La corrupci¨®n y las intrigas derrotan a Ratzinger
La dimisi¨®n se lleva rumiando tres a?os
En la papolatr¨ªa al uso, suele creerse que el Papa es m¨¢s peque?o que Dios pero m¨¢s grande que el hombre. La consecuencia es pensar que nadie hay m¨¢s poderoso que el Pont¨ªfice romano, y que para apuntalar a la Iglesia cat¨®lica hay que glorificarlo sin pausa. Roma locuta est, causa finita est, se dec¨ªa en la Edad Media, cuando todos los eclesi¨¢sticos sab¨ªan lat¨ªn y daban por sentado que lo que se hab¨ªa decidido en Roma era un asunto concluido. El obispo de Roma ya era el sucesor del emperador Constantino, y no del pobre y analfabeto pescador Pedro. Hoy todo ha cambiado, sobre todo en la Curia (Gobierno) de Roma, donde anidan todos los poderes de esa poderosa confesi¨®n. Lo ha sufrido Benedicto XVI, que ayer se declar¨® vencido. Su dimisi¨®n la llevaba rumiando desde hace tres a?os, si se toman al pie de la letra sus declaraciones al periodista alem¨¢n Peter Seewald, de marzo de 2010. Dijo entonces: ¡°Si el Papa llega a reconocer con claridad que no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el derecho y, en ciertas circunstancias, tambi¨¦n el deber de renunciar¡±.
El todav¨ªa papa Ratzinger lleva a?os enfermo y d¨¦bil, pero no dimite por ninguna de esas dos razones. Lo hace porque las circunstancias le hacen sentirse incapaz de cumplir con su oficio. Se va derrotado por el cargo. ¡°Apacible pastor rodeado de lobos¡±, seg¨²n expresi¨®n del peri¨®dico de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, y, al frente de una organizaci¨®n ¡°devastada por jabal¨ªes¡± (en sus propias palabras), su gesti¨®n es un rosario de decepciones.
Por empezar por el asunto m¨¢s grave, el de la pederastia, Benedicto XVI lleg¨® con la orden de apartar de sus cargos a los encubridores, pero han pasado los a?os sin haberlo logrado. Hace apenas una semana, la archidi¨®cesis de Los ?ngeles ha despojado al cardenal Roger Mahony de toda su actividad p¨²blica despu¨¦s de que la Iglesia se viera obligada a hacer p¨²blicos los documentos que prueban que el cardenal encubri¨® a los curas que abusaron de menores traslad¨¢ndolos de parroquia en parroquia y evitando que acudieran a terapia para que los psiquiatras no pudieran alertar a las autoridades. Fue en 2007 cuando se acord¨® que la Iglesia de Roma iba a entregar esos documentos, donde constan 500 v¨ªctimas de abusos e indemnizaciones por 660 millones de d¨®lares (494 millones de euros). La mano derecha de Mahony, Thomas Curry, tambi¨¦n ha tenido que renunciar a su cargo al frente de la Iglesia en Santa B¨¢rbara (California) tras saberse que en los expedientes queda claro que protegi¨® a los abusadores junto al cardenal.
Ratzinger lleva a?os enfermo y d¨¦bil, pero no dimite por ninguna de esas dos razones
La resistencia a cumplir sus ¨®rdenes ha debido doler de forma especial al anciano Ratzinger, porque lleg¨® al cargo con la promesa de actuar con energ¨ªa. En 2005, los cardenales tomaron pronto la decisi¨®n sobre el sustituto de Juan Pablo II. La Iglesia estaba sumida en una grave crisis de prestigio, y la soluci¨®n exig¨ªa conocimiento del problema y mano firme. Ratzinger era el hombre. Hab¨ªa sido hasta entonces presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisici¨®n) y hab¨ªa presentado su candidatura en un v¨ªa crucis con rezos que parec¨ªan un programa de gobierno. En la novena estaci¨®n, Ratzinger clam¨®: ¡°?Cu¨¢nta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deber¨ªan estar entregados al Redentor! ?Cu¨¢nta soberbia! Kyrie, eleison. Se?or, s¨¢lvanos¡±.
Ocho a?os m¨¢s tarde, el clamor por la suciedad contin¨²a. ¡°Esa gran crisis afecta al sacerdocio, que apareci¨® como un lugar de verg¨¹enza. Cada sacerdote se vio de pronto bajo sospecha¡±, volvi¨® a decir en 2010. Se une ahora el esc¨¢ndalo del espionaje (Vatileaks); los enfrentamientos entre cardenales con poder y la resistencia a hacer cumplir sus ¨®rdenes, incluso en torno a la depuraci¨®n de los Legionarios de Cristo, cuyo fundador, Marcial Maciel, se movi¨® durante d¨¦cadas como pez en el agua por Roma.
Las denuncias contra Maciel llegaron a la mesa del Papa polaco durante a?os. Tambi¨¦n las conoc¨ªa el alem¨¢n Ratzinger. Las despreciaron. Maciel llenaba estadios de f¨²tbol en los viajes del l¨ªder cat¨®lico. Aquella protecci¨®n ensombrece la beatificaci¨®n de Juan Pablo II y ha amenazado la credibilidad de Ratzinger, elegido papa en 2005 y que no tom¨® medida alguna contra los Legionarios hasta mayo de 2006.
Suele decirse que ni Juan Pablo II ni Ratzinger supieron de las correr¨ªas de Maciel. No es verdad. La primera demanda contra el fundador legionario la presentaron en Roma siete de sus v¨ªctimas en 1998, pero los abusos sexuales del fundador legionario ya hab¨ªan sido investigados entre 1956 y 1959 y durante todo ese tiempo vivi¨® expulsado de Roma.
Las denuncias contra Maciel por pederastia llegaron a la mesa del Papa polaco durante a?os
Benedicto XVI se ha enfrentado, adem¨¢s, a sus seguidores m¨¢s ac¨¦rrimos, los conservadores. No es que se haya convertido de pronto a la modernidad, pero su idea de que ¡°la Iglesia no debe esconderse¡± le permiti¨® abordar asuntos que otros prelados consideran vedados. Un ejemplo fue el de los preservativos. Benedicto XVI es partidario de su uso ¡°en algunos casos¡±. Sorprendidos, la idea fue matizada hasta por los obispos espa?oles. El Papa, seguro de s¨ª mismo, zanj¨® la pol¨¦mica con la afirmaci¨®n de que lo dicho por ¨¦l ¡°no necesita aclaraciones¡±.
El ¨²ltimo incidente es de la semana pasada, cuando el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo de la Familia, defendi¨® la familia tradicional, reconociendo, sin embargo, derechos para las parejas de facto, homosexuales o no. Al d¨ªa siguiente fue obligado a rectificar, pese a creerse que lo dicho antes contaba con la idea papal de dejar que el poder civil arregle los problemas de derechos humanos que no puede resolver la doctrina cat¨®lica. ¡°El legislador debe responder a exigencias que antes no exist¨ªan¡±, hab¨ªa proclamado el mismo d¨ªa el cardenal Rino Fisichella, responsable del ministerio papal de nueva creaci¨®n con el nombre de Nueva Evangelizaci¨®n.
Nunca pudo librarse Ratzinger de su pasado como gran inquisidor romano. Desde la izquierda eclesial ¡ªsobre todo entre los te¨®logos y sacerdotes de las iglesias populares¡ª , se le ha tenido siempre como un conservador, inflexible en la ortodoxia, y como un freno a medidas innovadoras, pero tampoco la derecha le ha comprendido, acus¨¢ndole de ser demasiado d¨¦bil.
Benedicto XVI deja el pontificado con un legado doctrinal mediocre si se tiene en cuenta que est¨¢ considerado por sus admiradores como uno de los grandes te¨®logos contempor¨¢neos. Ha escrito tres enc¨ªclicas, de las que destaca la ¨²ltima, de 2009, que t¨ªtul¨® Caritas in veritate, sobre el desarrollo de los pueblos y las desigualdades sociales, todo ello al principio de la actual crisis econ¨®mica.
Su segunda enc¨ªclica, de 2007, Spe salvi, recuerda a los cristianos que ¡°solo puede ser Dios¡± el que funde la esperanza en la vida eterna, capaz de resistir ¡°a pesar de todas las desilusiones¡±. A?ade que ¡°la ciencia puede contribuir mucho a la humanizaci¨®n del mundo¡± pero tambi¨¦n tiene la capacidad de ¡°destruir al hombre y al mundo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.