En las garras de M¨ªster Marlboro
Un traficante argelino de tabaco reconvertido en terrorista dirige a los secuestradores La brigada est¨¢ formada por milicianos de seis nacionalidades
Casi nadie sabe si M¨ªster Marlboro, Mojtar Belmojtar, un argelino de 40 a?os, est¨¢ presente entre los terroristas que han asaltado la planta de gas de BP en In Amenas, al sureste de Argelia, pero todos coinciden en que el crisol de yihadistas internacionales (tunecinos, libios, egipcios, mauritanos, argelinos y franceses) que protagoniza el sangriento secuestro pertenece a la brigada Muthalimin (en ¨¢rabe, los que firman con su sangre), que dirige este antiguo contrabandista de tabaco reconvertido a muyahidin, un viejo conocido de los servicios secretos africanos y europeos. Un tipo al que seg¨²n testimonios de algunos de sus hermanos le interesa m¨¢s el dinero y el poder que la religi¨®n. Los secuestros de occidentales, entre ellos el de los cooperantes espa?oles en 2009 en Mauritania, se hab¨ªan convertido hasta ahora en su especialidad.
La firma sangrienta de esta katiba (brigada) que hasta hace unos meses pertenec¨ªa a Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico (AQMI) quedar¨¢ marcada para siempre en la historia de la gigantesca petrolera brit¨¢nica, pero ocupar¨¢ unas breves l¨ªneas en la de Argelia, un pa¨ªs azotado desde hace d¨¦cadas por los islamistas y al que M¨ªster Marlboro combate desde que en su juventud se integr¨® en el Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA), el brazo armado del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS).
Entonces, a principios de los a?os noventa, el joven Mojtar ven¨ªa de luchar en Afganist¨¢n, donde perdi¨® un ojo, aprendi¨® a manejar un Kal¨¢shnikov y a montar explosivos. Con Hassan Hattab y otros argelinos fue uno de los fundadores del Grupo Salafista para la Predicaci¨®n y el Combate (GSPC), con numerosos simpatizantes y c¨¦lulas activas en Espa?a, Francia, Italia y otros pa¨ªses europeos que lo financiaron con peque?as aportaciones recogidas en locutorios, carnicer¨ªas y mezquitas, una organizaci¨®n terrorista que decidi¨® en 2006 rendir pleites¨ªa a Osama bin Laden y se transform¨® en Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico (AQMI). ¡°Hemos decidido (...) prometer fidelidad a Abu Abd Allah Osama bin Laden. Cerramos el trato con un apret¨®n de manos y le ofrecemos el fruto de nuestros corazones (...) No encontrar¨¢ en nosotros m¨¢s que o¨ªdo y obediencia¡±, escribi¨® Abu Musad Abde i Waud, el emir argelino que anunci¨® la nueva alianza. Y as¨ª fue. La marca Al Qaeda se ha extendido desde entonces como una peste por el inmenso desierto del Sahel.
La adhesi¨®n de los salafistas a Bin Laden consigui¨® que uno de los sue?os del emir muerto en 2011 en Abottabad (Pakist¨¢n) se hiciera posible: la uni¨®n de todos los grupos yihadistas del norte de ?frica bajo unas mismas siglas, baja una id¨¦ntica bandera, la del inquietante AQMI, que desde hace a?os campa a sus anchas por las dunas del Sahel, donde aliados con los rebeldes tuaregs y otros grupos islamistas han logrado crear Azawad, un Estado isl¨¢mico independiente en el norte de Mal¨ª donde se cortan las manos de los ladrones y se apalea a las mujeres infieles. Este nuevo territorio es un poderoso y retorcido im¨¢n que atrae a combatientes de todo el mundo, algunos de ellos espa?oles, que acuden para hacer la yihad o cobrar los 300 euros mensuales que les pagan los terroristas.
AQMI est¨¢ formado por cuatro brigadas dirigidas por argelinos y compuestas de unos mil hombres de una docena de nacionalidades que se mueven por Mauritania y Mal¨ª con total libertad. Con los secuestros de occidentales y la conquista del norte de Mal¨ª han logrado exportar su marca por todo el planeta, pero atraviesan una crisis por la muerte de alguno de sus dirigentes y las disputas de poder, seg¨²n recogen informes de los servicios de inteligencia europeos.
?A principios de los noventa Belmojtar volvi¨® a Argelia desde Afganist¨¢n, donde hab¨ªa luchado como muyahidin
M¨ªster Marlboro, cuya brigada estaba establecida en Gao, hab¨ªa sido apartado de la organizaci¨®n y sustituido por Abdelmalek Droukdel. Jemal Oukacha, Abu El Hammam, ocup¨® el puesto del fallecido Nabil Makloufi, comandante de la regi¨®n sur. Pero el antiguo traficante de tabaco reconvertido a terrorista ha sorprendido a casi todos con este brutal golpe de mano. Sus hombres han asaltado la planta de gas de BP en Argelia dispuestos a firmar con su sangre la lealtad que todav¨ªa les une a AQMI y a vengar la cooperaci¨®n de Argelia en la guerra entre tropas francesas y sus ¡°hermanos¡± en el norte de Mal¨ª. ¡°Cre¨ªamos que el atentado iba a ser aqu¨ª, en la capital. Sab¨ªamos que har¨ªan una acci¨®n de venganza por la intervenci¨®n francesa. No pensamos en una acci¨®n en Argelia de esta envergadura¡±, confiesa un agente occidental destinado en Bamako.
En el norte de Mal¨ª ocupado por los terroristas de AQMI y sus aliados se comercia con todo y los yihadistas han facilitado a la poblaci¨®n algunos de los servicios, sobre todo pozos de agua, que el fallido Gobierno de Mal¨ª, de 15 millones de habitantes, ha desatendido. Pese a la imposici¨®n de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica), sigue mandando m¨¢s el comercio que la religi¨®n. Mojtar se cas¨® con la hija de un dirigente tuareg para reforzar su posici¨®n en la zona: tr¨¢fico de tabaco, armas, coca¨ªna y secuestros de occidentales, el ¨²ltimo gran negocio de este argelino con el que tuvieron que negociar el pago de un rescate los agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que lograron liberar a los secuestrados espa?oles. ¡°Un tipo duro, un negociante nato al que le importa poco la religi¨®n. Los ¨²nicos puros que hay en AQMI suelen ser, en general, extranjeros¡±, afirma un agente espa?ol destacado en Mal¨ª.
Hace un a?o este dirigente del desierto que ha invertido una gran parte de su fortuna en financiar a su particular brigada yihadista confes¨® que hab¨ªa llegado a un pacto de no agresi¨®n con los servicios secretos mauritanos. Fue en Mauritania donde sus hombres secuestraron a los tres cooperantes catalanes trasladados despu¨¦s a una de las madrigueras de AQMI en Mal¨ª. Desde entonces no se han producido los tradicionales choques entre el Ej¨¦rcito mauritano y los yihadistas que viajan de noche, levantan campamentos de entrenamiento en el desierto y esconden sus armas en enormes zulos bajo la arena. Cuentan con lanzagranadas y lanzamisiles port¨¢tiles.
Abu al Baraa, el argelino que dirig¨ªa la brigada que ha asaltado la planta de gas, ha muerto por disparos del Ej¨¦rcito argelino. M¨ªster Marlboro sab¨ªa que mandaba a sus hombres a una muerte segura.
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