Cuatro a?os m¨¢s
¡°Hemos vuelto a hacer historia¡±, celebraban los seguidores de Barack Obama en Chicago
Todo cambia siempre en un instante. Unas d¨¦cimas de segundo en las que se pasa de la duda y el temor a no lograr el objetivo a la certeza y la euforia imposible de controlar. Eso sucedi¨® en la noche del martes en el hotel Fairmont de Chicago, donde el presidente Barack Obama se retir¨® con familiares, amigos y colaboradores para conocer la suerte que le deparaban las urnas. El presidente ten¨ªa en su poder dos discursos: el de la victoria y el de la derrota.
A las 10.12 de la noche, la cadena de televisi¨®n NBC otorgaba la victoria a Obama. De repente, en un instante, el discurso del perdedor era antiguo. El mandatario llegar¨ªa al centro de Convenciones McCormick con la armadura del caballero vencedor. En ese mismo lugar, sus seguidores contemplaban -los dedos cruzados- las pantallas que les dar¨ªan la buena nueva o la noticia de la derrota. El grito fue un¨¢nime y ensordecedor. ¡°Barack Obama reelegido¡±, anunciaban las cadenas de informaci¨®n. Los nervios contenidos durante horas estallaron en una explosi¨®n de felicidad. Hubo abrazos entre propios y extra?os. L¨¢grimas de felicidad no contenidas y v¨ªtores al ganador.
¡°Estoy en el cielo¡±, dec¨ªa Sylvina Prisbell. Sus palabras eran dif¨ªciles de escuchar debido al estruendo que hab¨ªa alrededor. ¡°Hemos vuelto a hacer historia¡±, atajaba desbordaba de emoci¨®n otra mujer. Cierto que McCormick no era Grant Park, donde Obama reuni¨® en su gran noche en 2008 a m¨¢s de 242.000 personas. Pero la emoci¨®n era, sorprendentemente, la misma. ¡°?Acabado el sue?o?¡±, preguntaba Laniece Jayne se?alando el entusiasmo de la gente. ¡°Est¨¢ tan vivo como hace cuatro a?os¡±, prosegu¨ªa.
La llegada de Obama al centro de Convenciones se har¨ªa esperar. En parte porque su rival, el republicano Mitt Romney, tard¨® una hora y cuarenta y cinco minutos en aceptar que la vida no se escribe con un solo gui¨®n. Romney, en una bravuconada, declar¨® pr la tarde a la prensa que s¨®lo ten¨ªa preparado el discuro de la victoria. Los planes de futuro del multimillonario exgobernador de Massachusetts tambi¨¦n cambiaron en un instante, aunque ¨¦l tard¨® bastante m¨¢s que eso en encajar el golpe.
Barack Hussein Obama conclu¨ªa su discurso de victoria cuando faltaba un minuto para la una de la madrugada en Chicago. Lo comenz¨® pasadas las doce y media de la noche. ¡°Para Estados Unidos lo mejor est¨¢ por llegar¡±, prometi¨® el presidente. Bajo el confeti y con los acordes de la canci¨®n elegida por la campa?a para abrir y cerrar actos, We take care of our own, de Bruce Springsteen ¨C"Cuidamos de los nuestros", imposible ser m¨¢s apropiada-, Obama dio lo mejor de s¨ª mismo en otra noche para la historia.
¡°No podr¨¢imos tener mejor l¨ªder¡±, dec¨ªa Jannette Strauss-Morgan. ¡°Creemos en una Am¨¦rica generosa, compasiva y tolerante¡±, acababa de decir el presidente. ¡°Creo que podemos mantener la promesa que fund¨® este pa¨ªs: no importa de donde vienes, si eres hispano, negro o blanco, homosexual, joven o viejo, gay o heterosexual. Si trabajas duro puedes conseguir tu sue?o. Somos m¨¢s grandes que la suma de nuestras ambiciones individuales¡±, dec¨ªa el presidente para paroxismo de la congregaci¨®n que le escuchaba.
Dos hombres j¨®venes se abrazaban. Una madre sujetaba en brazos un beb¨¦ de semanas. Todos hab¨ªan esperado esperanzados horas para saber el resultado final de las elecciones. Ese resultado que todo lo cambia en un instante. No se fueron defraudados. Obama les devolv¨ªa la esperanza por otros cuatro a?os. ¡°Nunca me he sentido m¨¢s inspirado con nuestro futuro¡±, les inform¨® Obama.
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