Una ¡®frontera¡¯ en el punto de mira
Tres 'checkpoints' dividen los frentes de batalla en Alepo. Cientos de sirios los cruzan a diario pese a los francotiradores
Abu Hassan se detiene en el checkpoint (control de seguridad) situado antes de la zona de Al Ramouseh. Varios rebeldes comprueban el maletero del coche y le indican que puede seguir adelante. Este taxista cruza todos los d¨ªas de un punto a otro de la ciudad atravesando los tres pasos que separan la zona rebelde y la zona del r¨¦gimen. ¡°A partir de las cuatro de la tarde trato de estar siempre en la zona del ELS [Ej¨¦rcito Libre de Siria] porque los francotiradores del r¨¦gimen disparan contra todos los coches que circulan por la noche. A parte de eso, no he tenido ning¨²n problema con los soldados del r¨¦gimen¡±, comenta este taxista con una media sonrisa. ¡°Tiene miedo, como todos los que cruzan al otro lado; ninguno va a afirmar, abiertamente, lo que ocurre en la zona del r¨¦gimen¡±, afirma el capit¨¢n del ELS Mohammad Dakkak, responsable de este puesto de control.
Este checkpoint, bajo la vigilancia de media docena de soldados rebeldes, est¨¢ abierto desde las seis de la ma?ana hasta las cinco de la tarde. ¡°Despu¨¦s", explica Dakkak, "la gente deja de circular, porque es una locura hacerlo por la noche, los coches se convierten en un blanco muy atractivo para los francotiradores que est¨¢n en la zona del r¨¦gimen¡±. Este paso fronterizo ha sido blanco de la artiller¨ªa del r¨¦gimen ¡°situada en la escuela militar¡± y es utilizado a diario ¡°por miles de civiles que van y vienen de un lado a otro de la ciudad¡±, a?ade el mando del ELS.
En la ciudad de Alepo existen tres puntos principales para cruzar de una zona a otra: Bustan al Basha, Al Ramouseh y Bustan al Qaser. Cada d¨ªa miles de civiles cruzan de un lado a otro de la ciudad para ir a trabajar, para comprar alimentos, para visitar a familiares o simplemente huyendo de la guerra. ¡°La gente cruza para ir a trabajar, no para quedarse a vivir en el otro lado, al contrario, la gente huye de la zona bajo control del r¨¦gimen porque en el lado del ELS, la vida es mucho mejor que all¨ª¡±, afirma Abu Ahmad, miembro de la katiba (brigada) Aal-Mndour, encargada del paso en Bustan Al Qaser.
El sonido de los cl¨¢xones inunda el barrio de Bustan al Qaser. Cientos de coches serpentean entre las estrechas callejuelas de este barrio de Alepo mientras varios soldados del ELS tratan de poner orden en el embotellamiento. ¡°Por este paso cruzan a diario miles de personas, en coche, en autobuses comunitarios o a pie. Es uno de los tres puntos principales para ir de la zona bajo control del ELS a la zona del r¨¦gimen¡±, comenta un miliciano rebelde mientras trata de que los coches avancen hacia el final de la calle donde varios compa?eros registran los maleteros, el interior de los veh¨ªculos y comprueban los documentos de identidad de los pasajeros.
¡°En la zona controlada por el r¨¦gimen no se pueden poner puestos de venta ambulante de combustible como aqu¨ª, porque llegan los soldados y te piden dinero o usan toda la gasolina sin pagar nada por ella. Cada d¨ªa huye m¨¢s gente de esa zona¡±, afirma.
"La gente cruza para ir a trabajar, no para quedarse a vivir en el otro lado, al contrario, la gente huye del r¨¦gimen"
Los rebeldes piden a cada ocupante del veh¨ªculo su documento de identidad para que puedan continuar con el viaje hacia la zona bajo control de las tropas de El Asad. ¡°Tenemos una lista con el nombre de los shabiha (matones del r¨¦gimen) que trabajan para el r¨¦gimen y de los informadores; pedimos los documentos de identidad y chequeamos si su nombre est¨¢ en la lista. Si es as¨ª, los arrestamos inmediatamente¡±, comenta el comandante Abu Albarad, responsable del ¨¢rea de Bustan al Qaser. Uno de los soldados rebeldes muestra varias bolas de pl¨¢stico con las identificaciones de todos los shabiha o mujabarat (miembros de los servicios de inteligencia) que han sido detenidos en este checkpoint. ¡°En algunas ocasiones no tenemos sus nombres y consiguen entrar en la zona bajo nuestro control con el objetivo de reunir informaci¨®n o realizar atentados con el fin de asustar a la poblaci¨®n civil y que cruzan a la zona del r¨¦gimen¡±, se?ala el comandante.
Uno de los problemas m¨¢s graves a los que se enfrentan a diario los soldados del ELS es al contrabando de comida, productos m¨¦dicos y combustibles. En la zona del r¨¦gimen, los precios se han disparado y cientos de contrabandistas cruzan a diario los diferentes puntos de control con el objetivo de comprar mercanc¨ªa y meterla en la zona del r¨¦gimen. ¡°Aqu¨ª, 12 panes cuestan cerca de 50 libras, mientras que en la zona del r¨¦gimen por 300 libras tienes solo siete panes. Y mucha gente viene con el objetivo de traficar con mercanc¨ªa; nosotros registramos los coches buscando cualquier indicio delictivo y si lo encontramos, confiscamos los productos y los repartimos entre las familias m¨¢s pobres de la zona bajo control del ELS¡±, comenta Abu Albarad. ¡°El r¨¦gimen necesita dinero para continuar con la guerra y sube los precios para sangrar a los civiles; por eso vienen aqu¨ª en busca de alimentos, pero lo que nosotros queremos es ahogar la zona bajo control del Gobierno y por eso no podemos permitir el contrabando¡±, asevera.
El paso de Bustan Al Qaser es uno de los m¨¢s peligrosos ya que desde el barrio de Izaa y desde la Ciudadela se tiene una visi¨®n franca de los coches que aguardan para cruzar de un lado a otro. ¡°Todos los d¨ªas disparan los francotiradores que est¨¢n apostados a ambos lados de la ciudad; adem¨¢s nos bombardean con artiller¨ªa¡±, comenta Mohammad, un inform¨¢tico que cruza a diario por este paso; ya que su trabajo est¨¢ en la zona del r¨¦gimen. ¡°Es muy peligroso, no solo porque te dispare un francotirador, sino porque cuando llegas al checkpoint de los soldados de Asad no sabes si te van a pegar, te van a pedir dinero o te van a disparar¡±, comenta. Este joven sirio, que prefiere no dar su verdadero nombre, se pas¨® dos d¨ªas en el calabozo de una prisi¨®n del r¨¦gimen porque no llevaba dinero suficiente para pagar a los soldados del puesto de control. ¡°Se quedaron con mis gafas de sol, con varias memorias flash; y durante los dos d¨ªas me torturaron con electrochoque¡±, afirma este joven.
El caso de Mohammad no es ¨²nico. Cada d¨ªa son multitud de denuncias las que llevan hasta el despacho de Abu Albarad. ¡°Tenemos multitud de denuncias interpuestas por los civiles, desde palizas hasta robos. Cuando los civiles regresan a la zona bajo control del ELS vienen hasta aqu¨ª y explican lo que ha ocurrido, nos dan el nombre de los soldados -porque lo tienen escrito en el uniforme- y una vez acabada la guerra iremos a detenerlos y a juzgarlos por los delitos que han cometido¡±, sentencia tajante y de manera en¨¦rgica.
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