El techo de la reforma china
Lo nuevos dirigentes se enfrentan a la agudizaci¨®n de las tensiones
Una vieja m¨¢xima china nos recuerda que noventa leguas representan solamente la mitad de un trayecto de cien leguas: en efecto, la ¨²ltima parte del camino es siempre la m¨¢s dura. Se dir¨ªa que tal es el contexto que acecha el XVIII Congreso que el Partido Comunista de China (PCCh) celebra estos d¨ªas en Beijing, confrontado a retos de tan grueso calibre que advierten de lo delicado del momento de la larga reforma iniciada en 1978.
Convertida en la segunda econom¨ªa del mundo, cuando todo parec¨ªa sonre¨ªrle en su imparable ascenso hacia la cima global, la combinaci¨®n de los efectos internos de la crisis financiera internacional, las dificultades en la gesti¨®n del cambio de modelo de desarrollo y la agudizaci¨®n de las tensiones pol¨ªticas y sociales internas, configuran un panorama ciertamente complejo.
En su d¨¦cada al frente del PCCh, Hu Jintao imprimi¨® nuevas tendencias en diversos ¨®rdenes. Consciente de que el exitoso modelo que hab¨ªa conducido a China por la senda de un elevado crecimiento ten¨ªa los d¨ªas contados, su giro enfatiz¨® la b¨²squeda de la armon¨ªa en lo social, un desarrollo con mayor valor a?adido, una mayor presencia internacional y hasta coquete¨® con una pretendida oxigenaci¨®n del sistema pol¨ªtico. No obstante, en ninguno de dichos rubros ha podido consolidar nuevas tendencias y, por el contrario, buena parte de los viejos problemas parecen haberse acentuado. Es por ello que internamente no falta quien le acuse de ser el art¨ªfice de una ¡°d¨¦cada perdida¡±.
Las tradicionales obsesiones del PCCh no han sufrido alteraciones: el crecimiento, la estabilidad, la soberan¨ªa, la hegemon¨ªa pol¨ªtica. Ni las sufrir¨¢n. Sobre ellas sigue girando el debate. Para unos, asegurar la continuidad del proceso y el ¨¦xito del empe?o modernizador exige transformaciones estructurales profundas, sobre todo, en el modelo econ¨®mico. A pesar de las muchas innovaciones introducidas en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, el predominio del sector p¨²blico y la fuerte capacidad intervencionista del Estado, otrora considerados garantizadores frente a posibles derrapes, representan obst¨¢culos que deben ser removidos, dicen algunos. Los sectores estrat¨¦gicos, definidos por Hu Jintao como segmentos reservados al control del Estado-Partido, deben ceder paso ahora a la plasmaci¨®n de un nuevo equilibrio a favor de una mayor presencia del sector privado, reclaman mientras enfrentan m¨²ltiples resistencias.
Otros, no obstante, ponen el acento en peligros de diferente signo, significadamente el autoritarismo del sistema pol¨ªtico, no solo caduco per se, originado en un contexto (1949) sin apenas relaci¨®n con la sociedad actual, sino con visibles grietas que advierten de su inviabilidad. La estabilidad no solo depende ya de la capacidad burocr¨¢tica para mantener elevados niveles de crecimiento, actualizando permanentemente el intercambio de prosperidad a cambio de sumisi¨®n; tambi¨¦n del dise?o de un marco pol¨ªtico alternativo al actual capaz de integrar y gestionar los innumerables cambios sociales generados en las ¨²ltimas d¨¦cadas y que tienen su epicentro en la progresiva configuraci¨®n de una clase media urbana, acomodada y art¨ªfice de un dinamismo que encuentra en las redes sociales mecanismos de intervenci¨®n de compleja represi¨®n. El debate sobre la reforma pol¨ªtica ha estado presente en la agenda de Hu Jintao en el ¨²ltimo lustro a trav¨¦s de propuestas con una dimensi¨®n, por primera vez en mucho tiempo, con potencialidad para transcender lo meramente administrativo. Los planteamientos sugeridos tienen en com¨²n la necesidad de mover pieza para conjurar un doble temor: el que se deriva de una inestabilidad al alza como consecuencia del agravamiento de fen¨®menos como las desigualdades, la corrupci¨®n, etc., que deslegitiman ampliamente el bienintencionado poder del PCCh, como tambi¨¦n el sugerido por la superaci¨®n de aquellos l¨ªmites que le garantizan una hegemon¨ªa que se resiste a discutir.
Confrontado al reto del colapso, la evocaci¨®n en su entorno del top level design, un ejercicio llamado a culminar la arquitectura de la reforma, sugiere que esta alcanza su techo, convirtiendo la evoluci¨®n sist¨¦mica en un reto de primera magnitud que, a priori, se abordar¨¢ una vez m¨¢s desde la controvertida vigencia de la especificidad de sus vigas y pilares, confrontando valores chinos y universales. Esperemos, pues, unos avances doblemente cautelares y preventivos con el primer objetivo de mejorar la calidad de una burocracia a medio camino entre el mandarinato y el leninismo, en la esperanza de que dicha higiene alargue la existencia del tradicional paternalismo autoritario.
Los cambios en la jerarqu¨ªa dirigente que salgan de este c¨®nclave deben reflejar esa apuesta por el m¨ªnimo com¨²n denominador capaz de aglutinar a liberalconservadores y socialreformistas, tambi¨¦n llamados elitistas y populistas, en un ingente esfuerzo que debe evitar la peor de las pesadillas, la evocada por el defenestrado Bo Xilai al reivindicar un pasado de enfrentamiento y divisi¨®n. La balanza final se inclinar¨¢ del lado de un consenso que evite la fractura y garantice la posici¨®n hegem¨®nica de un todopoderoso PCCh, parad¨®jicamente cada d¨ªa m¨¢s vulnerable, bien por sus dificultades para disimular irritantes carencias ¨¦ticas o desmentir la obsolescencia de su proyecto, como por la acci¨®n a la vez espont¨¢nea y convergente de los nuevos actores que paso a paso dan vida a una China paralela, efervescente y din¨¢mica.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.