El primer ministro se aleja del centro para conservar Downing Street
Cameron acepta los recortes que exige el ala m¨¢s derechista de los ¡®tories'
A pesar de las publicitadas maniobras desde las filas conservadoras contra su liderazgo, ning¨²n observador pol¨ªtico se arriesga a vaticinar la inminente ca¨ªda de David Cameron como cabeza del partido mayoritario en la coalici¨®n de gobierno brit¨¢nico. El primer ministro, desde hace meses reh¨¦n del ala derecha de los tories, acaba de sancionar una reforma del sistema de bienestar en Reino Unido considerada insuficiente entre sus correligionarios m¨¢s intransigentes, mientras el grueso de los ciudadanos asiste con aprensi¨®n a una retah¨ªla de dr¨¢sticos recortes en las prestaciones del Estado que puede tener consecuencias nefastas en el equilibrio social de Reino Unido.
El Cameron que cultiv¨® un discurso centrista para imponerse en las elecciones de 2010, con un ¨¦xito ambiguo porque precis¨® de una alianza con los liberaldem¨®cratas para hacerse con la llave de Downing Street, aparece hoy como un personaje atrapado entre dos fuegos. El de la imagen de ¡°conservador compasivo¡±, firme en el control del gasto pero a la vez sensible ante las cuestiones sociales, que tanto necesita para revalidar su victoria en las urnas, y a la vez la de un gestor decidido a acabar con los ¡°abusos¡± del Estado de bienestar, tal como reclama un sector intransigente y poderoso desde las filas tories. Ingredientes contrapuestos de una receta que no acaba complaciendo a nadie.
Destacadas figuras del Partido Conservador, con la ministra del Interior, Theresa May, como aspirante m¨¢s visible, coquetean descaradamente con la idea de descabalgarlo del poder, una hip¨®tesis que todav¨ªa no se ha consumado a causa de las s¨®lidas perspectivas de una derrota tory en las legislativas de 2015. Ante la contundencia de todos los sondeos sobre una futura victoria de la oposici¨®n laborista, las huestes de Cameron parecen resignadas a ¡°quemar¡± la figura de su hipot¨¦tico l¨ªder hasta la pr¨®xima cita electoral, para buscarle inmediatamente despu¨¦s un sustituto.
Que Cameron no gusta a los suyos ha quedado claro con la multiplicidad de voces que cuestionan su capacidad de gobierno, la gesti¨®n de una econom¨ªa que acaba de confirmar su tercera recesi¨®n y la p¨¦rdida de la calificaci¨®n de la triple A para sus emisiones de deuda p¨²blica. Los cr¨ªticos desde su propio partido reclamaban un dr¨¢stico tijeretazo a las prestaciones sociales que, desde su punto de vista, no se ha cumplido en el ¨²ltimo presupuesto presentado por su brazo derecho y canciller del Exchequer, George Osborne.
En el plano estrictamente pol¨ªtico, la derrota encajada por los tories en la reciente elecci¨®n parcial de Eastleigh, donde quedaron relegados a un tercer lugar a manos de una fuerza xen¨®foba y antieuropea como el UKIP, ha incrementado la presi¨®n sobre el primer ministro por parte de los parlamentarios conservadores cuyo esca?o estar¨¢ pronto en juego en las plazas m¨¢s tradicionales, los mismos que reclaman la necesidad de endurecer el discurso. Cameron lo ha intentado, con su anuncio del mes pasado confirmando fuertes restricciones del acceso a los inmigrantes al sistema social, o con su anterior reto a la Uni¨®n Europea, que incluye un futuro refer¨¦ndum para determinar si Reino Unido quiere retener su adhesi¨®n.
El sector derechista que hoy por hoy parece dictar la agenda de los tories sigue reproch¨¢ndole las m¨ªnimas cesiones concedidas a los socios liberaldem¨®cratas (otra fuerza a la baja en las encuestas) y quiz¨¢ su incapacidad para revelarse como un halc¨®n al estilo de Margaret Thatcher. A lo largo de las dos ¨²ltimas legislaturas, han venido poniendo palos a las ruedas para deshacer esa coalici¨®n, votando contra su propio jefe de filas cuando lo ha estimado necesario e incluso a riesgo de propiciar una ruptura entre Cameron y el l¨ªder liberal, Nick Clegg, por ejemplo a la hora de frustrar la reforma de la C¨¢mara de los Lores.
Cameron probablemente sobrevivir¨¢ a tanto sobresalto durante los pr¨®ximos dos a?os, aunque solo porque su partido ha decidido mantenerse a la espera de los acontecimientos. Se trata de un dirigente joven que todav¨ªa no ha cumplido los 46 a?os, pero algunos medios ya lo caracterizan como un cercano cad¨¢ver pol¨ªtico por decisi¨®n de los suyos.
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