El traductor de la China de Mao
Hace 40 a?os la dictadura franquista abr¨ªa su primera embajada en el gigante comunista El embajador, Sanz Briz, lleg¨® junto a un catedr¨¢tico con ¡°curiosidad por la revoluci¨®n¡± por N. GALARRAGA
Cuando I?aki Preciado Idoeta supo que Espa?a iba a abrir una Embajada en Pek¨ªn, inmediatamente se ofreci¨® a Exteriores como traductor. Ten¨ªa 32 a?os. Por fin llegaba la oportunidad de conocer ¡°aquella revoluci¨®n por la que sent¨ªa gran curiosidad¡± y sacar provecho al chino que estudiaba en Madrid desde hac¨ªa una d¨¦cada. Al otro lado del mundo esperaba el tambi¨¦n llamado ¡°peligro amarillo¡±. La Espa?a de Franco acababa de reconocer a la China de Mao. Era el 9 de marzo de 1973, ayer hizo 40 a?os. La visita de Richard Nixon un a?o antes hab¨ªa desencadenado una fren¨¦tica carrera en Occidente por acercarse al gigante asi¨¢tico.
A pie tuvieron que hacer el ¨²ltimo trecho para entrar en la Rep¨²blica Popular China el embajador, ?ngel Sanz Briz ¡ªhonrado tras su muerte por salvar a miles de jud¨ªos del Holocausto durante su etapa en la Embajada de Budapest¡ª; su secretaria, Aurora Aranaz, y el catedr¨¢tico de Filosof¨ªa convertido en traductor. Llegaban en tren desde el Hong Kong brit¨¢nico. ¡°Era el 2 o 3 de agosto, hac¨ªa un calor insoportable¡±, recuerda Preciado. Sanz Briz, de 63 a?os, sudaba a mares. Aurora sufr¨ªa con sus tacones. Caminaron por la v¨ªa hasta Shenzen, entonces una aldea, hoy una megal¨®polis industrial. Tomaron otro tren a Cant¨®n y un vuelo a Pek¨ªn.
Les recibi¨® Jaime de Ojeda Eiseley, el ministro consejero, que abri¨® la Embajada, inicialmente en la segunda planta del Hotel Pek¨ªn, cerca de la plaza de Tiananmen. ¡°Al llegar pod¨ªa leer y escribir sin problemas, pero entend¨ªa a medias. Es que en Madrid casi no hab¨ªa chinos con los que practicar¡±, cuenta Preciado en un caf¨¦ madrile?o cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, y tras varios a?os en un monasterio del T¨ªbet. Su principal quehacer era traducirle al embajador el Diario del Pueblo y otra prensa oficial. Dos interpretes impuestos por las autoridades ¡ª¡°llamados Chen y Qiu¡±¡ª se encargaban de los contados actos oficiales. ¡°Pero el embajador quer¨ªa que yo tambi¨¦n estuviera presente¡±. Para controlar a la pareja oficial, se supone.
Tener informaci¨®n incluso de los acontecimientos m¨¢s importantes era arduo. ¡°Nos enteramos del X congreso del Partido Comunista Chino cuando ya lo hab¨ªan clausurado¡±, confiesa. Escaseaba la informaci¨®n sobre los cambios que viv¨ªa el que ya era pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo ¡ª900 millones de habitantes, 400 millones menos que ahora¡ª y ten¨ªa la bomba at¨®mica. ¡°Las fuentes eran otros diplom¨¢ticos o alg¨²n periodista. Del lado chino, solo estaba el Diario del Pueblo¡±. A ojos de este espa?ol, los despachos eran un p¨¢ramo informativo: ¡°Hab¨ªa poco que contar, Pek¨ªn era aburrid¨ªsimo¡±.
Los diplom¨¢ticos ten¨ªan vetado todo contacto con el pueblo. De Ojeda, n¨²mero dos de la legaci¨®n, rememora el aislamiento social. ¡°Las autoridades solo nos recib¨ªan para asuntos oficiales. Y apenas entabl¨¢bamos conversaci¨®n en la calle con alguien, aparec¨ªan unos milicianos y les apartaban dici¨¦ndoles: ¡®?Por favor, no molesten al waibin [hu¨¦sped extranjero]!¡±, relata al tel¨¦fono este embajador retirado de 79 a?os desde su hogar, en EE UU. De entonces data su amistad con George Bush padre ¡ªprimer enviado diplom¨¢tico a la China comunista¡ª y su esposa, Barbara.
Tampoco la comunicaci¨®n con Espa?a era sencilla. ¡°No se pod¨ªa hablar por tel¨¦fono. Yo le¨ªa los ABC de siete en siete, cuando llegaban en la valija semanal¡±, asegura el traductor. El asesinato de Carrero Blanco fue una excepci¨®n: les informaron por t¨¦lex. ¡°Enseguida vino el ministro de Exteriores chino a darnos el p¨¦same¡±.
A Carrero, presidente del Gobierno, ¡°le tuvieron al margen de las negociaciones para entablar relaciones. Fue un movimiento orquestado por el ala pragm¨¢tica de Exteriores, con Gregorio L¨®pez-Bravo de ministro, y la aquiescencia de Franco, por supuesto¡±, explica Mario Esteban, profesor del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. El reconocimiento mutuo se negoci¨® en Par¨ªs porque, como las Embajadas eran vecinas, era lo m¨¢s discreto, revela el experto. Se firm¨® en Francia el 9 de marzo de 1973, ayer hace cuatro d¨¦cadas. Para China, obsesionada por ¡°el reconocimiento del m¨¢ximo de pa¨ªses¡± tras su entrada en la ONU en 1971, Espa?a era uno m¨¢s en la lista, seg¨²n Esteban. Hasta el apret¨®n de manos de Nixon y Mao, solo Francia y Reino Unido, adem¨¢s de los pa¨ªses del Este, ten¨ªan embajadores ante los chinos.
Para la dictadura franquista era parte del acercamiento ¡ªcon el ojo puesto en los negocios¡ª al bloque rojo. La Uni¨®n Sovi¨¦tica era el l¨ªmite; por ah¨ª Franco no pasaba. El paso diplom¨¢tico tambi¨¦n obedec¨ªa a cierto inter¨¦s pol¨ªtico. ¡°China ten¨ªa poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y pensaban que pod¨ªa ser ¨²til con el S¨¢hara¡±. No lo fue. Aquella primera fase de la relaci¨®n ¡°fue un gesto diplom¨¢tico, sin contenido¡±, sostiene este especialista.
De Ojeda march¨® encantado a aquella China que los extranjeros intentaban desentra?ar. Precisa que Sanz Briz era de los m¨¢s veteranos del escalaf¨®n. Se present¨® voluntario para aquella plaza por motivos personales, dice. Int¨¦rprete y diplom¨¢tico coinciden en que era alguien ¡°reservado¡±, y seg¨²n su n¨²mero dos ¡°un buen profesional, pero no ten¨ªa un verdadero inter¨¦s en China¡±.
No se pod¨ªa hablar por tel¨¦fono con Espa?a, y en la calle los milicianos imped¨ªan el contacto con la poblaci¨®n
Lo que al traductor Preciado le interesaba era empaparse del pa¨ªs. Logr¨® que Ricardo, su hijo de 6 a?os, estudiara en una escuela estatal con ni?os chinos. ¡°Era el ¨²nico¡±, dice con el mismo orgullo con el que recuerda que ¡°el director era un obrero, con cultura, s¨ª, pero un obrero¡±. Izaskun, de 3 a?os, y su entonces esposa, Mar¨ªa Luz, completaban la familia. Llevaba a sus hijos en autob¨²s o bicicleta. All¨ª no tuvo coche (aunque con el medio mill¨®n de pesetas ¡ª3.000 euros¡ª ganados se compr¨® un Jeep Comando a tocateja al volver). Vest¨ªa al estilo Mao y com¨ªa en cantinas. Y su esposa iba a misa dominical ¡ªautorizada¡ª en la iglesia de Xidan. Un sacerdote chino la dec¨ªa a la antigua, de espaldas.
La Embajada de Espa?a recibi¨® a una delegaci¨®n de 6 o 7 osados empresarios espa?oles, pero poco m¨¢s. El traductor sostiene que en la legaci¨®n nadie lleg¨® a ver a Mao. La reuni¨®n de m¨¢s alto nivel fue una cena informal que dio el ministro de Exteriores. Cualquier gesti¨®n, l¨¦ase viajar o contratar una se?ora de la limpieza, requer¨ªa acudir al Ministerio de Exteriores.
Hace 40 a?os ¡°el inter¨¦s de ambos pa¨ªses era conocerse, romper el aislamiento. Hoy nuestras realidades han dejado de ser ex¨®ticas¡±, constata por tel¨¦fono Ernesto Zulueta, director general para Am¨¦rica del Norte, Asia y Pac¨ªfico del Ministerio de Exteriores. El mundo ha mutado desde 1973. Zulueta destaca la presencia en China de empresas espa?olas punteras ¡°en infraestructuras, renovables, moda o gastronom¨ªa¡± y la huella china en Espa?a ¡°por el turismo, intercambios estudiantiles y la inmigraci¨®n¡±.
La China que Preciado conoci¨® cumpli¨® sus expectativas. Incluso en la despiadada Revoluci¨®n Cultural (1966-1976) encuentra rasgos positivos. ¡°No hab¨ªa corrupci¨®n, hab¨ªa solidaridad y una moral revolucionaria. El lema era Wei renmin fuwu [para servir al pueblo] y, como dice el chiste, ahora le han a?adido dos letras y es Wei renminBI fuwu [para servir al dinero]¡±. No le gusta nada la deriva de una ¡°China que exportaba revoluci¨®n hasta principios de los setenta y ahora exporta mercanc¨ªa barata¡±.
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