Bruselas mantiene un estudiado silencio ante el desaf¨ªo brit¨¢nico
Los socios se decantan por hacer m¨ªnimas concesiones
Quien quiera conocer los entresijos de ese nirvana tecnocr¨¢tico mal llamado Bruselas debe huir del centro hist¨®rico de la capital belga, coger el metro y bajarse en las catacumbas de la estaci¨®n de Schuman, en pleno distrito europeo. A la salida encontrar¨¢ lluvia, un ruido infernal procedente de los edificios en construcci¨®n (la tentaci¨®n de la met¨¢fora: Europa como permanente solar en obras) y, detr¨¢s de las gr¨²as, dos grandes moles: a un lado, el cuartel general de la Comisi¨®n Europea; al otro, el del Consejo. Ah¨ª radica la enjundia de Bruselas; ah¨ª es donde supuestamente hay que preguntar cualquier cosa importante relacionada con el proyecto europeo. Aunque a veces no lo parece: ni la Comisi¨®n ni el Consejo han reaccionado esta semana a la sacudida que supone la convocatoria de un refer¨¦ndum en Reino Unido sobre la UE. Solo en privado se percibe una reacci¨®n que est¨¢ entre la fatiga ¡ª¡°cosas de los ingleses¡±¡ª y el berrinche por lo que se percibe como un chantaje. Lo mejor para todos es que Reino Unido se quede, pero ni las instituciones ni la gran mayor¨ªa de las capitales son partidarias de hacer grandes concesiones. ¡°Por eso la apuesta de Cameron es tan potente: porque es muy, muy arriesgada¡±, indican fuentes europeas.
Los silencios de Jos¨¦ Manuel Barroso y Herman van Rompuy son casi obligados: fuentes europeas consideran que una reacci¨®n llamativa de Bruselas podr¨ªa ser contraproducente. Por eso la ¨²nica instituci¨®n que se ha activado es el Parlamento Europeo, que goza de algo m¨¢s de libertad de movimiento y ha arremetido contra los planes de Cameron. En el Consejo hay un silencio sepulcral. En la Comisi¨®n, pa?os calientes. Una portavoz de Barroso se limita a destacar el ¡°esp¨ªritu constructivo¡± del discurso de Cameron, a subrayar ¡°todo lo que ha contribuido Reino Unido a la UE¡±, a rozar la perogrullada: ¡°Es el pueblo brit¨¢nico quien tiene que decidir qu¨¦ papel quiere jugar¡±.
Fuentes de la Comisi¨®n aseguran que hace unos a?os un discurso como el de Cameron hubiera generado gran inquietud en Bruselas; a d¨ªa de hoy, todo el mundo da por hecho que Londres va de farol y que ni los brit¨¢nicos quieren irse, ni la Uni¨®n puede permit¨ªrselo, por lo que al final los socios europeos har¨¢n m¨ªnimas concesiones para que Cameron pueda salvar la cara, Reino Unido siga dentro y el debate se posponga una vez m¨¢s, en el m¨¢s puro m¨¦todo comunitario. Europa, en fin, se est¨¢ especializando en enfrentarse a sus problemas con la ya casi tradicional patada hacia delante.
?Qu¨¦ dice Barroso? De momento, nada. No le conviene: hay demasiadas citas electorales entre este a?o y el supuesto refer¨¦ndum como para esperar que nadie, y menos a¨²n el presidente de la Comisi¨®n, queme sus naves. En diciembre, preguntado por este diario, resum¨ªa su postura: ¡°Ese problema no es nuevo: desde la era Thatcher, Londres siempre ha querido reafirmarse en su excepcionalidad, ahora quiz¨¢ con m¨¢s intensidad. Por nuestro inter¨¦s com¨²n, es necesario que Reino Unido siga dentro: pese a todo, Londres ha contribuido notablemente a la construcci¨®n europea, a la profundizaci¨®n del mercado interior, a la lucha contra el cambio clim¨¢tico, a la ampliaci¨®n de la UE. Con un matiz: queremos que Reino Unido siga dentro siempre que el propio Reino Unido quiera; siempre que no se enroque en el no, siempre que el veto no sea su posici¨®n sistem¨¢tica respecto a la mayor integraci¨®n europea¡±. En resumen: mejor con Londres dentro, pero no como hasta ahora.
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