Europa en el S¨¢hara
La m¨ªtica Tombuct¨² est¨¢ a 2.200 kil¨®metros de la costa de M¨¢laga y a 1.800 de las islas Canarias. Puede parecernos una regi¨®n remota, pero no lo es
¡°Lo m¨¢s oscuro de ?frica siempre ha sido nuestra ignorancia de ella¡± (George Kimbel, ge¨®grafo)
Parece una pesadilla, pero no lo es. Europa, atenazada por la recesi¨®n econ¨®mica y ensimismada en la crisis del euro, debe decidir si afronta una guerra contra el terror ejercido por una cooperativa de yihadistas isl¨¢micos que ha trasladado sus bases desde Oriente Pr¨®ximo y Asia Central a nuestro patio trasero. Ha escogido instalarse en el gran espacio vac¨ªo africano del norte de Mal¨ª: un territorio de arena y pedregal con una extensi¨®n superior a la de Francia. Les une su odio por todo lo que representa Europa y sus valores. Buscan imponer una sociedad rigorista, donde las mujeres son inexistentes, y aplicar la interpretaci¨®n m¨¢s extremista de la shar¨ªa, la ley isl¨¢mica, incluidas muertes por lapidaci¨®n y mutilaciones para los desviados. Los radicales barbudos, j¨®venes b¨¢rbaros bien armados con el fruto del pillaje de los arsenales de la Libia de Gadafi, se benefician del vac¨ªo de autoridad consecuencia de las revoluciones de la primavera ¨¢rabe y del desencanto de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n empobrecida por la miseria, agravada incluso tras la ca¨ªda de las dictaduras. En el norte de Mal¨ª, Al Qaeda en el Magreb (AQMI), ayudada por otras facciones salafistas, ha establecido el laboratorio de un Estado isl¨¢mico.
El estreno de la pel¨ªcula estadounidense La noche m¨¢s oscura podr¨ªa hacernos creer que Al Qaeda y Osama bin Laden, cuya b¨²squeda y muerte relata la cinta, forman parte de una leyenda ya enterrada en el pasado, incluso merecedora de un Oscar de Hollywood. Diez a?os despu¨¦s de la invasi¨®n de Irak, de la guerra inacabada de Afganist¨¢n, de las torturas y c¨¢rceles secretas en las que Estados Unidos violent¨® la ley en aras de la seguridad nacional, de la prisi¨®n de Guant¨¢namo a¨²n operativa, de cuatro a?os de Barack Obama en la Casa Blanca, estamos ante un nuevo cap¨ªtulo de la guerra sin l¨ªmites contra el terrorismo.
Una cruzada al rev¨¦s, 11 siglos despu¨¦s de las emprendidas por el orbe cristiano en Oriente Pr¨®ximo contra los infieles. El conflicto, en apariencia local, se internacionaliza; la globalizaci¨®n dicta que todo lo local es a la vez global. Lo prueba el asalto yihadista a la planta argelina de gas de In Amenas, con el doble objetivo de poner de manifiesto la vulnerabilidad del suministro de energ¨ªa a Europa (el 40% del gas que consume Espa?a procede de Argelia) y la toma de rehenes de pa¨ªses tan diferentes como Jap¨®n, Noruega, Reino Unido, Francia o Estados Unidos.
Caben preguntas y surgen dudas: ?Por qu¨¦ en Mal¨ª y no para detener la carnicer¨ªa de la guerra civil en Siria? Parece razonable que lo resuelva Francia, con la ayuda de los pa¨ªses de ?frica Occidental, por ser la antigua potencia colonizadora y tener intereses econ¨®micos en el Sahel, donde viven miles de sus ciudadanos. ?No es este un asunto estrat¨¦gico mundial que le compete como siempre a Estados Unidos? ?Pueden las opiniones p¨²blicas europeas soportar una eventual larga guerra de desgaste y, sobre todo, pagarla? Demasiado para una Uni¨®n Europea sin una integraci¨®n militar efectiva. La m¨ªtica Tombuct¨² est¨¢ a 2.200 kil¨®metros de distancia de la costa de M¨¢laga y a 1.800 de las islas Canarias. Puede parecernos una regi¨®n remota, pero no lo es: ya ha servido de c¨¢rcel para espa?oles secuestrados, es una zona de tr¨¢nsito para lanzar la emigraci¨®n africana descontrolada sobre Europa y tambi¨¦n para el paso de la droga. Es nuestra guerra mucho m¨¢s que la de Afganist¨¢n.
La crisis tiene una ¡°importancia capital para la seguridad de Espa?a¡±, seg¨²n el ministro de Defensa. La aviaci¨®n francesa ya sobrevuela territorio espa?ol en sus desplazamientos hacia Mal¨ª. Lo que hasta hace una semana parec¨ªa una intervenci¨®n expr¨¦s, a resolver con celeridad con ataques a¨¦reos sobre las concentraciones de yihadistas y sus dep¨®sitos log¨ªsticos, se ha revelado un empe?o mayor. Francia entra en un laberinto del que le puede costar salir. De momento est¨¢ sola, con el golpista Ej¨¦rcito de Mal¨ª, y a la espera de que llegue la fuerza militar de los pa¨ªses de ?frica Occidental. La Europa alemana de Merkel se pone de perfil, confirmando la irrelevancia de su pol¨ªtica exterior y de defensa. Y EE UU bastante tiene con sus problemas dom¨¦sticos. Obama inicia su segundo mandato y su peor pesadilla ser¨ªa una nueva aventura militar en el extremo occidental del Creciente de crisis que desde Mauritania se proyecta hasta Pakist¨¢n. Lo que ocurre en el Sahel, explica el analista franc¨¦s Gilles Kepel en Le Monde, es m¨¢s que un asunto militar. ¡°Es un desaf¨ªo de civilizaci¨®n a la hora de la mundializaci¨®n, de la interpenetraci¨®n de culturas y de la circulaci¨®n acelerada de doctrinas e ideolog¨ªas, de im¨¢genes y de v¨ªdeos, de hombres, de bienes y de armas a trav¨¦s de las fronteras¡±.
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