La austeridad llega a la ¡®eurocracia¡¯
Los funcionarios de la UE protestan por los ajustes salariales que se avecinan
La imagen del veterano funcionario europeo que cobra m¨¢s de 16.000 euros al mes, con educaci¨®n privada gratis para sus hijos y el doble de vacaciones que la media de los europeos, emerge estos d¨ªas como el blanco m¨¢s propicio para aplicar recortes. La opini¨®n p¨²blica europea, extenuada por tanta austeridad en las pol¨ªticas nacionales, exige que la marea se extienda tambi¨¦n a los empleados p¨²blicos de las instituciones comunitarias, un colectivo de 55.000 personas con condiciones laborales que mejoran ampliamente las de los pa¨ªses m¨¢s azotados por la crisis. Sin embargo, un r¨¢pido vistazo a los n¨²meros demuestra que el debate tiene m¨¢s tintes populistas que justificaci¨®n econ¨®mica.
Porque junto a ese funcionario con un puesto envidiable trabaja otro empleado p¨²blico temporal, cuya remuneraci¨®n puede ser inferior a los 2.000 euros al mes para desempe?ar funciones a veces similares a las del empleado de mayor categor¨ªa. Ese perfil, sin estabilidad en el empleo aunque con un salario que pueda superar los 6.000 euros al mes, seg¨²n el cargo, supone ya un 20% de todo el personal, seg¨²n datos de la Comisi¨®n Europea. Un marco a¨²n atractivo para cualquier desempleado espa?ol, pero disuasorio para un joven cualificado de la Europa rica. Para evitar que esa figura se imponga, los principales sindicatos del gremio convocan estos d¨ªas huelgas, concentraciones y otras protestas que saquen a la luz sus demandas.
¡°Lo que plantean algunos Estados miembros equivale a crear una tercera clase de empleados p¨²blicos. Si ocurre lo peor, ser¨¢ un funcionariado de mucha menor independencia y preparaci¨®n en relaci¨®n con la ¨¦poca dorada de las instituciones¡±, vaticina Fernando S¨¢nchez-Amillategui, empleado p¨²blico en Bruselas y miembro de la asociaci¨®n profesional Generaci¨®n 2004, cr¨ªtica con la reforma que entr¨® en vigor ese a?o y que hizo posible la figura del agente temporal.
Casi todo en este debate resulta contradictorio. La Comisi¨®n Europea propone de entrada a los Estados miembros un recorte de 1.000 millones de euros hasta el a?o 2020 pero defiende con ardor la importancia de tener un cuerpo de funcionarios nutrido y con condiciones laborales atractivas para el norte de Europa. Los pa¨ªses, en particular Reino Unido, cargan las tintas en este cap¨ªtulo, a pesar de que las remuneraciones del personal apenas suponen un 3% del presupuesto comunitario. Y los sindicatos discrepan en el diagn¨®stico, hasta el punto de que alguno acepta con resignaci¨®n la propuesta de recortes esbozada por la Comisi¨®n.
La Comisi¨®n quiere recortar empleo y elevar a 65 a?os la edad de jubilaci¨®n
A grandes rasgos, consiste en reducir un 5% el empleo p¨²blico, aumentar de 37,5 a 40 las horas semanales de trabajo, elevar la edad de jubilaci¨®n de 63 a 65 a?os y restringir las posibilidades de promoci¨®n interna, as¨ª como el salario de entrada del personal administrativo. Conscientes de que es muy probable que ese escenario empeore cuando negocien los pa¨ªses, algunas centrales sindicales lo aceptan as¨ª: ¡°Nuestras protestas responden m¨¢s al recorte que se quiere aplicar en las principales partidas del presupuesto europeo, no tanto a la reforma de la funci¨®n p¨²blica. Todo el mundo debe contribuir en estas circunstancias¡±, concede Pierre Bacri, presidente de la Federaci¨®n de la Funci¨®n P¨²blica Europea.
El Ejecutivo comunitario se ha armado de cifras para defender que por muchas rebajas que se apliquen a la funci¨®n p¨²blica, el r¨¦dito econ¨®mico es muy escaso, pues el 94% del gasto comunitario reside en otras partidas. Bruselas deplora, adem¨¢s, la actitud de algunos pa¨ªses que claman contra la eurocracia pero mantienen una red de funcionarios mucho mejor nutrida que la de Bruselas. El Ayuntamiento de Birmingham, por ejemplo, tiene m¨¢s empleados que toda la maquinaria comunitaria. Pese a todo, Bruselas reconoce la importancia de ¡°hacer un gesto, un esfuerzo extra¡±, en palabras del portavoz comunitario para cuestiones administrativas, Antonio Gravili.
La inc¨®gnita en este proceso es hasta qu¨¦ punto una rebaja en las condiciones de trabajo arruinar¨¢ el equilibrio territorial que las instituciones deben cumplir por ley. El tradicional perfil del funcionario belga, italiano, franc¨¦s y alem¨¢n (los m¨¢s numerosos hasta ahora) va virando cada vez m¨¢s hacia un profesional b¨²lgaro y rumano, seg¨²n datos de la propia Comisi¨®n. Un nuevo rostro europeo en tiempos en que el pragmatismo y el inter¨¦s nacional se imponen al sue?o comunitario.
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