La muerte de Berezovsky, el fin de una ¨¦poca
Con el paso del tiempo y la mengua de su fortuna, la influencia de Berezovsky en Rusia cay¨®
Eran poco m¨¢s de las nueve de la noche del s¨¢bado en Mosc¨² cuando los tel¨¦fonos comenzaron a sonar. La primera llamada vino de Londres: la hija de la anfitriona de la cena llamaba para informar que Bor¨ªs Berezovsky hab¨ªa muerto. Siguieron, las llamadas de los colegas de guardia en redacciones moscovitas.
El recuerdo del hombre que entre bastidores lleg¨® a dirigir a Rusia en los a?os noventa, se apoder¨® de nuestra velada y esta se ti?¨® de una cierta melancol¨ªa. Graduado en la prestigiosa facultad de Mec¨¢nica y Matem¨¢ticas de la Universidad Estatal de Mosc¨², Berezovsky trabaj¨® en prestigiosas y sofisticadas instituciones de pron¨®sticos y sistemas de la URSS hasta que la desintegraci¨®n de este pa¨ªs y las privatizaciones que siguieron lo transformaron en banquero, gran ejecutivo del sector automovil¨ªstico y beneficiario del canal nacional de la televisi¨®n rusa.
Gran manipulador, a Berezovsky le gustaba estar presente en todo y sentirse como el hombre clave del Estado, ya que se asegura que fue ¨¦l quien, para su propia perdici¨®n, introdujo a Vlad¨ªmir Putin en el Kremlin cuando la clave del poder y la riqueza era tener amigos en el entorno del presidente Bor¨ªs Yeltsin. Como vicesecretario del Consejo de Seguridad de Rusia (de octubre de 1996 a noviembre de 1997), Berezovsky se involucr¨® en la guerra de Chechenia y no escatimaba dinero para conseguir sus fines, entre ellos la liberaci¨®n de rehenes. De 1998 a 1999, fue presidente del secretariado ejecutivo de la CEI (la organizaci¨®n de pa¨ªses postsovi¨¦ticos), de donde Yeltsin le ech¨® por excederse en su competencia. Despu¨¦s, fue diputado en la Duma Estatal y uno de los fundadores del partido que m¨¢s tarde llegar¨ªa a ser Rusia Unida, la fuerza mayoritaria hoy en el parlamento.
Al llegar a la jefatura del Estado en 2000, Putin demostr¨® quien era el amo del Kremlin y oblig¨® a Berezovski a exiliarse. Desde su refugio en Londres, Berezovski financiaba proyectos contra el r¨¦gimen, daba becas a las organizaciones criticas y amparaba a los adversarios de Putin. El Kremlin le pagaba con la misma moneda y, con las t¨¦cnicas propagand¨ªsticas heredadas del KGB, canalizaba hacia ¨¦l las sospechas por los asesinatos que causaban problemas de imagen a Putin, desde el exagente del KGB Alexander Litvinenko, hasta la periodista Anna Politk¨®vskaya.
La fortuna de Berezovsky, amasada gracias al petr¨®leo, la publicidad televisiva, la venta de autom¨®viles y hasta las misma Aeroflot, se resinti¨® de su famoso pleito londinense contra el oligarca Rom¨¢n Abramovich a quien acusaba de no haberle pagado el verdadero precio de una petrolera de la que Berezovsky tuvo que desprenderse, al igual que de otros negocios en Rusia. El pleito evidenci¨® la diferencia de estilo entre dos de los oligarcas surgidos en los febriles a?os noventa gracias a su habilidad para congraciarse con la familia de Yeltsin. El estilo de Abramovich es lac¨®nico, racional y fr¨ªo como el acero. El de Berezovsky era enrevesado, exuberante y, desde luego, poco comprensible para la mentalidad de un juez brit¨¢nico. As¨ª era Berezovsky, bullendo en su interior, tejiendo y destejiendo esquemas, como telas de ara?a en las que enredaba a sus rivales, e incluso a s¨ª mismo. Para pagar las deudas a los abogados, el oligarca exiliado vendi¨® recientemente uno de los cuadros estrellas de su colecci¨®n, un Lenin en rojo de Andy Warhol.
Con el paso del tiempo y la mengua de su fortuna, la influencia de Berezovsky en Rusia se fue debilitando y la presencia virtual que mantuvo durante los primeros a?os de este siglo, se difumin¨®. Eso le dol¨ªa. Los invitados de la cena moscovita estuvieron de acuerdo: Tal vez no le mat¨® la ruina material, sino la ruina de sus ambiciones.
Y para concluir la noche de un s¨¢bado g¨¦lido en la capital de Rusia, el secretario de prensa de Putin, Dmitri Peskov, dijo que, hace un par de meses, Berezovsky escribi¨® una carta al presidente para pedirle perd¨®n por los errores cometidos y permiso para volver a la patria. Efectivamente, la patria de Berezovsky era Rusia. En Londres, siempre fue un emigrante.
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