La Iglesia busca un pont¨ªfice con carisma y fuerza para afrontar los retos pendientes
El arzobispo de Mil¨¢n, Angelo Scola, y el de S?o Paulo, Odilo Scherer, son los favoritos para suceder a Benedicto XVI, pero no llegar¨ªan a los dos tercios necesarios para ser elegidos
Desde el lunes al s¨¢bado pasados, los 115 cardenales electores y aquellos que, por ser mayores de 80 a?os, no podr¨¢n entrar a partir de este martes en la Capilla Sixtina, se han dedicado a definir los retos que habr¨¢ de afrontar el nuevo papa. Seg¨²n lo tratado en las congregaciones generales, tendr¨¢ que ser un pont¨ªfice capaz de reformar la curia, organizar los dicasterios (ministerios) del Vaticano para hacerlos m¨¢s eficaces, limpiar la podredumbre puesta al descubierto por el caso Vatileaks, impulsar el di¨¢logo con el islam, afrontar de una manera valiente el papel de la mujer en la Iglesia y la postura oficial ante la bio¨¦tica. Tantos y tan importantes retos requieren de un papa fuerte, carism¨¢tico, capaz de habar un lenguaje moderno, que sepa estar al lado de los pobres y a la vez devuelva al Vaticano su influencia perdida. ?Italiano? ?Tal vez norteamericano? ?O un brasile?o? ¡°Dios ya ha decidido qui¨¦n debe ser el nuevo papa. Ahora nos toca a nosotros descubrirlo¡±.
La frase es del cardenal nigeriano John Olorunfemi Onaiyekan, de 69 a?os, quien este domingo, como el resto de los 115 cardenales electores, celebr¨® misa en una parroquia de Roma. Aunque Olorunfemi no forma parte de ninguna quiniela como posible papable, sus palabras ¡ªcomo las del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo em¨¦rito de Sevilla, y las de tantos otros¡ª fueron recogidas por el aluvi¨®n de periodistas de todo el mundo que, a la espera del c¨®nclave, tratan de afinar los pron¨®sticos. Al cardenal Amigo Vallejo, por ejemplo, le preguntaron si ha llegado el momento de un papa americano o africano. ¡°Dios¡±, respondi¨® el cardenal franciscano, ¡°entiende todos los idiomas y conoce todos los colores de las caras, por lo que la procedencia no tiene importancia¡±. Luego a?adi¨®: ¡°La Iglesia no debe repetir los errores, pero tampoco exagerarlos. La Iglesia no est¨¢ en retirada. Tiene deseos de renovaci¨®n¡±.
Pero la m¨¢xima atenci¨®n se centr¨® en los principales favoritos seg¨²n los medios italianos: el cardenal italiano Angelo Scola, arzobispo de Mil¨¢n, y el brasile?o Pedro Odilo Scherer, de S?o Paulo. Seg¨²n las quinielas, Scola y Scherer aglutinar¨ªan el mayor n¨²mero de votos, pero sin llegar a los dos tercios necesarios para ser elegidos. De ah¨ª que no se descarte ni mucho menos el factor estadounidense. Desde su llegada a Roma, hace una semana, han brillado de una manera especial, abri¨¦ndose como ningunos a los medios de comunicaci¨®n, dejando claro su inter¨¦s por conocer hasta el ¨²ltimo detalle de la situaci¨®n actual de la Iglesia. Entre ellos, los que se consideran papables son el fraile capuchino Sean O¡¯Malley, cardenal de Boston, y el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan. Siempre de buen humor, el cardenal O¡¯Malley descart¨® cualquier posibilidad de vestirse de blanco: ¡°Yo vuelvo a Boston¡±.
Hace ocho a?os, solo se necesitaron dos d¨ªas para elegir al candidato favorito, Joseph Ratzinger, pero ahora la situaci¨®n es muy distinta. La renuncia de Benedicto XVI, acosado por la vejez y sobre todo por los esc¨¢ndalos en el Vaticano, ha puesto un potente foco sobre la situaci¨®n de la Iglesia. Aunque todos los cardenales juraron guardar el secreto sobre el contenido de las congregaciones generales ¨Chasta el momento se han celebrado ocho desde el pasado lunes--, lo cierto es que la prensa italiana ¨Cy en especial el diario La Stampa¡ªha estado publicando cada d¨ªa puntual informaci¨®n de lo que estaba sucediendo. No se trata de cuestiones escandalosas, pero s¨ª de indicios de por d¨®nde van las preocupaciones de los cardenales y sus posiciones ante los debates suscitados. Y, entre todas ellas, la postura ante la pederastia. Hubo un tiempo muy largo y muy doloroso en que los abusos no fueron considerados por la Iglesia una ¡°situaci¨®n grave¡±, y ahora aquellos silencios, aquellas complicidades, se han presentado a las puertas del c¨®nclave.
Durante d¨¦cadas, como denunci¨® el propio Benedicto XVI en los ¨²ltimos a?os de su papado, la Iglesia practic¨® el ¡°silencio c¨®mplice¡±. En vez de ponerse al lado de las v¨ªctimas, protegi¨® a los agresores. Era la manera de actuar. Nadie en la jerarqu¨ªa hizo lo contrario. Como dijo hace unos d¨ªas el cardenal Theodore Edgar McCarrick, de 82 a?os, arzobispo em¨¦rito de Washington, ¡°todos cometemos errores. A veces no comprendemos completamente la gravedad de ciertas situaciones¡¡±.
Ahora, los 115 electores se tienen que asegurar de que el papa fuerte tambi¨¦n sea un papa con un pasado impoluto. Porque, una vez elegido, tendr¨¢ que hacer frente de manera r¨¢pida y eficaz a todos aquellos retos que Benedicto XVI no se sinti¨® con fuerzas de asumir.
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