Gaza desconf¨ªa de una paz duradera
A Los frutos del alto el fuego con Israel no acaban de verse en la Franja. A Los t¨²neles con Egipto proporcionan a Ham¨¢s ping¨¹es beneficios
Un reba?o de ovejas pasta en el norte de la franja de Gaza, pegado a la frontera con Israel. La parsimonia animal es la prueba de que del cielo ya no llueven bombas, de que en Gaza ¡ª1,6 millones de habitantes en un territorio de 367 kil¨®metros cuadrados¡ª se ha abierto una nueva etapa despu¨¦s de la en¨¦sima ofensiva del Ej¨¦rcito israel¨ª. Esta vez es distinto, insisten los dirigentes islamistas de la Franja. Esta vez, dice Ham¨¢s, han salido victoriosos. Presumen, adem¨¢s, de haber logrado un alto el fuego hist¨®rico, que contempla el fin del bloqueo israel¨ª, que impide desde hace seis a?os la libre entrada y salida de personas y mercanc¨ªas del territorio palestino. Pero, sobre el terreno, los frutos del pacto son m¨ªnimos, al tiempo que el escepticismo cunde entre una poblaci¨®n que dice albergar la certeza de que la paz tiene los d¨ªas contados.
Las negociaciones que palestinos e israel¨ªes mantienen para acordar la letra peque?a del alto el fuego se eternizan. En parte porque el Gobierno egipcio se encuentra sumido en una profunda crisis interna, y en parte por falta de entendimiento entre las partes. La semana pasada, Israel ha permitido por primera vez la entrada de materiales de construcci¨®n para viviendas, aunque est¨¢ por ver si se trata de una medida puntual o de un verdadero cambio de las reglas del juego. El secretismo y la confusi¨®n han rodeado adem¨¢s las escasas medidas para aliviar del bloqueo, lo que ha generado un importante desconcierto. Al menos dos palestinos han muerto mientras pon¨ªan a prueba los l¨ªmites de la nueva realidad, desde que se pactara el alto el fuego hace ahora mes y medio.
Uno de ellos se llamaba Anuar Abdelhadi Ikdeah, ten¨ªa 21 a?os y muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s del acuerdo de alto el fuego por las balas israel¨ªes. Era agricultor, y como a sus vecinos del sur de la Franja le llegaron las noticias de que hab¨ªan cambiado las reglas del juego, que los israel¨ªes les iban a dejar acceder a sus tierras, aunque estuvieran cerca de la valla fronteriza. Que el llamado per¨ªmetro de seguridad de entre 300 y 1.500 metros, que representa el 35% de la superficie cultivable de la Franja y que durante a?os no han podido pisar, quedaba abolido gracias al pacto.
Semanas m¨¢s tarde, la madre de la familia de los Ikdeah llora la muerte de su hijo vestida de negro en la casa familiar. Otro de sus hijos, Tamim, cuenta que estaba al lado de su hermano cuando le dispararon los soldados desde el otro lado de la valla. Eran las 10.30 de la ma?ana y quisieron ir a trabajar la tierra por primera en diez a?os. Ahora dice que no se atreve a volver al campo. Que hay algunos vecinos que s¨ª lo intentan, pero que desde aqu¨ª, desde esta infravivienda de paredes de hormig¨®n sin enfoscar, se escuchan a menudo los disparos con los que el Ej¨¦rcito ahuyenta a los que se acercan. Tamim sujeta en la mano el rosario ensangrentado que llevaba su hermano el d¨ªa de su muerte. ¡°Hemos ganado. En cualquier otro pa¨ªs se habr¨ªan rendido con tantos misiles. Nosotros, no¡±. ?Se mantendr¨¢ el alto el fuego? ¡°Claro que no¡±, responde sin dudar un segundo.
Como el hermano del difunto, numerosos entrevistados por toda la Franja no ocultan su escepticismo. No creen que el alto el fuego vaya a aguantar. Se han dejado contagiar, sin embargo, del esp¨ªritu de victoria que embriaga a la Franja. Al menos 170 palestinos murieron ¡ªla mayor¨ªa de ellos civiles¡ª y m¨¢s de mil resultaron heridos en los ocho d¨ªas que dur¨® la Operaci¨®n Pilar Defensivo y en la que tambi¨¦n fallecieron seis israel¨ªes.
Aun as¨ª, Ham¨¢s se empe?a en cantar victoria, porque para el director de la oficina de Informaci¨®n del Gobierno, Ihab Al Ghusain, ¡°la medida no son los muertos¡±. Lo importante es ¡°ver qui¨¦n aguant¨® m¨¢s sin levantar la bandera blanca y al final los israel¨ªes pidieron el alto el fuego¡±. Los misiles lanzados desde Gaza y que aterrizaron en las inmediaciones de Jerusal¨¦n y Tel Aviv, atemorizando a la poblaci¨®n israel¨ª, constituyen para Ham¨¢s la prueba ¨²ltima de su supuesto triunfo. La apropiaci¨®n oficial de la victoria ha subido la moral a la poblaci¨®n y Ham¨¢s ha recuperado parte de la popularidad perdida en los ¨²ltimos tiempos.
Al Ghusain resta importancia a la muerte de Ikdeah y a incidentes similares. Dice que la situaci¨®n est¨¢ calmada y que hay que tener paciencia, que las negociaciones para poner fin al embargo ¡°todav¨ªa est¨¢n en marcha¡±. Los palestinos piden que se abran los pasos fronterizos para el tr¨¢fico de mercanc¨ªas y que Rafah, la frontera que linda con Egipto, permanezca abierta 24 horas al d¨ªa. Quieren tambi¨¦n que desaparezca la lista negra que impide la entrada y salida de la Franja a cientos de personas por supuestos motivos de seguridad.
Nada de esto se ha cumplido hasta ahora, a pesar de que el acuerdo hablaba de un plazo de 24 horas. Para los palestinos, en ese plazo deb¨ªan empezarse a aplicar las mejoras. Para los israel¨ªes, aquel era el plazo para empezar a negociar la letra peque?a del acuerdo. ¡°Hay que encontrar un mecanismo fiable antes de permitir la entrada y salida de mercanc¨ªas a Gaza, y eso es imposible con Ham¨¢s¡±, explican fuentes oficiales israel¨ªes. ¡°No prometimos nada. Si Ham¨¢s ha declarado que se va a entrar y salir libremente, ese es su problema¡±, a?aden.
En Rafah, junto a la frontera con Egipto, no se aprecia ning¨²n cambio que invite al optimismo. Una cuadrilla de j¨®venes con la cara empolvada descansa cigarrillo en boca. Son los trabajadores de los t¨²neles por los que entra la mercanc¨ªa a Gaza, ante el cierre de los pasos en la superficie. Israel bombarde¨® buena parte de los subterr¨¢neos. Pero, nada m¨¢s anunciarse el alto el fuego, los obreros reconstruyeron a destajo los pasadizos en los que se juegan la vida por 30 euros al d¨ªa de jornal. Los operarios de la cara tiznada y chancletas de pl¨¢stico ro¨ªdas aseguran que ahora los t¨²neles funcionan casi al mismo ritmo que antes de la ofensiva.
El sol se pone en el sur de la Franja mientras los camiones, cargados de grava y otros materiales de construcci¨®n, salen uno tras otro de las bocas de los t¨²neles. La semana pasada, y por primera vez desde el inicio del bloqueo, Israel ha permitido la entrada de materiales de construcci¨®n en Gaza, aunque a unos precios prohibitivos comparados con los egipcios y en unas cantidades de momento insuficientes. Unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, en el mercado de motos de contrabando, los compradores se amontonan para examinar la nueva mercanc¨ªa que ha llegado por los subterr¨¢neos. El tr¨¢fico fluido en los t¨²neles indica que no ha habido mejor¨ªa en los cruces fronterizos. Son vasos comunicantes. Lo que no entra por arriba se cuela por debajo de la tierra.
En la terminal de Rafah, por donde cruzan las personas, se acumulan las frustraciones habituales. A Ihab, un herido de 35 a?os, no le dejan entrar en Egipto a pesar de que dice que tiene todos los papeles en regla. Este fontanero del campo de refugiados de Yabalia quer¨ªa recibir tratamiento m¨¦dico en Egipto, pero dice que le han devuelto. Puede que est¨¦ en una de las famosas listas negras, pero nadie le ha dado explicaciones, se queja mientras ense?a una radiograf¨ªa de su f¨¦mur, en la que aparece una bala incrustada.
Camino a la ciudad de Gaza, hay que hacer un alto en un checkpoint volante. Registran a los que vienen de Rafah para asegurarse de que han pagado los impuestos de las mercanc¨ªas de los t¨²neles y que ofrecen ping¨¹es beneficios al Gobierno de Ham¨¢s. Es una muestra m¨¢s de que la maquinaria que rodea al bloqueo, adaptada y sofisticada con el paso de los a?os, est¨¢ en plena forma.
Las otras fronteras, las mar¨ªtimas, son las que se supone que han experimentado una mayor mejor¨ªa tras el alto el fuego. Una conversaci¨®n con los pescadores y una visita a la lonja basta para darse cuenta de que s¨ª, de que ha habido cambios, pero ni mucho menos revolucionarios. La nueva medida consiste en la ampliaci¨®n de la zona en la que Israel permite a los pescadores salir a faenar de tres millas marinas a seis, de las 20 que fijan los Acuerdos de Oslo.
En una improvisada sede del sindicato de pescadores ¡ªla anterior la bombardearon¡ª, su presidente, Nizar Aiash, explica que hasta 23 pescadores han sido detenidos por el Ej¨¦rcito israel¨ª en alta mar y que adem¨¢s han confiscado cuatro embarcaciones. Asegura que les bombardean cuando creen que han sobrepasado los nuevos l¨ªmites, que dice resultan en apenas un 20% m¨¢s de capturas. ¡°No ha supuesto un gran cambio para nosotros. Los barcos que tenemos son peque?os y necesitamos adentrarnos m¨¢s en alta mar para llegar a las zonas de rocas¡±, sostiene Aiash, quien cifra en mill¨®n y medio de d¨®lares (1,15 millones de euros) los da?os sufridos por el sector en la ¨²ltima ofensiva.
En la minilonja, la escasez da una idea de que los tiempos en que desde la Franja se exportaba pescado a Israel quedan hoy muy lejos. Ahora, muchos de los ejemplares llegan por los t¨²neles. Es el caso de las doradas y de bacaladillas que hoy enjuagan los vendedores, para que no pierdan el poco lustre que les queda. ¡°Los de Ham¨¢s dicen que esto es una gran victoria, pero para m¨ª la verdad¡ no es para tanto¡±, dice Taysir, uno de los pescaderos.
Muchos otros vecinos de la Franja no pueden siquiera compartir el t¨ªmido optimismo de Taysir, seg¨²n el diagn¨®stico que ofrece Ahmed Abu Tauahina, director del Programa de Salud Mental. Dice que en las ¨²ltimas semanas son multitud los que acumulan miedo, frustraci¨®n y altas dosis de ansiedad. Que muchos pacientes psiqui¨¢tricos tuvieron reca¨ªdas durante la ofensiva y que no tienen medicamentos para tratarlos; sobre todo a los enfermos de esquizofrenia o a los que sufren ansiedad cr¨®nica. Seg¨²n sus c¨¢lculos, el ¨ªndice de ansiedad en el territorio palestino ronda el doble de la media mundial.
¡°Durante la ofensiva no hab¨ªa un solo sitio en el que sentirse seguro. Bombardearon viviendas civiles, f¨¢bricas, talleres¡ La gente se sinti¨® abandonada, impotente¡±, dice Abu Tauahina. Este especialista cree que el mensaje de victoria que machaconamente lanzan los pol¨ªticos de la Franja juega un papel positivo ¡°porque para la poblaci¨®n es importante sentir que no solo somos v¨ªctimas o perdedores, que luchamos por una causa nacional. Pero a la gente tampoco le sirven los esl¨®ganes vac¨ªos. La verdadera victoria ser¨ªa que se levantara el bloqueo, que tuvi¨¦ramos electricidad y que hubiera trabajo. Pero nada de esto ha sucedido¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.