Duelo en OK Corral por la 2? Enmienda
El Tribunal Supremo de EEUU aval¨® en su ¨²nica sentencia sobre el tema, en 2008, tanto el derecho de los ciudadanos a llevar armas como el de los Estados a regularlo
El tiroteo m¨¢s famoso de la historia, el duelo en OK Corral en 1881, estall¨® porque un pistolero se neg¨® a cumplir las estrictas regulaciones que pesaban sobre las armas en aquellos tiempos y, por lo tanto, violaba la Segunda Enmienda, que entonces se interpretaba de forma muy restrictiva. Desde que se promulg¨® a finales del siglo XVIII, este texto legal ha sido objeto de infinitas interpretaciones y estudios, que han escrutado cada letra de la siguiente frase: ¡°Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas, no ser¨¢ infringido¡±. La versi¨®n ratificada por los Estados eliminaba la ¨²ltima coma ¡ªque el Supremo mantuvo¡ª y ese detalle ha sido tambi¨¦n analizado con lupa. El debate ha vuelto ahora con fuerza.
?En realidad, casi todos los estudiosos coinciden en que, hasta los a?os setenta, la mayor¨ªa de las interpretaciones legales se?alaban que la primera parte de la frase, la milicia organizada, se impon¨ªa sobre la segunda, el derecho a portar armas. La primera sentencia del Tribunal Supremo sobre el control de armas data de 2008. Nunca antes se hab¨ªa pronunciado sobre el tema y hab¨ªa dejado negro sobre blanco que ese oscuro texto permite, efectivamente, que los ciudadanos vayan a armados.
Durante m¨¢s de 100 a?os, desde la promulgaci¨®n en 1791 de la Carta de Derechos que acompa?a a la Constituci¨®n de Estados Unidos, nadie pon¨ªa en duda el derecho a legislar para evitar la presencia de armas en las calles. Y eso incluye el Viejo Oeste. En un largo art¨ªculo de la revista The New Yorker, Jill Lepore, profesora de historia americana en la Universidad de Harvard y autora de numerosos ensayos, relata la historia de estas regulaciones y, por ejemplo, se?ala que en la ¨¦poca del nacimiento del pa¨ªs era habitual que las armas se guardasen en arsenales p¨²blicos.
Adam Winkler, profesor de la Universidad de California que se han pasado media carrera acad¨¦mica estudiando la Segunda Enmienda, es autor de un libro muy citado estos d¨ªas, Gunfight: the battle over the right to bear arms in America, un documentado estudio sobre las legislaciones desde que fue promulgada la Segunda Enmienda. Describe todas las leyes que, en los tiempos en los se imprim¨ªa la leyenda y no la historia, imped¨ªan llevar armas y, desde luego, llevarlas ocultas. ¡°En las ciudades de la frontera hab¨ªa que entregar armas como alguien entrega el abrigo en un restaurante de Boston¡±, escribe Winkler. Y una de las ciudades que ten¨ªa una legislaci¨®n m¨¢s dura era Tombstone, donde Wyatt Earp se enfrent¨® a Tom McLaury en OK Corral precisamente porque este se hab¨ªa negado a dejar su artiller¨ªa en la oficina del Sheriff.
¡°Siempre hemos tenido control de armas¡±, escribi¨® Adam Winkler en un art¨ªculo titulado La historia secreta de las armas en The Atlantic. ¡°Los Padres Fundadores instituyeron unas leyes tan intrusivas en ese tema que, si se presentasen ahora, no contar¨ªan con el apoyo de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle¡±, la organizaci¨®n con cuatro millones de miembros que tiene un gran poder sobre el Congreso. ¡°Aunque nunca legislaron a favor de desarmar completamente a los ciudadanos, los fundadores prohibieron llevar armas a muchos colectivos, no solo los esclavos, sino los negros libres o los hombres que rechazaban mostrar su apoyo a la Revoluci¨®n¡±. En ese mismo ensayo, Winkler explica que incluso los defensores de los derechos civiles eran partidarios de llevar armas para su protecci¨®n: Martin Luther King pidi¨® un permiso de armas en 1956, despu¨¦s de un ataque contra su casa. Le fue denegado.
Las diferencias entre partidarios y detractores del control de armas han existido, seg¨²n Winkler, desde la misma aprobaci¨®n de la Constituci¨®n. A partir de los a?os setenta y ochenta, se comenz¨® a promover la legislaci¨®n m¨¢s liberal que permite, ahora mismo, llevar armas escondidas en la mayor¨ªa de los Estados. Bajo el primer mandato de Obama, pese a que se produjeron tiroteos tan impactantes como el que tuvo lugar en Tucson contra la congresista Gabrielle Giffords, el 8 de enero de 2011, en el que murieron seis personas, entre ellas una ni?a de nueve a?os, la liberalizaci¨®n prosigui¨®. S
Tras la masacre de Newtown, la Casa Blanca ha emprendido una ofensiva sin precedentes. Barack Obama plantea ahora prohibir los fusiles de asalto, revisar los antecedentes de los compradores, reducir el n¨²mero de balas...
Los expertos aseguran que es imposible aplicar una prohibici¨®n total como las que se produjeron en Australia tras la matanza de Port Arthur de 1996 (35 muertos y 23 heridos) o en el Reino Unido tras el horror de Bunblane, tambi¨¦n en 1996, cuando Thomas Hamilton, de 43 a?os, armado con tres pistolas compradas legalmente, asesin¨® a 16 ni?os y a un adulto antes de suicidarse.
La famosa sentencia de 2008, Distrito de Columbia contra Heller, la ¨²nica vez que el Supremo se ha pronunciado sobre el control de armas, por cinco jueces a favor y cuatro en contra, deja muy clara la interpretaci¨®n de la Segunda Enmienda. ¡°Garantiza el derecho de los individuos a tener armas de fuego y la legislaci¨®n de Washington DC, que proh¨ªbe totalmente las pistolas y requiere que las armas de fuego en casa est¨¦n desmontadas incluso cuando son necesarias para defensa propia, viola ese derecho¡±, reza la sentencia que fue celebrada por todo lo alto por la NRA.
Sin embargo, la letra peque?a del texto, como destaca Winkler, escond¨ªa ¡°una agradable sorpresa¡±, ya que s¨ª permit¨ªa el control y las restricciones. Eso deja la pelota en el tejado de los pol¨ªticos, tanto en el Congreso como en el Casa Blanca.
Un art¨ªculo que firma el mi¨¦rcoles Adam Liptak en The New York Times recuerda precisamente que el juez Antonin Scalia, que redact¨® la sentencia, escribe: ¡°Somos conscientes del problema de la violencia que causan las armas en este pa¨ªs¡± y permite numerosas restricciones, las mismas que ahora mismo est¨¢n siendo propuestas de nuevo.
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