involucre a pol¨ªticos, gobernantes y sus c¨®mplices en el sector privado. Y decir que en China hay corrupci¨®n es revelar lo obvio. Pero este art¨ªculo, y este esc¨¢ndalo, son distintos.
?C¨®mo hablar de corrupci¨®n? Los reportajes sobre este tipo de esc¨¢ndalos suelen hacer mucho ruido, pero a menudo no est¨¢n bien documentados y no llegan a nada. Las denuncias sin consecuencias crean gran frustraci¨®n en el p¨²blico y corrompen la lucha contra la corrupci¨®n. No es el caso del art¨ªculo de Barboza, quien ha realizado uno de los trabajos period¨ªsticos mejor documentados y m¨¢s rigurosos que he le¨ªdo sobre el tema de la corrupci¨®n en las altas esferas. Se basa en datos confirmados por m¨²ltiples fuentes, evidencias imposibles de refutar, complejos an¨¢lisis financieros auditados por contadores independientes contratados para garantizar la precisi¨®n del art¨ªculo, y un largo, arduo y evidentemente costoso trabajo de investigaci¨®n period¨ªstica.
Es obvio que un art¨ªculo publicado fuera del pa¨ªs no va a hacer mella definitiva en la corrupci¨®n china. Pero es igualmente obvio que los dirigentes de ese pa¨ªs, que se cre¨ªan hasta ahora protegidos por el sistema pol¨ªtico, saben ya que en estos tiempos ni la impunidad ni la invisibilidad de la corrupci¨®n est¨¢n garantizadas.
El buen periodismo vale¡ y cuesta. El gran art¨ªculo de Barboza no hubiese podido ser elaborado por un bloguero, o por una organizaci¨®n period¨ªstica que se limita a ¡°agregar¡± ¡ªes decir, reproducir en la Red¡ª el contenido de otros. Las redes sociales tampoco. El art¨ªculo requiri¨® de la organizaci¨®n los recursos financieros y los altos est¨¢ndares profesionales del The New York Times. Todo esto es muy costoso. Pero es lo que produce periodismo con valor social, y a nivel mundial. Internet y las tendencias que actualmente socavan la viabilidad financiera de los grandes medios de comunicaci¨®n tienen mucho de imparable. Pero art¨ªculos como este del The New York Times ilustran de forma contundente cu¨¢nto nos empobrecer¨ªamos como humanidad si desaparecen las organizaciones capaces de producir contenidos objetivos, independientes y de alta calidad.
La gran cibermuralla que el Gobierno de Pek¨ªn ha erigido para censurar los contenidos que viajan por Internet tampoco puede garantizar que los chinos no se enteren de las revelaciones
La Gran Muralla china ya no protege. En la antig¨¹edad, la Gran Muralla no fue capaz de impedir que los mongoles invadieran China de vez en cuando. Y ahora tampoco. La gran cibermuralla que el Gobierno de Pek¨ªn ha erigido para censurar los contenidos que viajan por Internet tampoco puede garantizar que los chinos no se enteren de las revelaciones del art¨ªculo del The New York Times. El Gobierno bloque¨® la p¨¢gina en ingl¨¦s y en chino de ese peri¨®dico, as¨ª como el acceso a trav¨¦s de motores de b¨²squeda como Google y las redes sociales como Weibo, el equivalente chino de Twitter. Los miles de censores est¨¢n ocupad¨ªsimos monitoreando y bloqueando la difusi¨®n de esta informaci¨®n. Pero la historia ya est¨¢ en todos los medios de comunicaci¨®n del mundo, en Internet, en redes sociales y eventualmente en boca de muchos en China. Las tecnolog¨ªas medievales como la censura se enfrentan con gran desventaja a las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n de la era de la globalizaci¨®n. Seguramente, la censura har¨¢ que centenares de millones de chinos nunca se enteren de que la familia de su primer ministro acumul¨® una fortuna de 2.700 millones de d¨®lares. Pero varios millones ya lo saben. Y en China eso antes no pasaba.
Las consecuencias para usted. China est¨¢ pasando por tiempos dif¨ªciles. El crecimiento econ¨®mico se est¨¢ desacelerando. Las protestas callejeras por todo tipo de quejas se multiplican. El pr¨®ximo 8 de noviembre comienza el Congreso del Partido Comunista Chino, liderado por su nuevo jefe, Xi Jinping, que en marzo ser¨¢ nombrado presidente. La transferencia de poder ha estado llena de tensiones y pugnas entre facciones rivales, incluyendo la defenestraci¨®n de Bo Xilai, uno de los m¨¢s influyentes l¨ªderes del partido. Las revelaciones del art¨ªculo del The New York Times van a nutrir estas pugnas. Por ahora nada indica que el cambio de poder en China vaya a afectar de manera grave la estabilidad pol¨ªtica de ese pa¨ªs. Pero si eso sucede, la econom¨ªa china sufrir¨¢, lo cual a su vez agravar¨¢ la crisis europea y afectar¨¢ a los muchos pa¨ªses que dependen de la buena salud de la segunda econom¨ªa del planeta.
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