Europa sin Gran Breta?a
La crisis ha puesto en evidencia los intereses divergentes de Londres con una UE unida
Para la gente de mi generaci¨®n que crecimos con la sentencia orteguiana de ¡°Espa?a es el problema y Europa la soluci¨®n¡±, resulta muy duro comprobar que Espa?a no funciona, pero Europa tampoco. Pero no basta con recurrir a la crisis para dar cuenta de ello, aunque esta haya puesto de relieve las deficiencias. Dejando a un lado los problemas espec¨ªficos de Espa?a, habr¨¢ que enfrentarse tambi¨¦n a los de Europa.
La Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero (CECA, 1950) fue una iniciativa francesa para impedir que resurgiera una industria b¨¦lica alemana, pero tanto, o m¨¢s que evitar a la larga un nuevo enfrentamiento b¨¦lico, de lo que se trataba era de fortalecer la Europa occidental ante la amenaza sovi¨¦tica.
La decisi¨®n americana de refundar un Ej¨¦rcito alem¨¢n, un paso decisivo en la guerra fr¨ªa, aterr¨® a Francia. La ¨²nica posibilidad de impedirlo era incorporarlo a uno europeo, de ah¨ª la propuesta francesa de una Comunidad Europea de Defensa (CED), que desde el primer momento cont¨® con el apoyo de EE UU y la adhesi¨®n de los seis pa¨ªses que formaban la CECA. Pero en agosto de 1954, la alianza perversa de los comunistas prosovi¨¦ticos con los nacionalistas gaullistas rechaza la CED en la Asamblea francesa. ?Cu¨¢l hubiese sido nuestro destino, si hubi¨¦ramos empezado la construcci¨®n de Europa por una pol¨ªtica de defensa com¨²n?
No es, sin embargo, una historia contrafactual lo que m¨¢s echamos de menos, sino averiguar los factores que han llevado al estado calamitoso en que hoy se encuentra la UE. Aunque pueda sorprender, afirmo categ¨®ricamente que buena parte de los males de hoy provienen de la pol¨ªtica de ampliaciones.
Junto a Irlanda y Dinamarca, ingresa Reino Unido en 1973, y desde el momento mismo de su tard¨ªa asociaci¨®n, se percibe una fuerte desconfianza ante la Europa comunitaria. Dos son los motivos fundamentales: no cabe ser el aliado principal de EE UU y socio leal de la Comunidad Europea; no en vano el general De Gaulle se opuso a la entrada de Gran Breta?a. En segundo lugar, los brit¨¢nicos se encontraron con una Europa ya acoplada a los intereses agrarios de Francia y a los industriales de Alemania. Pero, fueron ellos los que no quisieron entrar, cuando habr¨ªan sido recibidos con los brazos abiertos y hubieran podido ajustar las instituciones comunitarias a sus necesidades. Tardaron demasiado en descubrir que contarse entre los vencedores de las dos guerras mundiales no impedir¨ªa ser desalojados del pedestal de gran potencia al perder el Imperio.
Dos a?os despu¨¦s de la entrada en vigor del Tratado de la Uni¨®n Europea, firmado en Maastricht en 1992, el 1 de enero de 1995 se incorporan Austria, Finlandia y Suecia en una nueva Uni¨®n, con un mercado ¨²nico, que hac¨ªa realidad la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, servicios, personas y capitales, y que incluso divisaba ya una moneda ¨²nica, ganando, eso s¨ª, Reino Unido dos nuevos aliados para el bloque opuesto a la uni¨®n pol¨ªtica.
En mayo de 2004 se llev¨® a cabo la ampliaci¨®n al Este con 10 nuevos pa¨ªses y en 2007 se incorporaron Bulgaria y Ruman¨ªa, formando la Uni¨®n 27 pa¨ªses con casi 500 millones de habitantes. Lo m¨¢s llamativo fue que, tanto los que antepon¨ªan la ampliaci¨®n a la profundizaci¨®n, como los que compart¨ªan preferencias invertidas, impulsaron, aunque por motivos distintos, una tan r¨¢pida y numerosa ampliaci¨®n. El bloque brit¨¢nico pensaba cerrar as¨ª definitivamente la posibilidad de una uni¨®n pol¨ªtica, y el eje franco-alem¨¢n cre¨ªa compatible la conquista de los mercados del Este con su programa de una uni¨®n econ¨®mica que desembocase en una pol¨ªtica.
La crisis ha puesto en evidencia los intereses divergentes de Reino Unido con una Europa unida econ¨®mica y, por tanto, un d¨ªa tambi¨¦n pol¨ªticamente. En este bloque a nadie se le oculta la r¨¦mora que significa Gran Breta?a, a la vez que aumentan los brit¨¢nicos que exigen un refer¨¦ndum para salir. A Reino Unido le conviene mantenerse al margen de los proyectos europeos, pero dentro de la Uni¨®n, al menos mientras no est¨¦ claro si el euro se salva. La cuesti¨®n que hoy se plantea es si cabe avanzar en el proceso de integraci¨®n con Gran Breta?a dentro. No existen, sin embargo, mecanismos para expulsarla, ni los brit¨¢nicos saben por ahora si les conviene.
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