¡°Es un dolor sin nombre¡±
Mar¨ªa Herrera Magdaleno ha sufrido la desaparici¨®n de cuatro de sus seis hijos desde 2008. Su caso es uno m¨¢s entre las miles de v¨ªctimas de la violencia que azota M¨¦xico
"Cuando una mujer pierde a su marido, se le llama viuda, y cuando un hijo pierde a un padre se dice que es hu¨¦rfano, pero ?qu¨¦ nombre tenemos nosotros, a los que nos han desaparecido hijos, hermanos y maridos? Es un dolor indescriptible, es un dolor sin nombre¡±, dice arrasada por las l¨¢grimas Mar¨ªa Herrera Magdaleno, que desde hace cinco a?os busca incansable a cuatro de sus hijos varones, secuestrados probablemente por el crimen organizado en 2008 y 2010 en dos incidentes distintos en los Estados de Guerrero y Veracruz. Do?a Mar¨ªa, como se la conoce, es una m¨¢s entre las miles de v¨ªctimas de la violencia que azota M¨¦xico.
¡°Somos de Michoac¨¢n, pero nos han convertido en n¨®madas¡±, afirma, entrevistada en el Distrito Federal, donde vive en precario y semioculta con los ¨²nicos hijos que le quedan, Juan Carlos y Rafael. ¡°Otro golpe m¨¢s no s¨¦ si lo soportar¨ªa¡±. ¡°Mis hijos se han consagrado en cuerpo y alma a buscar a sus hermanos, pero solo han encontrado injusticias, tropiezos con las autoridades y amenazas de muerte¡±. Jes¨²s Salvador, de 25 a?os, y Ra¨²l, de 19, dedicados a la compra y venta de metales, desaparecieron junto con otros cinco compa?eros en Atoyac de ?lvarez (Guerrero, al oeste del pa¨ªs) el 28 de agosto de 2008. A los seis meses muri¨® el padre, devastado por la p¨¦rdida, y el 22 de septiembre de 2010 fueron secuestrados Gustavo, de 27 a?os, y Luis Armando, de 24, en una carretera de Poza Rica (Veracruz, al este), una zona dominada por entonces por el cartel de los Zetas. Nunca m¨¢s se ha sabido de ellos.
Los desaparecidos superan los 24.000 en los ¨²ltimos seis a?os, seg¨²n la Comisi¨®n de Derechos Humanos
Pero esta versi¨®n mexicana del soldado Ryan no ha puesto en marcha hasta ahora ninguna movilizaci¨®n oficial. ¡°El dolor m¨¢s fuerte no es solo por sentirnos ignorados por el Gobierno, sino por la sociedad¡±. Do?a Mar¨ªa piensa las palabras, su llanto es casi inaudible. ¡°La sociedad est¨¢ inerte. La gente no se da cuenta de que solo est¨¢ esperando su turno en la desgracia¡±. ¡°Los culpables son los Gobiernos de los Estados, que se niegan a dar informaci¨®n y a investigar. Ellos saben qu¨¦ est¨¢ pasando con la delincuencia organizada en este pa¨ªs y nosotros sabemos por qu¨¦ no buscan a nuestros seres queridos. Tienen miedo de hacer averiguaciones por si les aparece un compadre¡±.
Do?a Mar¨ªa, de 65 a?os, recibe apoyo del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, fundado por el poeta cat¨®lico Javier Sicilia y ha participado en las tres caravanas ¡ªdos por M¨¦xico y una por Estados Unidos¡ª organizadas para concienciar a las autoridades y a la opini¨®n p¨²blica sobre las v¨ªctimas de la violencia. Tambi¨¦n asisti¨® en oto?o de 2011 a la reuni¨®n que el entonces presidente Felipe Calder¨®n mantuvo con las organizaciones de v¨ªctimas en el Castillo de Chapultepec de Ciudad de M¨¦xico. ¡°Calder¨®n me dijo que iba a esclarecer mi caso, mostr¨® muy buena voluntad, y su mujer, Margarita Zavala, tambi¨¦n. Pens¨¦ que me iba a entregar a mis hijos. No fue as¨ª. Sigo en este t¨²nel de dolor. Al parecer, todo ha sido en vano. Ahora esperamos que el nuevo presidente se ponga las pilas y d¨¦ una respuesta a esta situaci¨®n¡±.
El Gobierno de Enrique Pe?a Nieto ha aprobado la Ley de V¨ªctimas, que fue bloqueada en el Congreso por la anterior Administraci¨®n, y bien recibida por Sicilia como ¡°un primer paso¡± en la direcci¨®n correcta, y su secretario de Gobernaci¨®n, Miguel ?ngel Osorio Chong, declar¨® recientemente su voluntad de encontrar a todos los desaparecidos. No ser¨¢ f¨¢cil. Las desapariciones contin¨²an y su n¨²mero supera las 24.000, seg¨²n la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en estos seis a?os de guerra contra el narcotr¨¢fico, en la que han muerto m¨¢s de 60.000 personas.
¡°Si algo les pasa a mis hijos Juan Carlos y Rafael culpar¨¦ al Gobierno. Pasan los a?os, pero el dolor es igual de fuerte. Le suspende a una la vida¡¡± Do?a Mar¨ªa se quiebra y la conversaci¨®n no puede seguir.
Va para cuatro a?os que Melchor Flores Landa recorre el pa¨ªs con un cartel¨®n con la foto de su hijo, ¡°El Vaquero Gal¨¢ctico¡±, desaparecido el 25 de febrero de 2009 en Monterrey (Nuevo Le¨®n). Ten¨ªa 26 a?os. Era artista callejero, lleg¨® a actuar en televisi¨®n y hasta pudo comprarse una moto Triumph. Hab¨ªa sido detenido en varias ocasiones por no tener permiso para actuar en la v¨ªa p¨²blica. La ¨²ltima vez el 19 de enero. Poco m¨¢s de un mes despu¨¦s desapareci¨® en compa?¨ªa de otros dos hombres, Gustavo Casta?eda Puentes y Andr¨¦s Batres S¨¢nchez, un expolic¨ªa federal. Flores asegura que, seg¨²n un testigo, los tres hombres fueron metidos en un coche patrulla. Para ¨¦l, convencido de la complicidad de los polic¨ªas con la delincuencia organizada, Batres es la clave: nadie ha denunciado su desaparici¨®n, nadie lo busca. ¡°Ellos saben qu¨¦ pas¨®, pero todos se hacen pendejos. Hay un polic¨ªa detenido desde hace un a?o, pero se niega a hablar¡±.
Melchor era vendedor a domicilio de utensilios y aparatos para el hogar en el Estado de M¨¦xico, pero desde hace tres a?os no trabaja. Solo busca a su hijo. Recuerda su ¨²ltima conversaci¨®n con El Vaquero, como lo llama. ¡°Me dijo que le estaba echando muchas ganas al trabajo, que le estaban saliendo contratos y que quer¨ªa que yo estuviese orgulloso. Yo le dije, p¨®rtate bien cabr¨®n, no quiero chingaderas. S¨¦ que no me minti¨®. Si se hubiera ido a EE UU me lo hubiera dicho. Puede estar muerto o vivo al servicio de vete a saber qui¨¦n¡±.
El marido de Mar¨ªa Salvadora Coronado Navarro desapareci¨® el 27 de mayo de 2011. Mauricio Aguilar Leroux hab¨ªa salido de Saltillo, la capital de Coahuila, donde resid¨ªan, rumbo a C¨®rdoba (Veracruz) para acompa?ar a su hijo a realizar una prueba en un equipo de f¨²tbol. Viajaba por la carretera que lleva del poblado de La Concepci¨®n a Cuitl¨¢huac y nunca m¨¢s se le volvi¨® a ver. ¡°Cuando present¨¦ la denuncia y dije el lugar¡±, recuerda Mar¨ªa Salvadora, ¡°un polic¨ªa me dijo que a esa zona la llaman el Tri¨¢ngulo de las Bermudas, porque all¨ª desaparece mucha gente¡±. La mujer no sabe qui¨¦n lo ¡°levant¨®¡±, quiz¨¢ los Zetas. Solo sabe de la sordera y dureza de coraz¨®n de las autoridades, del calvario burocr¨¢tico sufrido en este a?o y ocho meses.
Su caso es similar al de Araceli Rodr¨ªguez, al de Cristina Jim¨¦nez y al de tantos otros miles de familiares de aquellos que en estos a?os, como escribi¨® Mario Benedetti, ¡°comenzaron a desaparecer como el oasis en el espejismo, a desaparecer sin ¨²ltimas palabras¡±.
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