?Podr¨ªa el papa Benedicto XVI se?alar a un sucesor?
Pocas veces ha tenido un pont¨ªfice tantas posibilidades de influir en la decisi¨®n de un Colegio cardenalicio, en el que gran parte de los miembros fueron elegidos por ¨¦l
No es de descartar que el dimisionario papa Benedicto XVI se?ale un sucesor a los cardenales que llegar¨¢n pr¨®ximamente a Roma para el nuevo c¨®nclave. Podr¨ªa hacerlo directa o indirectamente. Pocas veces ha tenido un papa tantas posibilidades de influir en la decisi¨®n de un Colegio cardenalicio, en el que gran parte de los miembros fueron elegidos por ¨¦l. Los 22 ¨²ltimos hace s¨®lo un a?o cuando el pont¨ªfice, probablemente, ya hab¨ªa decidido retirarse.
Existe un precedente hist¨®rico relativamente reciente de un pont¨ªfice que, antes de morir, indic¨® a los cardenales qui¨¦n desear¨ªa que fuera su sucesor. Fue el anciano Juan XXIII, elegido Papa en 1958, y que rein¨® s¨®lo cuatro a?os. Este tuvo la osad¨ªa, a su edad, de convocar un Concilio Ecum¨¦nico, el Vaticano II, que su antecesor Pio XII siempre hab¨ªa considerado imposible dada la situaci¨®n despu¨¦s de la Segunda Guerra mundial, y con parte de los obispos encarcelados por los reg¨ªmenes comunistas o impedidos de asistir al evento.
Juan XXIII lo convoc¨®. Era el a?o 1961 y en 1962 3.000 obispos llegados de todo el mundo ya estaban celebrando el Concilio en Roma. La curia intent¨® entonces apoderarse del Concilio en clave conservadora y prepar¨® un documento que bloqueara todos los posibles cambios de la Iglesia. Juan XXIII desbarat¨® sus planes con aquel discurso hist¨®rico de apertura con el que conden¨® a los ¡°profetas de desventura¡± y pidi¨® a los obispos que ¡°abrieran de par en par las ventanas de la Iglesia al mundo¡± para que se reconciliase con ella.
La primera parte del Concilio fue celebrada con efervescencia y entusiasmo en una l¨ªnea francamente aperturista a la que contribuyeron mucho los episcopados centroeuropeos, sobre todo el alem¨¢n que se llev¨® como asesor a dos j¨®venes te¨®logos ya famosos: Joseph Ratzinger, hoy papa dimisionario, y Hans Kung. Ratzinger cambiar¨ªa m¨¢s tarde de postura, se convertir¨ªa al conservadurismo y llegar¨ªa incluso a criticar el Concilio.
Pero Juan XXIII enferm¨®, y los conservadores de la curia se prepararon enseguida para intentar paralizar el Concilio con su posible sucesor. Su secretario, Loris Capovilla, me cont¨® m¨¢s tarde que la curia que rodeaba al Papa no quiso impartirle cuidados especiales para el c¨¢ncer de est¨®mago que padec¨ªa alegando que ¡°ya era muy anciano¡±.
Juan XXIII muri¨® en 1962. Pero antes, preocupado por la continuaci¨®n del Concilio, pens¨® en un posible sucesor que prosiguiera aquella primavera de la Iglesia iniciada por ¨¦l. Pens¨® en el entonces arzobispo cardenal de Mil¨¢n, Giovanni Montini, con fama de intelectual abierto, mal visto incluso por el ex Santo Oficio, y que ciertamente no habr¨ªa parado ni frenado el Concilio.
?Qu¨¦ hizo para conseguirlo? De repente, una ma?ana, envi¨® al cardenal Montini un mensaje que hizo p¨²blico en el que le hac¨ªa grandes elogios. Aquel gesto fue enseguida interpretado por los cardenales como un deseo fuerte de Juan XXIII de que fuera ¨¦l su sucesor. Y cuando el Papa muri¨®, Montini lleg¨® al c¨®nclave pr¨¢cticamente ya elegido. Y enseguida, nada m¨¢s entronizado en la c¨¢tedra de Pedro, dio continuaci¨®n al Concilio en la l¨ªnea de apertura, aunque tuvo que ceder un poco ante las presiones de la curia y los episcopados m¨¢s conservadores como, por ejemplo, el de una Espa?a entonces en pleno franquismo.
Todo esto para decir que tambi¨¦n esta vez el papa Ratzinger podr¨ªa se?alar a su sucesor. Las formas podr¨ªan ser varias. Y dado el clima de misterio y hasta de miedo creado entre los cardenales por la renuncia de Benedicto XVI y su sufrimiento f¨ªsico y espiritual, es muy probable que el c¨®nclave tenga en cuenta su deseo.
El hermano del papa, Georg Ratzinger, entrevistado d¨ªas atr¨¢s por este diario, pronunci¨® una frase significativa y enigm¨¢tica. Dijo textualmente que Benedicto XVI ¡°no ejercer¨ªa ning¨²n tipo de influencia¡± entre los cardenales, pero a?adi¨® un adjetivo que podr¨ªa decirlo todo: no ejercer¨ªa una influencia, dijo, ¡°indeseada¡±. ?Y si fueran los cardenales reunidos en Roma los que pidieran una ¡°deseada¡± indicaci¨®n del papa dimisionario sobre su sucesor?
Si se lo solicitaran los cardenales, algo que no ser¨ªa raro dado el clima de tensi¨®n e incerteza en el que se va a celebrar el c¨®nclave, Benedicto XVI podr¨ªa sentirse liberado para elegir a un sucesor. Y esa es una de las tantas inc¨®gnitas que encierra el gesto hist¨®rico y pr¨¢cticamente in¨¦dito del papa Ratzinger que traer¨¢ a¨²n m¨¢s de una sorpresa.
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