Francia quiere a Obama
Romney supondr¨ªa un retroceso en la relaci¨®n entre Europa y Estados Unidos
Francia es el pa¨ªs que ostenta el r¨¦cord de la ¡°Obaman¨ªa¡±, seg¨²n un estudio mundial de opini¨®n llevado a cabo por la BBC y del que se desprende que el presidente norteamericano saliente cuenta con el apoyo de dos franceses de cada tres, y que menos del 5 % est¨¢n a favor de Mitt Romney. Los franceses, como los dem¨¢s europeos, saben lo que hacen: nuestro inter¨¦s reside en la continuidad, en la reelecci¨®n de Barack Obama, mientras que la elecci¨®n de Mitt Romney dibujar¨ªa un panorama bastante aciago para el Viejo Continente. No es que Barack Obama se haya preocupado por Europa, que, seg¨²n distintas autoridades estadounidenses, no le importa nada. Pero en los ¨²ltimos tiempos se han producido dos acontecimientos fundamentales. Uno, con ocasi¨®n del episodio libio; el otro, relacionado con la gesti¨®n de la crisis financiera. La intervenci¨®n en Libia permiti¨®, en efecto, esbozar un reparto de papeles que probablemente sea un anticipo del que veremos en las crisis del futuro. Esta intervenci¨®n solo fue posible gracias a una estrecha uni¨®n militar franco-brit¨¢nica y al poderoso apoyo log¨ªstico norteamericano. De ah¨ª la famosa definici¨®n de Barack Obama del leadership from behind [liderazgo desde segunda fila] que, por una parte, autoriza una progresiva retirada estadounidense del escenario europeo y medio-oriental y, por otra, exige un m¨ªnimo de apoyo a Europa. Aunque con algunas diferencias (esta vez se tratar¨¢ de una uni¨®n militar franco-africana), este esquema podr¨ªa repetirse en el norte de Mal¨ª.
Esta comuni¨®n de intereses estrat¨¦gicos y esta complementariedad no impiden que haya todav¨ªa dos visiones de Europa: una estructurada por la OTAN, y tan amplia como sea posible; otra alrededor de la Uni¨®n Europea, que solo podr¨¢ reforzarse a trav¨¦s de la federaci¨®n de la zona euro. La primera corresponde al enfoque brit¨¢nico-estadounidense; la segunda, al esquema franco-alem¨¢n. La crisis financiera nacida en Estados Unidos, y que los ataques del verano de 2009 contra los bancos franceses terminar¨ªan convirtiendo en crisis europea, habr¨ªa podido ser la sentencia de muerte de la construcci¨®n europea. A ¨²ltima hora, el Gobierno de Obama se avino a considerar que una Europa d¨¦bil podr¨ªa debilitar a su pa¨ªs.
El mejor abogado de la causa europea y del mismo Barack Obama no es otro que Bill Clinton, decididamente el m¨¢s brillante l¨ªder norteamericano. Pero en Estados Unidos, la pol¨ªtica no se limita al Gobierno de la naci¨®n: varios grupos de presi¨®n poderosos siguen haciendo campa?a y actuando contra el euro. Y todo hace pensar que Mitt Romney est¨¢ m¨¢s cerca a¨²n de esos grupos que Barack Obama. Si saliera elegido, Mitt Romney no dudar¨ªa en volver a impulsar una pol¨ªtica basada en un d¨®lar d¨¦bil, encaminada a retrasar todav¨ªa un poco m¨¢s la reactivaci¨®n de la econom¨ªa europea, mientras que, por el contrario, hoy por hoy, Barack Obama est¨¢ a favor de esta reactivaci¨®n.
La elecci¨®n de Mitt Romney supondr¨ªa un retroceso en la relaci¨®n euro-estadounidense. Tal vez habr¨ªa que a?adir el agravamiento del riesgo de guerra con Ir¨¢n. Por su parte, Barack Obama, en los ¨²ltimos tiempos, multiplic¨® la presi¨®n para disuadir a Benjam¨ªn Netanyahu, que nunca ha ocultado su voluntad de interrumpir cuanto antes el programa militar iran¨ª, de pasar a la ofensiva. Sin embargo, el primer ministro israel¨ª forma parte del establishment republicano, por lo que sin duda recibir¨ªa mayor atenci¨®n si ganase Romney.
Pero ya sea Barack Obama o Mitt Romney, podemos apostar a que el nuevo consenso estrat¨¦gico, tal y como el mismo Barack Obama lo ha redefinido, permanecer¨¢ inalterado, a saber: un desplazamiento del centro de gravedad de las preocupaciones norteamericanas hacia la zona Asia-Pac¨ªfico pues la prioridad es la contenci¨®n de China; la reconquista de la independencia energ¨¦tica (gracias al gas de esquisto) y su corolario: la retirada de Oriente Medio, dada la menor dependencia del petr¨®leo saud¨ª.
Ya sea Barack Obama o Mitt Romney, Europa tendr¨¢ que afrontar el desaf¨ªo capital que constituye para ella este giro estadounidense. O bien se decide a tomar las riendas de su destino, lo que le permitir¨¢ sentar las bases de una verdadera colaboraci¨®n transatl¨¢ntica, o se resigna a quedarse al margen de la historia.
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