Los ciberataques se han centrado en las instituciones de Washington
Son tantos los datos obtenidos, que los asaltantes chinos tienen dificultad para procesarlos, seg¨²n 'The Washington Post'
Casi todas las instituciones basadas en Washington, desde organismos del Gobierno a centros de estudio o embajadas extranjeras, han sido penetradas en los ¨²ltimos a?os por piratas de Internet contratados por China, seg¨²n ha concluido el diario The Washington Post, uno de los blancos de esos ataques, tras consultar a diversas agencias de seguridad en el ciberespacio.
La amplitud de esta nueva guerra, que el Gobierno chino niega pero cuya existencia ha sido corroborada esta semana por investigaciones p¨²blicas y privadas, parece hacer realidad el peligro anticipado hace pocos meses por el propio secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, sobre lo que llam¨® ¡°un ciber Pearl Harbor¡±, en alusi¨®n al ataque japon¨¦s de 1941 que destruy¨® la flota de Estados Unidos en el Pac¨ªfico y provoc¨® la entrada de este pa¨ªs en la Segunda Guerra Mundial.
Las empresas privadas se ven impotentes para proteger sus actividades, y el Gobierno ha empezado muy recientemente a dotarse de mecanismos adecuados de defensa
Seg¨²n la informaci¨®n elaborada por The Washington Post, son tantos los datos obtenidos por los asaltantes chinos en este tiempo que actualmente tienen dificultades para su organizaci¨®n y procesamiento. ¡°Puede decirse que ya no existe un red segura de informaci¨®n clasificada como secreto¡±, afirma en el citado peri¨®dico James Lewis, un experto del Centro de Estudios Estrat¨¦gicos Internacionales.
El mi¨¦rcoles, la Casa Blanca anunci¨® un nuevo plan para actuar de forma m¨¢s agresiva contra el robo de secretos comerciales en Internet, que ha provocado, seg¨²n datos oficiales, una p¨¦rdida para la econom¨ªa norteamericana de m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares. Pero ese esfuerzo se antoja muy leve en comparaci¨®n con la dimensi¨®n que este asunto parece haber alcanzado.
Las empresas privadas se ven impotentes para proteger sus actividades, y el Gobierno ha empezado muy recientemente a dotarse de mecanismos adecuados de defensa. En algunos casos, los ataques no consiguen su prop¨®sito porque son detectados r¨¢pidamente, pero igualmente obligan a las empresas a gastos adicionales y las distraen de su actividad esencial.
Hasta ahora, la mayor¨ªa de las compa?¨ªas atacadas optaban por no revelar esas incursiones, por miedo, tanto a perder credibilidad entre sus clientes y accionistas, como a dar pistas a los piratas. Los t¨¦cnicos son conscientes de que, en cuanto los hackers saben que su actividad ha sido detectada, desarrollan nuevas v¨ªas de penetraci¨®n.
Hasta ahora, la mayor¨ªa de las compa?¨ªas atacadas optaban por no revelar esas incursiones, por miedo, tanto a perder credibilidad entre sus clientes y accionistas, como a dar pistas a los piratas
Eso ha hecho que, hasta ahora, cada firma atacada intente defenderse por su cuenta y de la manera m¨¢s discreta posible. Esto empez¨® a cambiar recientemente, cuando Google denunci¨® las incursiones chinas en sus productos y cuando The New York Times, que ha revelado casos de corrupci¨®n de autoridades chinas, confes¨® que sus sistemas de Internet hab¨ªan sido atacados por ese pa¨ªs. Inmediatamente despu¨¦s, tanto The Wall Street Journal como The Washington Post admitieron que ellos tambi¨¦n hab¨ªa sido objeto de ataques. En el caso del Post, desde 2009.
El conocimiento de tan masivo desaf¨ªo cibern¨¦tico ha incrementado considerablemente la presi¨®n sobre Gobierno para que act¨²e. El plan anunciado esta semana pretende, precisamente, coordinar esfuerzos p¨²blicos y privados para defender a EE UU de esta amenaza. Pero, seguramente, va a ser necesario mucho m¨¢s.
El presidente del comit¨¦ de Asuntos de Espionaje de la C¨¢mara de Representantes, Mike Rogers, que esta semana ha insistido en destacar la gravedad de la situaci¨®n, considera que ¡°es crucial que el Gobierno abra negociaciones bilaterales para asegurarse que China entiende que el espionaje econ¨®mico tiene consecuencias¡±.
La Administraci¨®n insiste en que ha planteado el asunto en cada reuni¨®n con dirigentes chinos en los ¨²ltimos a?os, aunque no ha obtenido todav¨ªa la respuesta adecuada. Para China no va a ser f¨¢cil satisfacer a Washington en este terreno. Admitir el patrocinio oficial a los ciberataques ser¨ªa tanto como declararse un estado que viola la ley. EE UU tampoco ha admitido nunca su participaci¨®n en la ciberguerra conocida con Ir¨¢n. Abandonar por completo esa actividad significar¨ªa, por otra parte, renunciar a un instrumento que ha sido hasta ahora importante para su desarrollo econ¨®mico.
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