Abdicar, un verbo dif¨ªcil de conjugar
Beatriz de Holanda despeja el camino para Guillermo, el primer rey de la nueva generaci¨®n
Beatriz de Holanda ha abdicado con la sobriedad y eficacia que ha mostrado durante sus 33 a?os de reinado. Su alocuci¨®n a la patria fue concisa y con dos mensajes claros: ha llegado el momento del relevo y su heredero, el futuro rey Guillermo, de 45 a?os, est¨¢ preparado. Concluido su discurso televisado, son¨® el himno nacional. Nada m¨¢s. Ni aplausos del Parlamento, ni reverencias del Consejo de Estado. Tampoco abrazos de sus allegados o escenas familiares. La soberana estaba sola y segura del paso que hab¨ªa dado.
Casi siete millones de sus compatriotas la vieron despedirse. Luego corrieron a llenar las redes sociales de alabanzas: ¡°Ha hecho un trabajo impecable¡±, y ¡°es el momento adecuado para saludar a la nueva generaci¨®n¡±, fueron los mensajes m¨¢s repetidos. Respetada a t¨ªtulo personal, Beatriz deja la corona en un momento ¨¢lgido de popularidad. Ha cumplido asimismo con el rito de sus antepasadas, las reinas Juliana, Guillermina y Emma, que abdicaron (Emma fue regente hasta la mayor¨ªa de edad de Guillermina) sin problemas.
No es que la monarqu¨ªa holandesa tome a la ligera el servicio que presta. Al contrario. Lo ejerce a fondo para asegurar la sucesi¨®n, y se marcha con la soltura ¡ªy melancol¨ªa¡ª propia de las jubilaciones. Pero no todos los reyes consideran apropiado jubilarse. Tambi¨¦n es cierto que Holanda, B¨¦lgica, Dinamarca, Suecia y Noruega, las grandes coronas europeas junto con Espa?a, afrontan retos diversos. El Gran Ducado de Luxemburgo y el Principado de Liechtenstein, peque?os, estables y muy ricos, han hecho ya su recambio. El gran duque Enrique, en 2000, y el pr¨ªncipe Hans Adam, en 2004, respectivamente. Este ¨²ltimo permanece como jefe de Estado, pero deleg¨® en 2004 sus poderes en su hijo Alois. Los dem¨¢s reyes y reinas, coet¨¢neos de la holandesa Beatriz, siguen en activo.
Algunos, como Isabel II de Inglaterra y Juan Carlos I de Espa?a, ya han dicho que piensan seguir hasta el final, ¡°con la misma dedicaci¨®n e ilusi¨®n de siempre¡±. Ambos comparten una llegada al trono accidentada por las circunstancias pol¨ªticas de ambos pa¨ªses. En el caso de la reina inglesa, su vida pertenece a la Historia y al celuloide, donde ha sido trasladada con gran ¨¦xito. La pel¨ªcula m¨¢s reciente y premiada es El discurso del rey (2010), del brit¨¢nico Tom Hooper, que narra las dificultades de Alberto, futuro rey Jorge VI, tartamudo, para hablar en p¨²blico. Jorge era el padre de Isabel y tuvo que suceder a su hermano, Eduardo VIII, que abdic¨® para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson. La crisis constitucional que ello gener¨® se vio agravada por el delicado momento de la Europa de 1936. Para complicar a¨²n m¨¢s las cosas, tras la abdicaci¨®n, Eduardo de Inglaterra fue nombrado duque de Windsor y visit¨® Alemania en pleno ascenso nazi. La torpeza, y sus supuestas simpat¨ªas hacia Hitler, le valieron ser enviado a las Bahamas como gobernador. El resto de su vida fue un retiro m¨¢s parecido al exilio.
Isabel era entonces una ni?a de 10 a?os convertida en princesa heredera por un azar del destino. Su fidelidad al protocolo no le impedido admitir que su posterior coronaci¨®n, en 1953, fue uno de los d¨ªas m¨¢s alegres y duros de su vida. Su padre, al que estaba muy unida y rein¨® durante 16 a?os, falleci¨® de un c¨¢ncer de pulm¨®n y ella tomo las riendas de la monarqu¨ªa antes de cumplir los treinta. ¡°Celebrar la coronaci¨®n y recordar tambi¨¦n al padre fallecido son sentimientos encontrados¡±, explican c¨ªrculos reales cuando se aproximan los aniversarios.
A los 87 a?os, Isabel II lleva seis d¨¦cadas en el trono de Inglaterra y los fastos del reciente jubileo no han dejado lugar a dudas: no abandonar¨¢. Su pa¨ªs es una democracia estable capaz de asumir una sucesi¨®n en vida, pero recuerda las turbulencias de su infancia. Superado el terrible bache de popularidad sufrido por su lenta reacci¨®n ante la muerte de Diana de Gales, su reciedumbre ha convertido a Carlos de Inglaterra, pr¨ªncipe de Gales, en el heredero m¨¢s longevo de Europa. Tiene 64 a?os, dos hijos varones, Guillermo y Enrique, y lleva 44 a la espera. Su segundo matrimonio fue con Camilla Parker-Bowles, una novia de juventud y posterior amante, actual duquesa de Cornualles. Eso s¨ª, la monarqu¨ªa inglesa sigue generando enorme inter¨¦s y es uno de los mayores reclamos tur¨ªsticos del pa¨ªs. Los Windsor llevan tanto tiempo en el londinense palacio de Buckingham, que sus rostros son reconocibles para generaciones enteras de europeos.
A¨²n es pronto para saber si cundir¨¢ el ejemplo de Beatriz de Holanda
Juan Carlos I de Espa?a tiene la misma fortaleza moral que Isabel de Inglaterra. Comparte asimismo un duro acceso al trono agravado, en su caso, por las imposiciones de la dictadura franquista para reinstaurar la monarqu¨ªa. Nieto de Alfonso XIII, que abdic¨® y se march¨® al exilio tras la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica, ¡°Juanito¡± ¡ªsu apelativo familiar¡ª naci¨® en Roma en 1938. Su padre, Juan de Borb¨®n, fue el jefe de la Casa Real de Espa?a entre 1941 y 1977, cuando renunci¨® a sus derechos din¨¢sticos en su favor. El hecho, relevante desde el punto de vista hist¨®rico, fue tambi¨¦n singular. Juan Carlos I hab¨ªa sido proclamado rey dos a?os antes, el 27 de noviembre de 1975, a la muerte de Franco. Viendo que no reinar¨ªa, Don Juan de Borb¨®n facilit¨® la continuidad de la dinast¨ªa. La traves¨ªa del rey espa?ol, gran aficionado al mar, fue larga, penosa y cargada de simbolismo. Superada con ¨¦xito la transici¨®n pol¨ªtica, su momento estelar, asentada la democracia, y a los 75 a?os, sus convicciones le han llevado a asegurar que seguir¨¢ en su puesto. Felipe de Borb¨®n, pr¨ªncipe de Asturias y futuro rey, tiene 45 a?os, dos hijas, las infantas Leonor y Sof¨ªa, y una esposa entregada, Letizia.
Sus regios tocayos europeos comparten generaci¨®n y aguardan tambi¨¦n el momento del cambio. El caso de Felipe de B¨¦lgica, de 52 a?os, tal vez sea el m¨¢s delicado. A la muerte de su t¨ªo, el respetado rey Balduino, ocurrida en Playa Granada, Motril, en 1993, no pareci¨® oportuno coronar todav¨ªa a un sobrino treinta?ero. La reforma federalista del pa¨ªs y las tensiones entre Flandes y Valonia, en plena ebullici¨®n en la d¨¦cadas de los 90, inclinaron la balanza hacia su padre, Alberto II. De 78 a?os, para sorpresa de sus compatriotas es una figura popular que sirve de nexo entre las enfrentadas comunidades nacionales. De su abdicaci¨®n no se habla, por ahora. Entretanto, su hijo Felipe, duque de Brabante y todav¨ªa un enigma para muchos, espera junto a su esposa, la princesa Matilde, y sus cuatro hijos.
Margarita de Dinamarca, de 72 a?os, hered¨® el trono a la muerte de su padre, el rey Federico IX, cuyo rechazo a la ocupaci¨®n nazi del pa¨ªs le valieron la gratitud general. Como en Holanda, la realeza danesa va en bicicleta, y Margarita acompa?aba a su progenitor por las calles de Copenhague. De gran formaci¨®n humanista y excelente pintora, en 1953 fue abolida la ley s¨¢lica en su pa¨ªs para que las mujeres pudieran reinar. Lleva 41 en el trono, y en estos momentos, es una de las soberanas m¨¢s populares de Europa. Como en el Reino Unido, el tir¨®n popular de la Casa Real danesa genera divisas para su pa¨ªs. El a?o pasado, los fastos del 40 aniversario de su coronaci¨®n congregaron al resto de la realeza europea. El pr¨ªncipe Federico, de 44 a?os, casado con la abogada australiana Mary Donaldson, con la que tiene dos ni?os y dos ni?as, aguarda asimismo la llamada del trono.
Todos los herederos han recibido una educaci¨®n esmerada y han elegido libremente a sus parejas
La casa real Noruega, otra monarqu¨ªa constitucional, tiene en el trono a Harald V desde 1991. A sus 75 a?os, el rey estuvo a punto de renunciar si no le dejaban casarse con Sonia Haraldsen, una joven burguesa que se convirti¨® en la reina consorte. Las leyes noruegas son contundentes en el recambio real. Se produce tras la muerte del rey en cuesti¨®n. Harald sucedi¨® a su padre, el rey Olaf, el 17 de enero de 1991. Dada la claridad de la normativa, su hijo, Haakon Magnus, de 39 a?os, es el joven heredero con el futuro m¨¢s claro. Casado con Mette Marit Tjessem Hoiby, una madre soltera, ella protagoniz¨® el acto de contrici¨®n m¨¢s sonado de las casas reales. Antes del matrimonio, apareci¨® en la televisi¨®n noruega reconociendo los errores de un pasado turbulento, drogas incluidas, y ha trabajado duro para ganarse el respeto de sus compatriotas. Tienen dos hijos propios.
Suecia es la otra monarqu¨ªa constitucional europea y aqu¨ª el pol¨¦mico no es el heredero, sino el propio rey. A sus 66 a?os, Carlos Gustavo XVI ha reconocido relaciones extramaritales, juergas y visitas a clubes de dudosa reputaci¨®n. Su padre, Gustavo Adolfo Bernadotte, muri¨® en un accidente de aviaci¨®n cuando ¨¦l ten¨ªa un a?o. Fue coronado en 1973. Como en Noruega y Dinamarca, pasada la tragedia de la II Guerra Mundial, el pa¨ªs ha logrado una gran estabilidad econ¨®mica y social. Las atribuciones del rey sueco son protocolarias y simb¨®licas, mucho m¨¢s que en el resto del continente, y no muestra intenci¨®n de abdicar. A Victoria, la princesa heredera, de 35 a?os, le franque¨® el camino la abolici¨®n de la ley s¨¢lica en 1977. En 2010 contrajo matrimonio con el plebeyo Daniel Westling. Tienen una hija, Estela, de un a?o.
Todav¨ªa es pronto para saber si cundir¨¢ el ejemplo de la retirada de la reina Beatriz de Holanda, pero dos caracter¨ªsticas igualan a los diversos herederos. Todos han elegido libremente a sus parejas y han recibido una educaci¨®n esmerada. Sus edades rozan la cincuentena. Un momento decisivo.
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