El incre¨ªble rapto del tesorero de Berlusconi
El magnate ocult¨® a la polic¨ªa durante 31 horas que su hombre de confianza hab¨ªa sido extorsionado
Lo ¨²nico claro del asunto es que hay gato encerrado. La polic¨ªa y los fiscales italianos tratan de averiguar qu¨¦ se esconde detr¨¢s del secuestro de Giuseppe Spinelli, el tesorero del pol¨ªtico y magnate Silvio Berlusconi, y de su esposa Anna en su casa de Mil¨¢n. Pero cada dato nuevo, en vez de arrojar luz, agranda la sospecha. Sobre unos asaltantes con pistolas de juguete que rezan el rosario con sus v¨ªctimas, las arropan durante la noche con una manta y luego se marchan, seg¨²n parece, sin cobrar el rescate. Pero, fundamentalmente, sobre Silvio Berlusconi, quien tard¨® nada m¨¢s y nada menos que 31 horas en denunciar el secuestro de su hombre de confianza.
Hay dos cuestiones principales que resolver. La primera es qu¨¦ sucedi¨® desde las 21.45 del lunes 15 de octubre ¡ªhora en que los secuestradores llegaron a casa de los Spinelli¡ª y 9.00 del d¨ªa siguiente, momento en que dijeron adi¨®s muy buenas. La segunda cuesti¨®n, m¨¢s interesante y m¨¢s extra?a a¨²n, es qu¨¦ sucedi¨® desde el final del secuestro hasta que, ya en la tarde del mi¨¦rcoles 17 de octubre, el abogado de Berlusconi env¨ªa un fax a la fiscal¨ªa de Mil¨¢n denunciando los hechos. Solo se sabe que el anterior jefe del Gobierno italiano ¡ªque hab¨ªa pasado la noche en su mansi¨®n lombarda de Arcore¡ª mand¨® a su escolta personal para que recogiera al matrimonio Spinelli y lo escondiera en un ¡°lugar secreto¡±. A continuaci¨®n, Berlusconi anul¨® una comida que ten¨ªa con el primer ministro Mario Monti en Roma. El asunto parec¨ªa serio. Lo suficiente como para no llamar a la polic¨ªa.
La noche del lunes 15 de octubre, al llegar a casa, el tesorero Spinelli ¡ªmediana estatura, grandes entradas, pelo blanco, gafas de montura met¨¢lica¡ª es golpeado en la cara por dos tipos que le rompen los lentes y lo empujan hacia el interior de la vivienda, donde lo maniatan sobre un sof¨¢ junto a su esposa. Tras las detenciones practicadas el pasado lunes, se sabe que se trata de una banda formada ¡ªal menos¡ª por tres italianos y tres albaneses, dirigidos por un viejo conocido de la polic¨ªa, un tal Francesco Leone, de Bari, un antiguo arrepentido de la Mafia. Leone no aparece en la casa hasta las dos de la madrugada. La esposa de Spinelli se fija en que lleva puestas unas zapatillas de deporte rojas atadas con cordones negros.
El jefe de los maleantes ense?a al contable un folio amarillento y un l¨¢piz de memoria en el que, seg¨²n dice, est¨¢n las pruebas suficientes para que el jefe Berlusconi le d¨¦ la vuelta al caso Mondadori ¡ªfue condenado a pagar 560 millones de euros por la adquisici¨®n fraudulenta de la editorial¡ª y, de paso, logre implicar a un viejo enemigo pol¨ªtico ¡ªGianfranco Fini, hoy presidente de la C¨¢mara de Diputados¡ª en supuestos tejemanejes corruptos. Un regalo as¨ª tiene un precio. Exactamente, 36 millones de euros:
¡ªLlama a tu jefe y cu¨¦ntaselo.
El tesorero Spinelli obedece la orden del mafioso. Habla con Berlusconi. Lo que no se sabe a ciencia cierta es cu¨¢ndo, si mientras los secuestradores se encuentran todav¨ªa en la casa o despu¨¦s. Tampoco se tiene constancia de si el pol¨ªtico y magnate afloj¨® la guita. La versi¨®n puesta en circulaci¨®n por Niccol¨° Ghedini, el abogado de Berlusconi, es que el tesorero habl¨® con el magnate y tambi¨¦n con ¨¦l ¡ªa las 8.30 y a las 9.00¡ª, que les cont¨® el ofrecimiento de los documentos secretos, que pensaron que se trataba de una estafa, pero que en ning¨²n momento pensaron que su colaborador se encontraba en apuros. El abogado Ghedini tambi¨¦n jura que no se pag¨® ni un euro de rescate. Una posibilidad que no se terminan de creer ni la polic¨ªa ni los fiscales. Sobre todo porque el pasado 13 de noviembre, los investigadores captan una conversaci¨®n telef¨®nica entre uno de los secuestradores y el director de la filial de un banco suizo: ¡°Necesito una caja de seguridad garantizada con la letra g may¨²scula¡±. El otro responde: ¡°No hay problema¡±. Lo que escuchan a continuaci¨®n es c¨®mo van a hacer para pasar la frontera con un buen pu?ado de billetes. Se habla de ocho millones de euros¡
¡°Despu¨¦s de contar los hechos al presidente Berlusconi¡±, relat¨® el contable Spinelli a la fiscal antimafia Ilda Boccassini, ¡°me dijo que, por motivos de seguridad, yo ten¨ªa necesariamente que salir de casa y dormir en otro lugar. Mi mujer empez¨® a hacer el equipaje y sobre las 15.00 horas son¨® el tel¨¦fono fijo. Una persona, que se dirigi¨® a m¨ª llam¨¢ndome Giuseppe, me pregunt¨® qu¨¦ hab¨ªamos decidido sobre la propuesta. Yo le respond¨ª que no era aceptable, que trat¨¦ de convencer a Berlusconi, pero que el presidente quer¨ªa ver primero la pel¨ªcula¡ Me colg¨® el tel¨¦fono de una forma brusca. Llam¨¦ enseguida al abogado Ghedini y despu¨¦s a Berlusconi y se lo cont¨¦. Me mand¨® un coche con su escolta personal y me llevaron a una casa secreta¡±. Berlusconi trata de arreglar el asunto a espaldas de la ley, con su poder paralelo, aquel que hizo valer otra noche aciaga, la del 27 de mayo de 2010, cuando telefone¨® personalmente a una comisar¨ªa de Mil¨¢n para que liberasen a Ruby, la menor que acud¨ªa a sus fiestas subidas de tono. Hay algo que une un asunto y otro. Spinelli es el encargado de pagar al har¨¦n situado en el n¨²mero 65 de V¨ªa Olgettina¡
Una casa secreta, 31 horas para maquillar la realidad y un presunto secuestrador que se dirige a un presunto secuestrado por el nombre de pila¡ Hasta la prensa del r¨¦gimen ¡ªque a estas horas reza porque el viejo Berlusconi cumpla su ¨²ltima amenaza de volver a la pol¨ªtica¡ª encuentra puntos extra?os en el relato del disparatado secuestro. La polic¨ªa ha encontrado rastros de que, la noche de autos, el jefe de los secuestradores fue desde la casa de los Spinelli hasta la sede de Mediaset, la empresa de Berlusconi. ?A cobrar el dinero? ?A realizar transacciones bancarias? Si la polic¨ªa no lleg¨® a ser avisada y Berlusconi solo se enter¨® a toro pasado, ?por qu¨¦ los asaltantes abandonaron la casa de los Spinelli? Lo hicieron con tanta tranquilidad y tanta armon¨ªa que el tesorero avis¨® a uno de sus secuestradores de que se estaba dejando olvidado el pasamonta?as¡Lo ¨²nico claro del asunto es que hay gato encerrado. La polic¨ªa y los fiscales italianos tratan de averiguar qu¨¦ se esconde detr¨¢s del secuestro de Giuseppe Spinelli, el tesorero del pol¨ªtico y magnate Silvio Berlusconi, y de su esposa Anna en su casa de Mil¨¢n. Pero cada dato nuevo, en vez de arrojar luz, agranda la sospecha. Sobre unos asaltantes con pistolas de juguete que rezan el rosario con sus v¨ªctimas, las arropan durante la noche con una manta y luego se marchan, seg¨²n parece, sin cobrar el rescate. Pero, fundamentalmente, sobre Silvio Berlusconi, quien tard¨® nada m¨¢s y nada menos que 31 horas en denunciar el secuestro de su hombre de confianza.
Hay dos cuestiones principales que resolver. La primera es qu¨¦ sucedi¨® desde las 21.45 del lunes 15 de octubre -hora en que los secuestradores llegaron a casa de los Spinelli-y las nueve de la ma?ana del d¨ªa siguiente, momento en que dijeron adi¨®s muy buenas. La segunda cuesti¨®n, m¨¢s interesante y m¨¢s extra?a a¨²n, es qu¨¦ sucedi¨® desde el final del secuestro hasta que, ya en la tarde del mi¨¦rcoles 17 de octubre, el abogado de Berlusconi env¨ªa un fax a la fiscal¨ªa de Mil¨¢n denunciando los hechos. Solo se sabe que el anterior jefe del Gobierno italiano -que hab¨ªa pasado la noche en su mansi¨®n lombarda de Arcore- mand¨® a su escolta personal para que recogiera al matrimonio Spinelli y lo escondiera en un "lugar secreto". A continuaci¨®n, Berlusconi anul¨® una comida que ten¨ªa con el primer ministro Mario Monti en Roma. El asunto parec¨ªa serio. Lo suficiente como para no llamar a la polic¨ªa.
La noche del lunes 15 de octubre, al llegar a casa, el tesorero Spinelli -mediana estatura, grandes entradas, pelo blanco, gafas de montura met¨¢lica-- es golpeado en la cara por dos tipos que le rompen los lentes y lo empujan hacia el interior de la vivienda, donde lo maniatan sobre un sof¨¢ junto a su esposa. Tras las detenciones practicadas el pasado lunes, se sabe que se trata de una banda formada --al menos-- por tres italianos y tres albaneses, dirigidos por un viejo conocido de la polic¨ªa, un tal Francesco Leone, de Bari, un antiguo arrepentido de la Mafia. Leone no aparece en la casa hasta las dos de la madrugada. La esposa de Spinelli se fija en que lleva puestas unas zapatillas de deporte rojas atadas con cordones negros.
El jefe de los maleantes ense?a al contable un folio amarillento y un l¨¢piz de memoria en el que, seg¨²n dice, est¨¢n las pruebas suficientes para que el jefe Berlusconi le d¨¦ la vuelta al caso Mondadori -fue condenado a pagar 560 millones de euros por la adquisici¨®n fraudulenta de la editorial-y, de paso, logre implicar a un viejo enemigo pol¨ªtico -Gianfranco Fini, actual presidente de la C¨¢mara de Diputados-en supuestos tejemanejes corruptos. Un regalo as¨ª tiene un precio. Exactamente, 36 millones de euros:
--Llama a tu jefe y cu¨¦ntaselo.
El tesorero Spinelli obedece la orden del mafioso. Habla con Berlusconi. Lo que no se sabe a ciencia cierta es cu¨¢ndo, si mientras los secuestradores se encuentran todav¨ªa en la casa o despu¨¦s. Tampoco se tiene constancia de si el pol¨ªtico y magnate afloj¨® la guita. La versi¨®n puesta en circulaci¨®n por Niccol¨° Ghedini, el abogado de Berlusconi, es que no se pag¨® ni un euro de rescate. Una posibilidad que no se terminan de creer ni la polic¨ªa ni los fiscales. Sobre todo porque el pasado 13 de noviembre -poco antes de ser detenidos--, los investigadores captan una conversaci¨®n telef¨®nica entre uno de los secuestradores y el director de la filial de un banco suizo: "Necesito una caja de seguridad garantizada con la letra g may¨²scula". El otro responde: "No hay problema". Lo que escuchan a continuaci¨®n es c¨®mo van a hacer para pasar la frontera con un buen pu?ado de billetes. Se habla de ocho millones de euros¡.
"Despu¨¦s de contar los hechos al presidente Berlusconi", cont¨® el contable Spinelli a la fiscal antimafia Ilda Boccassini, "me dijo que, por motivos de seguridad, yo ten¨ªa necesariamente que salir de casa y dormir en otro lugar. Mi mujer empez¨® a hacer el equipaje y sobre las 15.00 horas son¨® el tel¨¦fono fijo. Una persona, que se dirigi¨® a m¨ª llam¨¢ndome Giuseppe, me pregunt¨® qu¨¦ hab¨ªamos decidido sobre la propuesta. Yo le respond¨ª que no era aceptable, que trat¨¦ de convencer a Berlusconi, pero que el presidente quer¨ªa ver primero la pel¨ªcula¡ Me colg¨® el tel¨¦fono de una forma brusca. Llam¨¦ enseguida al abogado Ghedini y despu¨¦s a Berlusconi y se lo cont¨¦. Me mand¨® un coche con su escolta personal y me llevaron a una casa secreta".
Una casa secreta, 31 horas para maquillar la realidad y un presunto secuestrador que se dirige a un presunto secuestrado por el nombre de pila¡ Hasta la prensa del r¨¦gimen -que a estas horas reza porque el viejo Berlusconi cumpla su ¨²ltima amenaza de volver a la pol¨ªtica-encuentra puntos extra?os en el relato del disparatado secuestro. La polic¨ªa ha encontrado rastros de que, la noche de autos, el jefe de los secuestradores fue desde la casa de los Spinelli hasta la sede de Mediaset, la empresa de Berlusconi. ?A cobrar el dinero? ?A realizar transacciones bancarias? Si la polic¨ªa no lleg¨® a ser avisada y Berlusconi solo se enter¨® a toro pasado, ?por qu¨¦ los asaltantes abandonaron la casa de los Spinelli? Lo hicieron con tanta tranquilidad y tanta armon¨ªa que el tesorero avis¨® a uno de sus secuestradores de que se estaba dejando olvidado el pasamonta?as¡
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