Lo bueno, lo malo y lo feo
La consecuencia m¨¢s positiva de su mandato es que hizo a?icos la coexistencia de Venezuela con la pobreza; la peor, que no dej¨® un pa¨ªs mejor que el que recibi¨®. Ch¨¢vez merece que se le recuerde como una oportunidad perdida
Ya antes de su muerte, Hugo Ch¨¢vez se hab¨ªa sumado a Fidel Castro y Ernesto Che Guevara en el pante¨®n de l¨ªderes latinoamericanos a los que se reconoce al instante en todo el mundo. Y, como Castro y Guevara, Ch¨¢vez es de lo m¨¢s pol¨¦mico. Es objeto de una profunda admiraci¨®n que se transforma enseguida en veneraci¨®n apasionada, y de un antagonismo que se convierte con la misma facilidad en odio intenso. Ch¨¢vez muri¨® el martes, a los 58 a?os, despu¨¦s de dos a?os de tratamientos contra el c¨¢ncer, seg¨²n el vicepresidente venezolano Nicol¨¢s Maduro.
Es inevitable que su labor sea tan dif¨ªcil de valorar con objetividad como la de otros dirigentes controvertidos como Mao y Per¨®n. No obstante, aunque los actos de Ch¨¢vez susciten discusiones sin fin, su legado tiene ciertos aspectos indiscutibles.
? Lo bueno. La consecuencia m¨¢s duradera y positiva del mandato de Ch¨¢vez es que hizo a?icos la pac¨ªfica coexistencia de Venezuela con la pobreza, las desigualdades y la exclusi¨®n social. No fue el primer l¨ªder pol¨ªtico que convirti¨® a los pobres en el centro de la conversaci¨®n nacional. Ni tampoco fue el primero que aprovech¨® el aumento de los ingresos del petr¨®leo para ayudar a esos pobres. Pero ninguno de sus antecesores lo hab¨ªa hecho de manera tan agresiva ni con un sentimiento de apremio tan apasionado como Ch¨¢vez. Y nadie tuvo tanto ¨¦xito como ¨¦l a la hora de fijar esta prioridad en la mentalidad colectiva e incluso exportarla a los pa¨ªses vecinos y m¨¢s all¨¢. Adem¨¢s, su capacidad de hacer que los pobres sintieran que ten¨ªan a uno de los suyos en el poder no tiene precedentes. Otro aspecto positivo de su legado es que acab¨® con la indiferencia pol¨ªtica y la apat¨ªa generalizadas, alimentadas durante decenios por un sistema en manos de unos partidos pol¨ªticos en descomposici¨®n y ajenos a la realidad. El despertar pol¨ªtico del pa¨ªs que desencaden¨® Ch¨¢vez ha absorbido a habitantes de las barriadas, trabajadores, estudiantes universitarios, la clase media y, por desgracia, tambi¨¦n los militares. Y aqu¨ª es donde comienza el legado negativo de Ch¨¢vez.
? Lo malo. Tras 14 a?os en el poder, Ch¨¢vez no ha dejado el pa¨ªs con una democracia m¨¢s fuerte ni una econom¨ªa m¨¢s pr¨®spera. A pesar de sus constantes recordatorios de que por fin hab¨ªa logrado que los pobres, tanto tiempo excluidos, vivieran con autonom¨ªa, y a pesar de que en su presidencia se produjo el aumento m¨¢s largo y desmesurado de los ingresos por petr¨®leo en toda la historia de Venezuela. Ch¨¢vez y sus partidarios afirmaban que, durante su mandato, se celebraron 15 elecciones nacionales y referendos, y que sus programas sociales fomentaban la participaci¨®n y la democracia ¡°directa¡± o ¡°radical¡±. Sin embargo, como explica el prestigioso profesor estadounidense Scott Mainwaring, para que exista democracia es necesario que haya ¡°elecciones libres y justas para designar el Gobierno y la c¨¢mara legislativa, el derecho casi universal al voto de los adultos en la era contempor¨¢nea, la protecci¨®n de los derechos pol¨ªticos y las libertades civiles y el control civil del Ej¨¦rcito. El r¨¦gimen de Ch¨¢vez no cumple, ni mucho menos, la primera y la tercera de estas caracter¨ªsticas de la democracia. No existe igualdad de oportunidades electorales, y el respeto a los derechos de la oposici¨®n se ha deteriorado gravemente. El Ej¨¦rcito est¨¢ mucho m¨¢s politizado e interviene mucho m¨¢s en pol¨ªtica que antes de Ch¨¢vez¡±.
En realidad, el presidente Ch¨¢vez fue uno de los que antes y con m¨¢s destreza supo poner en pr¨¢ctica una estrategia pol¨ªtica com¨²n tras la guerra fr¨ªa en muchos pa¨ªses que los polit¨®logos califican de reg¨ªmenes autoritarios competitivos. En ellos, los dirigentes obtienen el poder mediante elecciones democr¨¢ticas pero luego cambian la Constituci¨®n y otras leyes para debilitar el sistema de control al Gobierno, con lo que se aseguran la continuidad del r¨¦gimen y su autonom¨ªa casi absoluta y, al tiempo, conservan una p¨¢tina de legitimidad democr¨¢tica. No es casual que Ch¨¢vez fuera el jefe de Estado que m¨¢s tiempo estuvo en el poder de toda Am¨¦rica.
La otra herencia parad¨®jica ¡ªy negativa¡ª de Hugo Ch¨¢vez es una econom¨ªa que es un desastre. Es parad¨®jica porque su mandato coincidi¨® con una subida de los precios de las materias primas y la presencia de un sistema financiero internacional lleno de dinero en efectivo y dispuesto a prestar a pa¨ªses como Venezuela. Adem¨¢s, el presidente ten¨ªa libertad para adoptar cualquier pol¨ªtica econ¨®mica que quisiera sin limitaciones nacionales, internacionales ni institucionales de ning¨²n tipo. Sin embargo, en el momento de su muerte, pocos pa¨ªses sufren unas distorsiones econ¨®micas semejantes.
Venezuela posee uno de los mayores d¨¦ficits fiscales del mundo, la mayor tasa de inflaci¨®n, el peor ajuste del tipo de cambio, el incremento m¨¢s r¨¢pido de la deuda y una de las mayores ca¨ªdas de la capacidad productiva, incluso en el cr¨ªtico sector del petr¨®leo. Adem¨¢s, durante la era de Ch¨¢vez, el pa¨ªs cay¨® a los ¨²ltimos puestos de las listas que miden la competitividad internacional, la facilidad para hacer negocios y el atractivo para los inversores extranjeros, y subi¨® a los primeros puestos entre los pa¨ªses m¨¢s corruptos del mundo. Este ¨²ltimo dato es otra paradoja m¨¢s de un l¨ªder cuyo ascenso al poder se bas¨® en la promesa de eliminar la corrupci¨®n y aplastar a la oligarqu¨ªa. La burgues¨ªa bolivariana -¡ªlos boliburgueses, como llaman los venezolanos a la nueva oligarqu¨ªa, formada por los m¨¢s estrechos aliados de las autoridades del r¨¦gimen, sus familias y amigos¡ª ha amasado enormes fortunas gracias a contratos corruptos con el Gobierno. Y eso tambi¨¦n forma parte de la desgraciada herencia dejada por Ch¨¢vez.
? Lo feo. El presidente Ch¨¢vez deja una sociedad ferozmente polarizada. Aunque siempre existieron divisiones sociales, el estilo pol¨ªtico de Ch¨¢vez hac¨ªa demasiado hincapi¨¦ en alimentar los resentimientos, la rabia y la venganza, hasta niveles antes desconocidos. Tendr¨¢ que pasar mucho tiempo y habr¨¢ que hacer muchos esfuerzos para sanar las heridas causadas por las inmensas dosis de conflicto social que el presidente promovi¨® y de las que se aprovech¨®. Otra faceta desagradable del mandato de Ch¨¢vez es que, durante su presidencia, Venezuela se convirti¨® en uno de los pa¨ªses con m¨¢s asesinatos del mundo. Kabul y Bagdad son m¨¢s seguros que Caracas, donde los homicidios y los secuestros se han vuelto parte de la vida diaria. Los organismos internacionales de polic¨ªa consideran asimismo que el pa¨ªs es un refugio de falsificadores, blanqueadores de dinero y traficantes de seres humanos, armas y, por supuesto, drogas. Seg¨²n Naciones Unidas, Venezuela se ha convertido en el principal proveedor de drogas de Europa. El Departamento del Tesoro estadounidense ha acusado a ocho miembros destacados de la Administraci¨®n de Ch¨¢vez, incluidos el antiguo responsable de los servicios de inteligencia y el ministro de Defensa, de encabezar redes de narcotr¨¢fico.
Ante todo ello, Ch¨¢vez permaneci¨® callado ins¨®litamente y pasivo. Su complacencia mientras ve¨ªa c¨®mo su pa¨ªs ca¨ªa en una espiral de asesinatos y cr¨ªmenes es uno de los aspectos m¨¢s desagradables e imperdonables de sus a?os de mandato.
? La oportunidad perdida. El pueblo venezolano dio a Ch¨¢vez un cheque pol¨ªtico en blanco y, gracias al boom prolongado de los precios del petr¨®leo, cont¨® tambi¨¦n con un cheque econ¨®mico en blanco. Pocos jefes de Estado han podido aunar el enorme apoyo popular y los inmensos recursos econ¨®micos de los que disfrut¨® Ch¨¢vez durante 14 a?os. Su control absoluto de todas las palancas del poder le permiti¨® hacer lo que quer¨ªa. Y lo hizo. Modificar el nombre del pa¨ªs, cambiar su bandera, imponer una zona horaria nueva y especial para Venezuela. Y mucho m¨¢s. Lo que no hizo fue dejar el pa¨ªs en mejor situaci¨®n que cuando lleg¨® a la presidencia. Hugo Ch¨¢vez merece que se le recuerde como una oportunidad perdida.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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