La Venezuela chavista despide a su l¨ªder en un funeral ¨¦pico
Una treintena de dirigentes de todo el mundo asisten a las exequias del mandatario en la Academia Militar
El adi¨®s a Hugo Ch¨¢vez fue organizado a su imagen y semejanza, como si ¨¦l mismo hubiera estado detr¨¢s de cada detalle. En su funeral de Estado no faltaron el sol alegre, las l¨¢grimas del hombre que lo suceder¨¢, la espada desenvainada de Sim¨®n Bol¨ªvar, los ataques a los enemigos que ¡°lo vilipendiaron¡±, el perd¨®n magn¨¢nimo a todos ellos, las menciones a ¡°la canalla medi¨¢tica¡± y a ¡°la guerra psicol¨®gica mundial¡±.
La ceremonia se celebr¨® este viernes en la Academia Militar situada en el Fuerte Tiuna, con sus familiares en primera fila, con una treintena de jefes de Estado presentando sus respetos, con su heredero pol¨ªtico, Nicol¨¢s Maduro, haci¨¦ndole entrega a los familiares de una r¨¦plica de la espada de Sim¨®n Bol¨ªvar, con las glorias deportivas del pa¨ªs presentes, con el prestigioso director de orquesta Gustavo Dudamel dedic¨¢ndole un ¨²ltimo homenaje. Casi todos ellos ataviados de negro. Y el pueblo ¡ªo una buena parte del pueblo¡ª vestido de rojo, guardando durante horas y horas una cola kilom¨¦trica a las puertas del edificio.
Hab¨ªa pena, dolor y tambi¨¦n alegr¨ªa. Dentro y fuera. Dentro, el cantante y diputado chavista Crist¨®bal Jim¨¦nez enton¨® los corridos llaneros que tantas veces cantara Hugo Ch¨¢vez. Algunos funcionarios bajaron la cabeza para secarse los ojos mientras las hijas del presidente escuchaban con las manos entrelazadas. Y fuera, el vendedor mulato de recuerdos revolucionarios Giovani Bol¨ªvar, de 47 a?os, explicaba: ¡°Estoy muy feliz porque la recepci¨®n ha sido incre¨ªble. El mundo tiene que aceptar que ese hombre no era malo, porque si no, no habr¨ªa venido tant¨ªsima gente¡±.
La gente segu¨ªa llegando en riadas desde los barrios m¨¢s pobres de Caracas, de Petare, del 23 de enero, de Catia, la Vega, del Cerro Carapita¡ ¡°Esto no es nada comparado con los que vinieron ayer¡±, explicaba el polic¨ªa nacional Jos¨¦ Alvarado mientras regulaba el tr¨¢fico. ¡°Hoy la gente sabe que la cola estar¨¢ muchas horas sin moverse porque vinieron los jefes de Estado. Pero lo del mi¨¦rcoles y el jueves fue incre¨ªble¡±, dec¨ªa.
¡°Es triste que se haya muerto y tambi¨¦n es triste que haya habido tanta ocultaci¨®n¡±, explicaba el mismo polic¨ªa. ¡°Si dijeron que estaba consciente, que ¨¦l ordenaba y mandaba, ?por qu¨¦ no salud¨® a la prensa al volver a Venezuela? Habr¨ªa sido sano para todos. Si se le miente al pueblo lo puedes tener en contra de una vez. Ahora, lo que deber¨ªan hacer es continuar con el trabajo que dej¨® marcado el presidente¡±.
Fuera, una mujer repart¨ªa cientos de panfletos con el p¨¦same de los m¨¢ximos responsables de la guerrilla de las FARC y dentro, el presidente de Ir¨¢n, Mahmud Ahmadineyad, cosechaba los aplausos m¨¢s calurosos entre los militares y altos cargos venezolanos. Su presencia fue saludada con bastante m¨¢s efusi¨®n que la del del pr¨ªncipe Felipe, m¨¢s incluso que los mandatarios amigos de Ch¨¢vez, como el ecuatoriano Rafael Correa, el boliviano Evo Morales, m¨¢s que la del presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Un ministro enviado por el Gobierno de Siria tambi¨¦n fue mencionado y tambi¨¦n se levant¨® de su asiento para recibir el aplauso correspondiente.
Fuera se escuchaban canciones revolucionarias al ritmo de salsa, de bolero ¡ª¡°ni color¨ªn ni colorado, el canto no se ha acabado¡±¡ª o de rap. Y al fondo, siempre al fondo, las grabaciones de Ch¨¢vez con su inconfundible tono ¨¦pico de silabas finales alargadas: ¡°Hasta la victoriaaaa siempreeee¡!¡±. Por no faltar al funeral no falt¨® ni el af¨¢n consumista que 14 a?os de ¡°socialismo del siglo XXI¡± no han conseguido aplacar. Hab¨ªa decenas de puestos de gafas de sol, de camisetas rojas y de carteles con la cara sonriente de Ch¨¢vez y algunas de sus frases: ¡°A los que me desean a m¨ª la muerte yo les deseo larga vida para que vean c¨®mo sigue la revoluci¨®n avanzando de batalla en batalla y de victoria en victoria¡±.
En un funeral para la leyenda como no se conoci¨® otro en Venezuela durante muchos lustros, una ceremonia a la altura legendaria de los grandes mitos latinoamericanos como Eva Per¨®n o el mexicano L¨¢zaro C¨¢rdenas, no pod¨ªa faltar la gente con muletas que se levant¨® a las seis de la ma?ana y avanzaba cuatro horas despu¨¦s hacia la cola, con su botella de agua colgada en un bolso. Ese era, por ejemplo, el caso de Alexander Barrio, de 30 a?os, empleado del Centro Nacional Electoral y v¨ªctima hace tres meses de un accidente de moto. ¡°Para m¨ª era un padre. Por todos sus sue?os, por todo lo que quer¨ªa para este pa¨ªs y todo lo que ayud¨® a otros pa¨ªses¡±.
¡°Nos abri¨® los ojos¡±, comentaba H¨¦ctor Medina, de 50 a?os, tocado con boina roja y chapas del Che y Hugo Ch¨¢vez. ¡°Antes de ¨¦l los pobres viv¨ªamos en el olvido, s¨®lo ve¨ªamos a los pol¨ªticos cuando estaban en campa?a¡±. Y dentro, ante el f¨¦retro del l¨ªder, su sucesor como candidato presidencial del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), intentaba utilizar el tono y las mismas palabras que tantas veces emple¨® Ch¨¢vez a lo largo de casi 14 a?os: ¡°la canalla medi¨¢ticaaa¡±, la ¡°traici¨®n a la patria¡¡±, ¡°las mentiras¡±, ¡°el odio¡±¡
¡°No ha habido l¨ªder en la historia de nuestra patria m¨¢s injuriado, m¨¢s vilipendiado, m¨¢s injuriado y m¨¢s atacado vilmente que nuestro comandante presidente. ?Jam¨¢s en 200 a?os se minti¨® tanto sobre un hombre. Ni a nuestro Bol¨ªvar¡±, declam¨® Maduro antes terminar gritando entre l¨¢grimas: ¡°?Y aqu¨ª est¨¢ invicto, puro, transparente, ¨²nico, verdadero, vivo, para siempre, para todos los tiempos (¡) Comandante: ?No pudieron contigo! ?No podr¨¢n con nosotros jam¨¢s!¡±, solloz¨® Maduro.
Nicol¨¢s Maduro enarbol¨® durante su discurso un ejemplar de la Constituci¨®n que Ch¨¢vez propuls¨® en 1999. El libro llevaba tres iniciales bien discernibles: D.C.R. Corresponden a la persona que a partir de ahora comandar¨¢ muy de cerca, junto a Nicol¨¢s Maduro, la herencia pol¨ªtica de Ch¨¢vez: el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello Rond¨®n, el llamado ¡°hombre fuerte¡±. No habl¨® en ning¨²n momento, pero esa fue su forma de manifestar su enorme presencia.
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