Crece la polarizaci¨®n entre islamistas y laicos en Egipto
Las llamadas del presidente islamista Morsi a un ¡°di¨¢logo nacional¡± han sido ignoradas por la mayor plataforma opositora, mayoritariamente laica
Mahmud Shaaban, un oscuro cl¨¦rigo ultraconservador, ha provocado un instante in¨¦dito de solidaridad en la fracturada clase pol¨ªtica egipcia. Todos los partidos han condenado su reciente fatwa en la que autoriza el asesinato de los dirigentes del Frente Nacional de Salvaci¨®n, la principal coalici¨®n opositora al gobierno del presidente islamista, Mohamed Morsi. Aunque Shaaban no goza de una gran popularidad, y quiz¨¢s influido por el asesinato en T¨²nez de Chokri Belaid, el ministerio del Interior ha reforzado la seguridad de los l¨ªderes del Frente.
A pesar de que el pa¨ªs ¨¢rabe encadena una crisis tras otra, el ra?s islamista y la oposici¨®n, mayoritariamente laica, no s¨®lo son incapaces de llegar a acuerdos, sino que ni tan siquiera se han sentado a¨²n en la mesa de negociaciones. Hasta ahora, las reiteradas llamadas de Morsi a un ¡°di¨¢logo nacional¡± han sido ignoradas por la mayor plataforma opositora. La reserva de confianza entre unos y otros se encuentra agotada.
¡°No nos fiamos de los Hermanos Musulmanes. Existe un patr¨®n claro por el que llegan a pactos y los rompen cuando les conviene¡±, explica a El PAIS Jaled Dawud, portavoz del Frente. La oposici¨®n est¨¢ convencida que la oferta de Morsi no es sincera, sino que solo busca una fotograf¨ªa con sus adversarios para transmitir a la sociedad una imagen de talante negociador. Los recelos de Dawud no son infundados, pues la Hermandad ha incumplido numerosas e importantes promesas, como la de no presentar candidato a las elecciones presidenciales.
Hacia el final de la era Mubarak, algunos prominentes intelectuales laicos, como Saad Edin Ibrahim, abogaban por colaborar con los islamistas moderados para derribar la dictadura. Esta era una apuesta por superar el rencor derivado de la ola de violencia yihadista de los a?os 90, en la que muri¨® asesinado el escritor liberal Farag Foda. Sin embargo, tras dos a?os de una convulsa transici¨®n, los puentes est¨¢n pr¨¢cticamente rotos.
La oposici¨®n achaca a los Hermanos Musulmanes haber traicionado la revoluci¨®n pactando en secreto con la c¨²pula del ej¨¦rcito unas condiciones ventajosas durante la transici¨®n que les permitieran acumular poder, su verdadera obsesi¨®n. La alianza con los salafistas a la hora de aprobar la nueva Constituci¨®n, marginando a las fuerzas laicas, provoc¨® en diciembre una escalada de tensi¨®n con un violento reflejo en las calles.
Curiosamente, tanto islamistas como laicos se consideran los verdaderos abanderados de la democracia, a la vez que acusan a sus adversarios de atesorar pulsiones dictatoriales. Muchos islamistas no han olvidado el apoyo de una parte de la intelectualidad laica a las autocracias de la regi¨®n en su represi¨®n de los movimientos islamistas durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. El fantasma del golpe militar en Algeria en 1991, cuando el ej¨¦rcito abort¨® la transici¨®n democr¨¢tica al vencer los islamistas en las urnas, a¨²n pesa en el imaginario colectivo del islamismo.
¡°El verdadero objetivo de una parte de la oposici¨®n no es cambiar la Constituci¨®n, sino hacer caer al presidente Morsi¡±, sostien Ossama Nur, un investigador del PLJ, el brazo pol¨ªtico de la Hermandad. Para los islamistas, la oposici¨®n cuenta con un apoyo marginal entre la ciudadan¨ªa y como son incapaces de vencer en las urnas, recurren a la movilizaci¨®n en las calles. Este viernes, hubo nuevas protestas en varias ciudades del pa¨ªs. Las m¨¢s multitudinarias, en la capitalina Plaza Tahrir y frente al palacio presidencial.
Una de las condiciones de la oposici¨®n laica para iniciar un di¨¢logo con Morsi es la formaci¨®n de un gobierno de unidad nacional. La medida cuenta tambi¨¦n con el apoyo del al-Nur, el mayor partido salafista, que alterna gestos de colaboraci¨®n y competici¨®n con la Hermandad.
No obstante, la presidencia lo rechaza de forma categ¨®rica, alegando que no tiene sentido a s¨®lo dos meses de las elecciones legislativas. Una vez constituido el nuevo parlamento, y de acuerdo con su relaci¨®n de fuerzas, ser¨¢ el momento de rehacer el gabinet. Ahora bien, la verdadera raz¨®n podr¨ªa ser otra. ¡°Una concesi¨®n as¨ª, dar¨ªa una imagen de debilidad, y la oposici¨®n escalar¨ªa sus exigencias. As¨ª sucedi¨® en la Revoluci¨®n¡±, sostiene Ossama Nur.
Mientras la brecha entre islamistas y laicos se ensancha, Egipto se va hundiendo en un marasmo econ¨®mico y pol¨ªtico, jalonado por espasmos violentos. El ministro de Defensa advirti¨® recientemente de la posibilidad de un ¡°colapso del Estado¡±, un escenario de consecuencias imprevisibles que perjudicar¨ªa tanto a islamistas como laicos.
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