El turno de las v¨ªctimas de R¨ªos Montt: ¡°Cuando volv¨ª, la aldea estaba quemada¡±
Supervivientes de las masacres contra los mayas relatan en el juicio contra el dictador los horrores de la represi¨®n militar en Guatemala en los ochenta
¡°Era solo un ni?o¡±, dijo al inicio de su testimonio Diego Soto Santiago, uno de los supervivientes de un ataque del Ej¨¦rcito de Guatemala en el ¨¢rea Ixil (Quich¨¦, norte), en 1982. ¡°Cuando regres¨¦, toda la aldea estaba quemada¡±. Con la voz quebrada a?adi¨® que quienes se le adelantaron en el retorno, ¡°enterraban a sus muertos¡±.
En el hist¨®rico juicio por genocidio iniciado el martes en Guatemala contra el exdictador Efra¨ªn R¨ªos Montt, un anciano de 86 a?os, los testimonios de los testigos propuestos por la Fiscal¨ªa se repiten como las letan¨ªas del rosario. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, sus relatos estremecedores confirman uno tras otro los horrores documentados en los informes de Esclarecimiento Hist¨®rico, patrocinado por la ONU, o el de Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, del malogrado obispo Juan Gerardi, en los que se documentan barbaridades como que muchos ni?os eran asesinados a golpes contra las rocas. Est¨¢n documentados casos de canibalismo en los que los asaltantes se comieron los sesos del peque?o. O que algunos de los soldados abr¨ªan con las bayonetas los vientres de las embarazadas, como parte de la org¨ªa de sangre que protagonizaban en lo profundo de la selva.
¡°Yo era campesino y me dedicaba a cuidar la milpa [plantaciones de ma¨ªz] cuando llegaron los soldados¡±, declar¨® ayer Nicol¨¢s Brito. ¡°Unos logramos huir. Los dem¨¢s fueron capturados¡±. La acci¨®n de la que huy¨® Brito tuvo lugar el 25 de marzo de 1982, dos d¨ªas despu¨¦s de que R¨ªos fuera aupado al poder por un golpe de Estado. All¨ª murieron 35 personas. Los hombres que salvaron la vida, continu¨® Brito, fueron obligados por el Ej¨¦rcito a integrase en las tenebrosas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), utilizadas como delatoras de vecinos sospechosos de ayudar a la guerrilla. Las PAC llegaron a operar con tal autonom¨ªa, que muchos de sus cr¨ªmenes obedec¨ªan a rivalidades personales o para apropiarse de los bienes de sus v¨ªctimas. S¨®lo en unos pocos casos sus l¨ªderes han llegado a los tribunales.
Otro testigo, Bernardo Gusal, se?al¨® que incorporarse a las PAC era obligatorio, al igual que cultivar alimentos destinados a la tropa. Quien osara negarse, era encarcelado y golpeado salvajemente. ¡°Llegaban todos los d¨ªas y nos arrebataban los alimentos. Y nos recordaban que en la regi¨®n, ellos ¡®eran la ley¡±.
Llegaban todos los d¨ªas y nos arrebataban los alimentos. Y nos recordaban que en la regi¨®n, ellos ¡®eran la ley Bernardo Gusal, testigo
El segundo d¨ªa del juicio a R¨ªos Montt empez¨® con un nuevo incidente legal. El acusado se qued¨® sin defensor. El problema fue resuelto una hora despu¨¦s. Junto al ex dictador se sienta en el banquillo uno de sus colaboradores m¨¢s cercanos, el entonces jefe de Inteligencia militar (G-2), el tambi¨¦n general Mauricio Rodr¨ªguez S¨¢nchez.
Ambos militares deben responder por los delitos de genocidio (intento de exterminio de la etnia Ixil); la ejecuci¨®n de los planes militares Victoria 82 y Sof¨ªa 83, donde se define la estrategia de la campa?a contrainsurgente y en los que se identifica a los ixiles como colaboradores de la guerrilla. Tambi¨¦n se les acusa de los desplazamientos en condiciones infrahumanas de los sobrevivientes, que buscaron refugio en las monta?as donde algunos murieron de hambre o enfermedades propias de la selva tropical.
La existencia de estos planes fue negada sistem¨¢ticamente por el Ej¨¦rcito, hasta que las pruebas fueron desclasificadas por el Gobierno estadounidense. De acuerdo a la Fiscal¨ªa, un tercio de la poblaci¨®n Ixil fue exterminada.
La tipificaci¨®n como genocidio de las acciones militares es el tema que mayor controversia provoca. Personalidades como el actual presidente, Otto P¨¦rez Molina, quien gan¨® sus galones de general en las trincheras y quien pudiera, a la larga, verse salpicado por los resultados del juicio, niegan el intento de exterminio de los indios ixiles. En tal sentido se pronunci¨® el Defensor del Pueblo, Jorge de Le¨®n Duque, quien se?al¨® que es importante esclarecer si la represi¨®n puede calificarse como genocidio, ¡°algo que corresponde a los tribunales¡±. A?adi¨® que ¡°no se pueden negar las masacres¡±, para puntualizar que tanto guerrilleros como militares son responsables de tales barbaridades.
El juicio continuar¨¢ con testimonios favorables a los militares, entre ellos el del general Jos¨¦ Luis Quilo Ayuso, uno de los oficiales duros de la ultraconservadora Asociaci¨®n de Veteranos Militares de Guatemala (Avenilgua) y otros uniformados y peritos propuestos por la defensa de R¨ªos Montt.
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