?D¨®nde han quedado los esc¨¢ndalos de la Iglesia?
Francisco ha conseguido en pocos d¨ªas que se dejen de lado las pol¨¦micas sobre pederastia y corrupci¨®n en la Iglesia
Los expertos en marketing est¨¢n admirados al observar c¨®mo el papa Francisco, en pocos d¨ªas, con la sola fuerza de un pu?ado de gestos simb¨®licos positivos, ha sido capaz de desplazar de la informaci¨®n mundial los graves esc¨¢ndalos de la Iglesia que llevaron a su antecesor Benedicto XVI a tener que renunciar al papado, agobiado por el peso de las mismas.
Es como si, de repente, las graves acusaciones de pederastia o de ilegalidades en la Banca Vaticana o de las intrigas palaciegas de los mayores responsables de la Curia Romana, hubiesen desaparecido por arte de magia.
El publicitario Paulo de Tarso Santos, que fue jefe de imagen del expresidente Lula da Silva, y de la ecologista Marina Silva en 2010, cuando se enfrent¨® a Dilma Rousseff en las presidenciales, intenta explicarlo. Mientras, seg¨²n ¨¦l, antes del nuevo papa, la Iglesia estaba siendo juzgada por ¡°sus defectos y esc¨¢ndalos¡±, ahora el papa Francisco, ha hecho que el juicio se trasladara ¡°hacia sus cualidades¡±.
Con un pu?ado de gestos simb¨®licos, como el ir a pagar la cuenta al hotel donde hab¨ªa estado antes del c¨®nclave, el abandonar los zapatos rojos de estilista por unos marrones comunes, y el rechazar la moceta roja que distingue el poder del Papa del de los dem¨¢s obispos, junto con el fuerte acento puesto en la defensa de los m¨¢s pobres, el papa argentino ha cambiado en pocos d¨ªas la imagen de la Iglesia, que de estar en el banquillo de los reos, ha pasado a ser considerada cercana a la vida de los simples mortales.
Bergoglio, que se ha desnudado de los perifollos rituales y de las vestiduras doradas del papado fundado en la imagen del poder y que a¨²n no se ha llamado ¡°papa¡± sino simplemente ¡°obispo de Roma¡±, ha revestido a la Iglesia del manto de la virtud, haciendo olvidar sus pecados.
La ha retrotra¨ªdo a los tiempos en los que Francisco de As¨ªs surgi¨® como el restaurador a trav¨¦s de la humildad, la pobreza y del amor a todos los seres vivos, de una Iglesia tambi¨¦n hundida entonces en los pecados del poder, de la riqueza y de la falta de moralidad.
La fuerza de los gestos liberadores del papa Francisco, que est¨¢n limpiando la imagen de la Iglesia devolvi¨¦ndole un rostro de sencillez franciscana capaz de ser reconocida como propia por la gente com¨²n, no son s¨®lo, al parecer, fruto de un c¨¢lculo publicitario.
Como ha afirmado la argentina, Claudia Turis, especialista en Historia de la Iglesia, los gestos liberadores del papa Francisco poseen una fuerza especial porque pertenecen a su forma de actuar antes a¨²n de llegar al papado, cuando ya era arzobispo cardenal de Buenos Aires.
Seg¨²n la historiadora, los zapatos rojos del papa Benedicto XVI, que fueron objeto de pol¨¦mica mundial, el papa Bergoglio no se los quit¨® en el Vaticano, como papa, sino que se los hab¨ªa quitado ¡°cuando iba a pie por las calles de Buenos Aires¡±.
Para los publicitarios, los gestos simb¨®licos del nuevo papa orientados todos ellos a presentar a una Iglesia pobre, cuando era vista envuelta en riquezas; una Iglesia cercana a los m¨¢s despose¨ªdos, cuando era acusada de bendecir a los poderosos, o los gestos que lo asemejan m¨¢s a un simple p¨¢rroco de periferia que a un pont¨ªfice y monarca, van a tener enseguida un efecto domin¨® en toda la Iglesia jer¨¢rquica.
La conducta y forma de vida del alto clero, generalmente vistosa y suntuosa, ser¨¢n confrontadas ahora por los fieles, seg¨²n los publicitarios, con la sencillez evang¨¦lica del obispo de Roma, que aparece sucesor m¨¢s que de los emperadores romanos o de los nobles de la Edad Media, del apostol Pedro, el humilde pescador de Galilea que acab¨® tambi¨¦n crucificado por no plegarse ante el poder de entonces.
Antes del nombramiento de Bergoglio para la sede de Roma, la atenci¨®n de los medios estaba puesta en los esc¨¢ndalos del Vaticano que el papa Benedicto XVI no hab¨ªa querido revelar por su gravedad ni a los cardenales congregados para el c¨®nclave, sino s¨®lo a su sucesor.
Ahora, de repente, ya nadie se pregunta, por ejemplo, si el papa dimisionario ha entregado o no a su sucesor aquellos documentos pol¨¦micos, ni se interrogan ya sobre la gravedad y secreto de los mismos.
Hace unos d¨ªas pude ver desfilar en el aeropuerto de R¨ªo a un pu?ado de j¨®venes vistiendo un flamante h¨¢bito franciscano. Antes de la llegada del papa Francisco, la gente hubiese mirado hacia ellos con compasi¨®n diciendo: ¡°?Pobres chicos, vestidos con sayas!¡±. Esta vez observ¨¦ la simpat¨ªa de la gente que comentaba: ¡°Son los del papa Francisco¡±, sin saber que Bergoglio es jesuita y no franciscano. Ese parece ser el cambio positivo producido por los gestos del nuevo papa, que los publicitarios est¨¢n observando con atenci¨®n y hasta sorpresa.
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